Saludamos al 2025 cuando estamos a mitad de enero. El parón de las navidades y la vuelta a casa desde Hungría han tenido mucho que ver para la vuelta al blog a estas alturas de comienzo de año. Este 2025 se presenta muy interesante académicamente hablando, pues la tesis está llegando a su desenlace y espero poder hacer el depósito hacia el ecuador del año. A estas alturas el miedo escénico empieza a planear sobre mi cabeza como un ave rapaz dispuesta a asaltarme en cualquier momento. Y no sólo eso. Acuden las dudas: ¿Estaré haciéndolo bien? ¿Conseguiré el objetivo que me propuse? ¿Habré mimado como merece la literatura de Concha Alós? Luego, viene la más cruel y arrebatadora de todas las dudas: A fin de cuentas, ¿qué estoy haciendo? Pero eso es una cuestión de corte existencial, sombra de las anteriores reflexiones. A lo que respecta a la investigación, las preguntas iniciales son el mantra con el que me despierto cada día y, desde que ya tengo la mira puesta en la entrega del trabajo, esas preguntas también me acompañan a la hora de irme a dormir.
Como cada inicio de año, resulta común tener propósitos de año nuevo. En mi caso, mis voluntades de cambio se rigen por el no cambio. Es decir, mantenerme firme en mi misión de reivindicación de Concha Alós, esperando que la defensa de la tesis sea el culmen de dicha misión. Por supuesto, el término de la investigación doctoral no será sinónimo de abandono a la figura de Concha Alós, pues todavía queda trabajo por hacer. Me gustaría mucho poder realizar los otros proyectos que tengo en paralelo a la tesis, que, de momento, van muy despacio. Por otro lado, espero que mi esfuerzo sirva de inspiración para otros investigadores que, me consta, se acercan a la literatura alosiana para sus tesis doctorales. Desde aquí les abro las puertas a la comunicación, al contacto académico. Estaré encantada de intercambiar impresiones, conocer más a fondo sus planteamientos de investigación, ampliar la comunidad alosiana, en definitiva.
Si, por el causal investigador, estos investigadores se toparan con este blog, se me ocurre decirles que “tranquilos, es normal tener dudas”. Las conversaciones con otros compañeros y compañeras me han enseñado que tanto el miedo escénico de hacerlo mal, la preocupación de si estará andando por la senda correcta como, incluso, las dudas más personales y existenciales que se presentan son un proceso natural ligado a cualquier trabajo de larga duración y tesón como requiere la tesis doctoral. No obstante, no hay que confundir estas palabras de apoyo −que parecen sacadas de un manual de autoayuda con mucha purpurina− con la dura realidad siempre al acecho como el ave rapaz que sobrevuela en cada cabeza. Quiero decir que el ánimo es necesario mantenerlo firme en el timón porque el camino de la investigación es un profundo mar donde siempre hay olas considerables que surcar, ya vengan de marejadas o de mar de fondo. Es deber del grumete investigador manejar con diligencia la situación. Ya adelanto que no es fácil, de ahí el mar de dudas. Válgame el símil marítimo para ilustrar lo que quiero decir.
Las dudas pueden ser tan grandes o más como las propias olas a cabalgar. Te hacen replantearte muchas cosas de tu vida profesional y personal −y, creedme, que se acentúan cuanto más cerca se halla el momento de− hasta el punto de querer tirar por la borda todo el camino andado. Así de simple y así de duro. En mi caso, las dudas no me interpelan para que abandone el barco, pero me acarician la frente con la fabulosa idea de dejar a Concha Alós en su puerto del final de la tesis. La ocurrencia es tentadora porque una ya está cansada, porque una cree que no va a llegar a nada, porque las dudas te gritan desde el espejo que tu trabajo no está sirviendo para nada: ¿Qué estás haciendo? Por eso, porque no quiero sucumbir, porque, a pesar de mis dudas, creo firmemente en lo que hago, el propósito de año nuevo es mantenerme fiel a mis objetivos iniciales, entre los cuales, está la tarea de valorar con firmeza la escritura de Concha Alós. Ojalá 2025 sea el año de la culminación de un trabajo al que le he dedicado más de cinco años, pero también, deseo que 2025 sea el año de Concha Alós.
