La semana pasada me llamaron unos compañeros de la universidad, porque se morían por entrenar (hace ya un mes que nos examinamos de 2º Kyu). Yo hice algunas llamadas a antiguos compañeros de Torrellano, a ver si juntábamos un grupo para practicar, pero la gente está de vacaciones, con los teléfonos apagados… lo normal, vamos.
Total, el viernes 31 de julio decidimos juntarnos, independientemente del número de aikidokas, para mover el Ki (y el esqueleto también). Aquí está el documento gráfico:
De izquierda a derecha: Daniel, Fernando, Timur, Adán y Moisés.
Del entrenamiento cabe destacar un concepto que causó honda impresión en mis compañeros: el círculo de la muerte (el nombre es cosecha propia). Se trata de algo muy básico, que me imagino que practican en todas las escuelas y líneas del Aikido; tori se sitúa en el centro de un círculo formado por varios ukes, que le atacan de manera alternativa. En Shingu es una práctica normal desde el primer día, y se practica siempre que es posible, prácticamente en cada entrenamiento. En mi corta experiencia en la línea de Tamura, no lo he visto nunca, con lo que me imagino que se empieza a practicar a partir de cierto nivel.
El círculo de la muerte (aquí me imagino música macabra cada vez que lo lees) sorprendió mucho a Timur, Adán y Moisés, porque no se parece en nada a la práctica habitual por parejas, en la que te acostumbras a tu atacante y te centras en la técnica; en el círculo, tras un uke aparece otro, y tu cerebro se distrae, se te olvida la técnica, se te olvida respirar… te pone en tu sitio: no sabemos nada y el Aikido es dificilísimo. Cuando comentábamos la jugada, comentamos que teníamos que practicarlo con más frecuencia, por ejemplo después de los entrenamientos. Me pregunto qué opinará Fidel Sensei, porque como él dice, cada sistema tiene sus reglas, y en él todo encaja. Si empiezas a hacer cambios, es como volver a empezar de cero. En septiembre saldremos de dudas.