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Evolución de la pequeña nobleza ilicitana

La pequeña nobleza ilicitana del siglo XVIII estaba representada por distintos individuos que compartían el poder político y económico con los “hermanos mayores” de su estamento. A continuación haremos un breve recorrido por los pequeños nobles más destacables del Elche del XVIII.

José Vaillo de Llanos era uno de estos pequeños nobles, en 1730 era uno de los hombres más ricos de Elche, pocos años después, en 1745, recibiría el título de Torrellano de mano de Carlos II. Torrellano era una zona rural colonizada durante el siglo XVII, la Torre de Carrús, zona rural también colonizada en ese mismo siglo, fue ofrecida como título a los Millares de Imperial en 1690, presentados en la villa en 1701.

Pero de todos los pequeños nobles ilicitanos del momento, la familia que mejor representa la evolución de este colectivo son, sin lugar a dudas, los Perpiñán. Andrés Perpiñán, el primero del linaje en asentarse en tierras ilicitanas, llegó a Elche de la mano de Jaime I, obteniendo tierras y asentándose allí. Linaje de gran prestigio durante la Edad Media, gozaron de privilegios diversos, además de poder político, destacando algunos de los individuos pertenecientes al linaje, como sería un obispo en Mallorca en torno al año 1330. Las mujeres del linaje Perpiñán solían emparentarse con otras familias nobles o bien entrar en conventos con su correspondiente dote; en cuanto al primogénito, era el que recibía la totalidad del patrimonio. La rama principal de la familia quedo en Elche, donde fue aumentando su patrimonio considerablemente durante el siglo XVII. Llegados al 1642, la familia Perpiñán se dividió en dos ramas, la más importante, encabezada por Salvador Perpiñán, y la segundona; el título de nobleza y exento se vinculo con la rama de Salvador Perpiñán, la cual tendría una gran importancia dentro del municipio de Elche durante la primera mitad del siglo XVIII, desempeñando el propio Salvador el cargo de regidor. Fue tal la importancia que tuvieron los Perpiñán en su haber que, tanto la rama principal como la segundona, llegaron a entrar en conflicto con el propio Duque de Elche, siendo especialmente tensas las relaciones durante la segunda mitad del siglo XVIII.

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Un paralelo con la nobleza ilicitana a través de los Soler de Cornerllá

De acuerdo con su rango social y su status, los Soler de Cornerllá aspiraron a un papel destacado en la vida del Elche del siglo XVIII. La nobleza ilicitana de la época, relativamente poco numerosa, a pesar de tratarse de una villa (Townsend estimó que habrían en Elche unos 200 caballeros, cantidad que vendría a representar aproximadamente el 1,2 % del total de la población), había hecho desde antiguo patrimonio propio de la “defensa de la patria”, y aspiraba en consecuencia al papel protagonista en la dirección de la sociedad local (Ruiz, 1981. pp 72-75; 194-195).

Según Pedro Ruis Torres, en la centuria del setecientos, la pequeña nobleza se configura en Elche como una clase propietaria de tierras, que explota mediante arrendamientos a corto plazo y utilizando jornaleros, enriquecida con el cultivo, elaboración y comercialización del aceite y de la barrilla, productos destinados a ser exportados. Este autor considera estos métodos de explotación como capitalistas (sin que pueda decirse que lo sean plenamente), y atribuye a esta clase una mentalidad que califica de “preburguesa”, buscando extraer al máximo beneficios de sus propiedades, si ben se valen todavía de instituciones del Antiguo Régimen, como la vinculación. Los nobles ilicitanos se enturan situados en los puestos de control del municipio, tanto al frente del ayuntamiento como de las milicias locales, y forman un grupo tradicionalmente enfrentado a los señores de Elche. (Baldaqui y Predells, 1992. p. 39).

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El enlace de Francisco Soler y María Rafaela Juan Ximénez

Francisco Soler de Cornerllá, hijo de Don Leonardo Solar de Cornerllá y Vaillo de Llanos y de Doña Vicenta Ros Ursinos y Barbera y hermano del eclesiástico Leonardo Soler, era el primogénito varón y heredero de su linaje. No contrajo matrimonio hasta los 37 años debido a razones de índole económica, pues no entro en posesión de sus bienes hasta la muerte de su padre en noviembre de 1762.

Para buscar a su esposa no se alejó demasiado de su ámbito familar; María Rafaela Juan Ximénez de Urrea, que contaba con 21 años al casarse, era hija de Nicolás Juan Pascual del Pobil, hermano consanguíneo de Margaríta, Bernardo y de aclamado humanista Jorge Juan Santacilia, quienes, a su vez, eran primos segundos de Francisco Soler.

Jorge Juan Santacilia, como miembro destacable de su familia debido a su trayectoria profesional e influyente posición, participó activamente en los preparativos nupciales. Estando su residencia en Madrid acudió a los mejores comerciantes y artesanos, consiguiendo artículos cuya adquisición de debía ser fácil en Alicante o en Elche; además, cumplió la labor de intermediario entre Francisco y su hermano Nicolás.

Hacia octubre Francisco viajo a Valencia acompañado de su hermano Dionisio, el cual era Guardia de Corps, de allí compro, entre otras cosas, los tejidos que una vez estando en Elche envió a Alicante con el fin de que comenzara la confección de los trajes para Rafaela.

No se conoció la fecha de la boda hasta nueve días antes de la celebración de la misma. Francisco se esforzó para que la boda se celebrara antes de Navidad, deseando que su hermano Leonardo oficiara la ceremonia, pues éste, pasadas esas fechas, debía de volver sin falta a la parroquia de Almoradí. Por otro lado, para alegría de Francisco Soler, finalmente se pudo confirmó la asistencia de Jorge Juan a la ceremonia.

De esta forma, Francisco Soler y Rafaela Juan contrajeron matrimonio el día 18 de diciembre de 1763 en la Iglesia Colegial de San Nicolás de Alicante, siendo la ceremonia presidida por Dr. D. Leonardo Soler, actuando como testigos don Jorge Juan, don Bernardo Juan y don Pedro Soler, entre otros.

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La figura de D. Leonardo Soler de Cornerllá

El primer antepasado conocido de D. Leonardo Solar de Cornerllá es Pedro Soler, quien ya se encontraba instalado en Elche en 1483. Con el hijo de Pedro Soler, Juan Soler y Portes, arranca el linaje nobiliario y el apellido compuesto de la familia, pues éste fue armado caballero en Monzón por Felipe II y contrajo matrimonio en segundas nupcias con Violante Cornerllá.

Ya entrados en el siglo XVIII, nos encontramos con que al frente de la familia en Elche se encuentra D. Leonardo Soler de Cornerllá y Vaillo de Llanos, padre del eclesiástico protagonista de esta entrada, se casó con doña Vicenta Ros de Ursinos y Barberá en diciembre de 1724.

D. Leonardo Soler de Cornerllá fue un eclesiástico cuya carrera responde al arquetipo del clérigo con inquietudes de su época. Nacido en Elche el 10 de Abril de 1736 y muerto en Orihuela en 1796, fue un hombre atraído por la predicación, a cuyo menester estaba volcado.

Soler es un buen exponente de la generación que entre 1760 y 1770 intento tímidamente introducir en Orihuela las ideas ilustradas. Catedrático de Sagrada Escritura, y regente de estudios del Seminario orcelitano, párroco sucesivamente de Almoradí y de la iglesia de San Juan Bautista del Arrabal de Elche y canónigo magistral en la catedral oriolana desde 1777, sus inquietudes intelectuales le llevaron entre 1775 y 1776, a realizar excavaciones en el yacimiento de la Alcudia, próximo a su villa natal, las cuales adquirieron cierta resonancia y dieron lugar a que se enzarzara en una agria polémica con el conde de Lumiares, que impulso a este a escribir su Casta al Sr. D. Juan Antonio Mayans y Siscar… dándole noticia de los descubrimientos hechos en la Alcudia inmediata a la Villa de Elche. (Baldaquí y Pradells, 1992. pp 25-26).