De acuerdo con su rango social y su status, los Soler de Cornerllá aspiraron a un papel destacado en la vida del Elche del siglo XVIII. La nobleza ilicitana de la época, relativamente poco numerosa, a pesar de tratarse de una villa (Townsend estimó que habrían en Elche unos 200 caballeros, cantidad que vendría a representar aproximadamente el 1,2 % del total de la población), había hecho desde antiguo patrimonio propio de la “defensa de la patria”, y aspiraba en consecuencia al papel protagonista en la dirección de la sociedad local (Ruiz, 1981. pp 72-75; 194-195).
Según Pedro Ruis Torres, en la centuria del setecientos, la pequeña nobleza se configura en Elche como una clase propietaria de tierras, que explota mediante arrendamientos a corto plazo y utilizando jornaleros, enriquecida con el cultivo, elaboración y comercialización del aceite y de la barrilla, productos destinados a ser exportados. Este autor considera estos métodos de explotación como capitalistas (sin que pueda decirse que lo sean plenamente), y atribuye a esta clase una mentalidad que califica de “preburguesa”, buscando extraer al máximo beneficios de sus propiedades, si ben se valen todavía de instituciones del Antiguo Régimen, como la vinculación. Los nobles ilicitanos se enturan situados en los puestos de control del municipio, tanto al frente del ayuntamiento como de las milicias locales, y forman un grupo tradicionalmente enfrentado a los señores de Elche. (Baldaqui y Predells, 1992. p. 39).