La trayectoria multifacética de Concha Alós nos sorprende con un hito que, sin ser insólito, surge como una isla rara que bien recuerda a Las islas nuevas (1910) de María Luisa Bombal por su misteriosa aparición. Un libro: El extraño mundo de los papúes emergió al mercado editorial en 1969. El libro guarda en su interior un prólogo −conciso, emotivo− escrito por Concha Alós. El autor del libro es el sacerdote Avelino Mallada Cordero que, en misión pedagógica, convivió durante diez años con la tribu de los papúes en la remota −desde el ombligo europeo− Nueva Guinea. El misterio es saber quién fue ese intrépido sacerdote que dedicó diez años de su vida, ya no tanto a evangelizar, sino más bien al aprendizaje de lo que trae el intercambio cultural. El otro misterio es averiguar cómo, dónde y cuándo se cruzaron las vidas del clérigo aventurero y de nuestra escritora.
Las pesquisas, hasta el momento, han resultado nulas. Avelino Mallada Cordero es una isla remota, nueva, que surgió para mostrar al mundo lo que tenía que decir y para cuando llegaron los cazadores −o investigadores en este caso− esa isla desapareció en la bruma de La Pampa o para el caso: bajo el espesor de las selvas tropicales y constantemente nubladas por la altitud de Sierra de Nueva Guinea. ¿Quién fue este sacerdote off shore del catolicismo que se quitó el alzacuellos para sembrar en tierras tan lejanas? ¿Qué vínculo le unió a Concha Alós? ¿Cómo llegó el proyecto de prologar el libro a sus manos? Misterios. Lagunas. Brumas que dejan ver (o no) pequeños islotes, pinceladas de pistas que abren horizontes de exploración.
Me siento como los valerosos cazadores de Las islas nuevas que van escopeta al hombro a conquistar un territorio fantasma. Habrá que esperar a los días claros de sol y cielo azul apretado para iniciar una nueva expedición. O no. A veces, las nieblas son necesarias para no romper los misterios y dejarnos siempre con la mirada puesta hacia el interrogante, si no, que le pregunten a Yolanda con su ala rota de la espalda.
