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Erasmo de Rotterdam

Erasmismo y antierasmismo: Erasmo y su obra en el tiempo y el espacio

      “Dios conceda una larga vida al Gran Inquisidor pues él ha sido mucho más generoso con los hombres de entendimiento que el Papa. Porque si él aparta de nosotros los Adagia de Erasmo, como el Papa hizo en su catálogo, ciertamente digo que sudaríamos sangre y agua” (Lorenzo Palmireno, humanista aragonés).

     Hemos visto como en España se produce un cambio en la visión de la figura de Erasmo y su obra, especialmente a partir de su muerte. Esta evolución forma parte de algo más amplio: tiene que ver con lo que está sucediendo en Europa en este momento, con la posición de los distintos territorios y gobernantes respecto a la Reforma, con las corrientes de pensamiento que imperan en cada momento… Así, a continuación, analizaremos los avatares de la figura de Erasmo, de sus ideas y de su obra a lo largo del tiempo y el espacio.

     Mientras vive, su pensamiento y su filosofía de Cristo se extienden por toda Europa gracias a la imprenta, que difunde sus obras; a sus amigos, repartidos por todo occidente, con los que mantiene unas fluidas relaciones episcopales, que le sirven para intercambiar ideas y opiniones; a los gobernantes de distintos países, que pugnan por su presencia y se rodean en sus Cortes de erasmistas…

     Sin embargo, una obra como la suya deja una huella que va más allá de su propia época. Así, de su doctrina derivará todo un movimiento, que recibirá el nombre de erasmismo. Del mismo modo, la oposición a sus ideas empieza a conocerse -también en vida del pensador- como antierasmismo. Podemos distinguir entre un erasmismo filológico y otro teológico, que lleva a menudo al protestantismo.

     Durante el Renacimiento, el pensamiento de Erasmo tendrá una gran influencia en los países de Europa occidental. En los Países Bajos el principal centro receptor y difusor será el Colegio Trilingües de Lovaina. En la facultad lovaniense de Teología predominan los antierasmistas, aunque también habrá algunos erasmistas moderados: Martin Dorp y Adriano de Utrecht (el futuro papa Adriano VI, que acabará convirtiéndose en uno más de sus protectores). En los confines orientales del Imperio prevalecen las ideas pacifistas de Erasmo; Segismundo I de Polonia y Ladislao I de Hungría se relacionan con él. La ciudad de Cracovia se convierte en un centro receptor bajo la influencia de Laski, de Cricius y de Iohannes A. Cassoviensis. En Inglaterra, nación del antierasmista Edward Lee, la mayoría de los humanistas siguen el ejemplo de Fisher o de More. En Francia tiene la simpatía de la Corte de Francisco I, con el contrapeso del rechazo de la Sorbona. En lo que hoy conocemos como Italia, el erasmismo literario tiene en el cardenal Pietro Bembo (Venecia) a uno de sus mejores representantes. Entre los miembros de la curia pontificia hay favorables y desfavorables a Erasmo. Mientras vive, papas como Julio II, León X y Adriano VI le tienen en consideración. Sin embargo, también será quien acabe prohibiendo toda su obra (Paulo IV). Por último, en España, como ya hemos visto, sus doctrinas se difunden durante la primera mitad del siglo XVI bajo la protección de Carlos V, pero tras la abdicación de éste su éxito empieza a declinar, hasta que su obra acaba siendo perseguida y prohibida por la Inquisición.

     Los años en los que las voces de Reforma de Lutero se empiezan a consolidar suponen un punto importante en esta evolución: marcan el ascenso de los antierasmistas, cuyas opiniones se oyen ahora mucho mejor. En la lucha entre partidarios de la ortodoxia católica y luteranos, Erasmo no quiere apoyar firmemente a ningún bando. Esto le ganará el desprecio de los dos: unos consideran que sus ideas son el germen de la Reforma, otros piensan que es demasiado cobarde para dar el paso hacia la ruptura. Sin embargo, ambos grupos han bebido en un primer momento de sus pensamientos. Los reformadores suizos y los de la alta Alemania son discípulos suyos; le reprochan su actitud, pero siguen respetándole, ya que gracias a él se ha iniciado todo el movimiento. Hay también católicos que le consideran un gran dirigente y muchos de ellos piensan que sólo él puede impedir la división de la Iglesia.

     Sin embargo, dentro de ambos colectivos Erasmo también se gana una imagen negativa. Dentro de los partidarios de la ortodoxia católica se desarrolla, ya desde el momento en el que sus ideas se consolidan y difunden, una imagen negativa del pensador: su obra derriba y critica sin atenerse a norma alguna. Es la época de los ataques de los teólogos de Lovaina de Edward Lee, de López de Zúñiga… Los múltiples ataques tienen un punto común de partida: a través de una exégesis de la Biblia que no sigue la pauta de la tradición eclesiástica, Erasmo socava el dogma y abre así una vía a todas las formas de herejía posibles, incluida la Reforma.

     Por otro lado, también los defensores de la Reforma tienen una imagen negativa de Erasmo. Para Hutten en un hombre débil, sin conciencia, cobarde, codicioso y dispuesto siempre a ponerse al servicio de la facción vencedora. Según su parecer, estos fallos de carácter se han visto sobre todo en su actitud respecto a Lutero: a pesar de las coincidencias con él, Erasmo se retracta por miedo.

     El ascenso de la imagen negativa se inicia a mediados de la década de 1520 y se refuerza tras su muerte (1536): San Ignacio de Loyola, interesado primero por sus escritos, prohíbe más tarde sus obras; Eck lo considera católico en 1528, pero en 1540 afirma: “Él, junto con los luteranos, aniquiló la auténtica filosofía cristiana”. “Puso el huevo que incubaron Lutero y Zwinglio”. El punto culminante de los ataques llegará cuando en 1559 el papa Paulo IV  decida incluir todas sus obras en el Index librorum prohibitorum romano, la lista de los libros prohibidos que aparece este mismo año. Desde entonces, el único país en que pueden leerse es España, donde Felipe II, en su deseo de controlar a un papa anti-hispano, se arroga el derecho de publicar un Index propio, más moderado que el romano.

     Sin embargo, aunque reprimido durante largo tiempo, el espíritu racionalista y crítico del erasmismo consigue sobrevivir y resurge durante el siglo XVIII. En el siglo XIX, la historia de la cultura se interesa por Erasmo y por su obra, como prototipo del Renacimiento europeo fuera de Italia. En este sentido, un paso importante en los estudios sobre este humanista es la edición oxoniense de Allen del Opus epistolarum erasmiano (1906-1958).

     Fuentes

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura o encomio de la estulticia, edición y traducción a cargo de Pedro Voltes, introducción de Juan Antonio Marina, Madrid, Espasa Calpe, colección Austral, 2008, 16ª ed.

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, Barcelona, Bosh, 1976.

-AUGUSTIJN, Cornelis, Erasmo de Rotterdam. Vida y obra, Barcelona, Crítica, 1990.

http://riowang.blogspot.com/2009/09/erasmo-adagia-y-el-index-romano.html