Todos nos hemos hecho esta pregunta alguna vez, ya sea para el hogar o para el trabajo, y realmente, se trata de una decisión que puede afectarnos más de lo que nos imaginamos, tanto por cuestiones de rendimiento como por el coste económico. Por esta razón, antes de decidir qué impresora adquirir, es conveniente tener muy claro el uso que le vamos a dar.
Son varias las cuestiones que debemos plantearnos. La primera, si queremos una impresora multifunción o no. Como todos sabemos, una impresora multifunción nos va a proporcionar en un único aparato varias funcionalidades. Si somos estudiantes, se trataría de una opción más económica, ya que es habitual que se necesite escanear documentos o imágenes. Además, un estudiante no suele tener mucho espacio disponible, por lo que cualquier ahorro en ese aspecto se agradece y mucho.
Por el contrario, para usos profesionales en la Universidad de Alicante (PAS/PDI), esta opción debe contemplarse en casos excepcionales, ya que la asistencia hardware a estas máquinas no está incluida. Por lo tanto, o se tiene algún tipo de ampliación de garantía para extender el tiempo de vida de la multifunción o únicamente tenemos garantizado el tiempo de servicio técnico que nos proporcione la marca y/o vendedor.
Mi consejo particular es no invertir mucho dinero en una impresora multifunción, con el fin de sustituirla sin ocasionar un perjuicio muy grande, y tener impresoras puras (tinta, láser, etc.) para el trabajo más cotidiano.
Siempre hay que tener en cuenta que las multifunciones son un “todo en uno”, esto quiere decir que en ocasiones, el daño de una de las funciones afecta al resto. Por ejemplo, el daño de la correa de impresión, afectaría tanto a la impresión como a la recepción de faxes. En cualquier caso y siempre que la inversión no sea muy alta (y el número de impresiones tampoco) es una opción a tener en cuenta.
Otro de los aspectos que debemos considerar es el número de impresiones. Nos plantea otra disyuntiva: ¿láser o tinta? Si el número de impresiones no es muy alto (la mayoría de usuarios), recomendamos la impresión de tinta. Una impresora láser puede ser rentable a partir de 3.500 ó 4.000 impresiones al mes, algo poco frecuente en nuestras oficinas. Por tanto, una sencilla impresora de tinta (o multifunción) nos va a sacar del apuro en la mayoría de las ocasiones.
Si realizamos habitualmente muchas impresiones, se recomienda el uso de cartuchos de larga duración, que algunas empresas ofrecen. Si no se va a hacer un uso habitual, los cartuchos pueden llegar a secarse, aunque estén totalmente llenos, por lo que es recomendable hacer algún tipo de impresión (unas pocas hojas cada quincena es más que suficiente).
Para grandes volúmenes de impresión, es importante ver el número de cajones de papel disponibles y la capacidad de los mismos (para no tener que ir reponiendo continuamente), así como la funcionalidad de la impresora. Dentro de las impresoras de tinta, hay impresoras optimizadas para un alto nivel de impresión, siendo obviamente más caras, mientras que las estándar son mejores para un uso habitual de impresión, que sería de menos de 500 hojas al mes.
Otra duda recurrente es si se adquiere en color o negro. La decisión es muy sencilla. ¿Es necesario imprimir en color? Lo normal es que sí, por lo tanto, lo habitual es adquirirla en color, pero el error está en imprimir absolutamente todo en color, cuando en ocasiones son para un simple borrador. Es una práctica muy útil configurar por defecto el modo borrador, con el fin de ahorrar la mayor cantidad de tinta. Con el uso habitual, parece que la impresora “se come” la tinta a un ritmo altísimo y el coste de los cartuchos es muy alto en comparación con el precio de la impresora.
Y los cartuchos, ¿originales o compatibles? En este aspecto lo ideal es probarlos y decidir en consecuencia. Los originales son mucho más caros, pero garantizamos que en la mayoría de ocasiones no tengamos problemas de impresión. Por el contrario, los cartuchos compatibles garantizan un precio razonable, pero con el riesgo de tener que tirarlos a las primeras de cambio porque nuestra impresora no los admita o simplemente, manchen el papel. Mi consejo es probar con uno, por ejemplo el cartucho negro, y ver la prestación que nos da. Si nuestra impresora los acepta y no nos da problemas, nuestro bolsillo nos lo va a agradecer y mucho. Adquirir muchos cartuchos baratos para “probar” es un riesgo alto y desaconsejable.
La velocidad de impresión es también relevante y tiene que ver con el volumen de impresión. Si el volumen es bajo, la velocidad no tiene tanta importancia, aunque un buen número sería de 30 ppm en negro y 18ppm en color. También es importante para la velocidad si soporta USB 3.0 o 2.0, o la velocidad de impresión de primera hoja.
El tipo de conexión también debe dconsiderarse, sobre todo en ámbitos profesionales. El más habitual es la conexión USB, y generalmente es tan sencillo como conectar e introducir el CD de drivers (a veces, el sistema operativo reconocerá la impresora e instalará los drivers básicos para su uso normal). Si son varios los usuarios que necesitan imprimir, aparte de compartir el uso de la impresora, también podemos considerar la posibilidad de que la impresora se conecte vía WIFI (generalmente para uso con portátiles) o por cable (Ethernet), con el fin de no tener que depender de otro ordenador para su utilización. El primero de los casos es, como comento, el más habitual y suficiente para la mayoría, aparte de ser el más económico, aunque es bueno conocer estas otras alternativas.
Por último, muy interesante a la hora de adquirir una licencia es la compatibilidad con diferentes sistemas operativos. Una queja habitual consiste en la imposibilidad de conectar una impresora porque no existen drivers para ese sistema operativo. Es interesante informarse, bien en la misma caja o en la página del fabricante, qué sistemas operativos (y versiones de los mismos) soporta. Las impresoras de grandes fabricantes suelen, aunque a veces nos llevamos desagradables sorpresas, soportar la mayoría de los sistemas operativos, pero una simple comprobación nos puede evitar más de un disgusto.
Hay más aspectos a tener en cuenta pero ya son más específicos en torno al uso que se le vaya a dar. Por ejemplo, un ahorro importante cuando imprimimos mucho es que permita la impresión a doble cara. Si el uso es más profesional, la resolución de impresión va a ser un factor a tener en cuenta. Cuanta más resolución, menor velocidad y más consumo de tinta, aunque mayor calidad de impresión. Una resolución óptima podría ser 1200 x 1200 ppm. Cabría también considerar los tipos de papel soportados, el grosor del soporte, etc.
Teniendo en cuenta todos los factores que influyen, es complicado acertar al 100%. Considerar todos estos factores nos ayudará a no equivocarnos en la elección de nuestra impresora.
Miguel Ángel Alcaraz, Técnico de soporte y asistencia a usuarios.