En el siglo XVII la nobleza valenciana vivía proyectada hacia Madrid en sus ansias de aristocratización, condicionando su modo de vida e intentando traslada a tierras valencianas las manifestaciones festivas y teatrales madrileñas reflejo de los ideales de vida cortesanos. En este sentido hay que señalar que el mayor foco de actividad sociocultural en la ciudad de Valencia serán las fiestas, ya fueran por motivos religiosos o profanos, pudiendo ser tanto privadas como públicas.
Por un lado, las fiestas privadas estaban reservadas para un determinado sector de la sociedad, normalmente de las altas esferas de la nobleza, y se celebraban en la casa de algún noble que ejercía de anfitrión, alguna de las salas de la Diputación y del Ayuntamiento o en el propio Palacio Real. Dado esto, cabe destacar que la nobleza valenciana no perdía ocasión para destacar su posición a través de la diversión y el lucimiento.
Por otro lado, las fiestas públicas se realizaban en la Plaza del Mercado, ya fuera la de la Seo o la de Predicadores y obviamente estaban abiertas para que asistieran todos los ciudadanos. En este caso, el poder que pretende hacer ostentación no es el de la nobleza sino el de los poderes públicos y locales ejerciendo una gran influencia ideológica-cultural sobre los ciudadanos.