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San Ignacio de Loyola: erasmismo y antierasmismo

                                             

 

San Ignacio de Loyola

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 http://www.filosofia.mx/index.php?/galeria/image_full/70/

     San Ignacio de Loyola,  junto con Erasmo y Lutero, es una de las  tres máximas figuras de la historia espiritual de su generación. Nacido en 1491, en Loyola , desde joven Ignacio quiere seguir el ideal de vida militar y de caballero que han tomado sus hermanos mayores, pese a la preferencia de su padre por la vida clerical. En su juventud no manifiesta especiales deseos de ingresar en ninguna orden religiosa; antes bien, gusta del galanteo al modo de la época, de los libros de caballerías, de la diversión, la caza, las armas… En 1521, durante un ataque francés a Navarra, Ignacio, que está al servicio del virrey de Antonio Manrique, pariente suyo, es herido en las piernas. Durante su convalecencia en la casa familiar se dedica a la lectura de vidas de santos, libros que ejercen una profunda influencia sobre él hasta el punto que decide abandonar su vida anterior para pasar a imitar las de los santos, ya en otoño de 1521. Un año más tarde emprende viaje a Jerusalén y, en su parada en Montserrat, decide abandonar las armas de caballero y adoptar ropajes de mendigo. Durante un año, en Manresa, trabaja en la redacción de sus “Ejercicios espirituales”, al tiempo que se confiesa y se penitencia. Al regreso de Tierra Santa cursa estudios en Barcelona, Alcalá y París (1528-35), lugar en el cual su modo de vida y figura va ganando adeptos, como san Francisco Javier. En 1537 experimenta la visión de Dios, quien le infunde la idea de fundar la compañía de Jesús y le encarga la misión de expandir el nombre de Cristo. Rápidamente se suceden las fundaciones e ingresan adeptos en el movimiento religioso, que esparcirá a sus miembros por alejadas regiones del planeta como China, Japón o América. En Roma funda el Colegio Romano en 1551.


    Entendido dentro del contexto del grave cisma católico del siglo XVI, el movimiento jesuítico se inscribe plenamente dentro de la reacción contrarreformista a los postulados luteranos, calvinistas y anglicanos. Así, defienden un ideal de vida cristiana cercano al de los cristianos primitivos, esto es, privados de bienes materiales e imbuidos plenamente de religiosidad. Además, la educación de la juventud en la fe católica deberá suponer un freno a la extensión de las ideas reformadoras. Los colegios de jesuitas, pues, se convertirán en la principal herramienta de la congregación. Como tercer pilar ideológico, la figura del papa, atacada desde la heterodoxia, aparece defendida y reforzada por los jesuitas, quienes le veneran de manera incontestable no sólo como cabeza jerárquica de la Iglesia sino con amor filial.

     Algunas de estas ideas pueden rastrearse en el propio Erasmo: él también busca un retorno al cristianismo primitivo. De hecho, en un primer momento, san Ignacio será uno de los seguidores del pensamiento erasmista. Sin embargo, más tarde, se acabará apartando de él. De hecho llegará a prohibir la lectura de sus obras. Esta evolución es la misma que apreciamos dentro de las Cortes europeas o en los miembros de la jerarquía eclesiástica. De la simpatía hacia el erasmismo se pasa al recelo y a la condena. Es un síntoma de que los tiempos han cambiado: la Reforma se ha extendido, el miedo ha ido calando y es necesario contener las posiciones más heterodoxas. Son los tiempos de la Contrarreforma.

Fuentes:

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, edición a cargo de Teresa Suero Roca, Barcelona, Bruguera, 1974.

 http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/personajes/6279.htm

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Nicolás Maquiavelo, un humanista laico

 

                                             

Nicolás Maquiavelo

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 http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/maquiavelo.htm

     “Diciéndome el cardenal de Rouen que los italianos no entendían la guerra, le respondí que los franceses no entendían nada del estado; porque si hubieran entendido no habrían dejado jamás que la Iglesia alcanzara tanto poder” (Nicolás de Maquiavelo, El Príncipe).

     Nicolás Maquiavelo -Niccolo Macchiavelli- nace en Florencia el 3 de mayo de 1469. Es hijo de Bernardo dei Niccolo Macchiavelli, jurisconsulto, y de Bartolommea dei Nelli, una dama muy bella e instruida.

     Escritor, jurista, diplomático y político, consagra su vida a la teoría y praxis política, la que deduce de su observación y su experiencia directa de la confusión política. Su prestigio comienza pronto. A los veinticinco años se le nombra secretario del gobierno Dei Dieci. Se desempeña, luego, en distintas legaciones en algunos estados de Italia y en Alemania, misiones éstas que comenta en sus escritos.

     En 1502 contrae matrimonio con Marietta Corsini, del mismo nacieron cinco hijos. Sus actividades como embajador duran hasta el año de 1512, en que se le dan responsabilidades políticas y técnicas, incluyendo la organización de una infantería nacional y de una caballería.

     En el año 1513 es alejado del poder y comienza una época de persecución contra él. Los Médicis lo encarcelan y es sometido al tormento, acusándosele de conspirador. Ya había publicado para entonces obras filosóficas y literarias, pero después de ser prácticamente desterrado de Florencia, desde su casa de campo, intensifica sus tareas; y gracias a la atracción que siempre experimenta el gran Lorenzo de Médicis, uno de los espíritus más representativos del Renacimiento por las artes y las letras, puedo Maquiavelo obtener su favor.

     Muy distinguido también como tratadista y crítico militar, publica obras notables de este carácter como El arte de la guerra, Ordenanza de la Infantería y Ordenanza de la Caballería. En otros aspectos, destacan su Discurso sobre las Décadas de Tito Livio, Discurso sobre la Lengua, Historia Florentina, Mandrágora y Discurso Moral.

     En todas sus obras, revela Maquiavelo su gran cultura, un pensamiento ágil y profundo y dotes extraordinarias de escritor. Maneja el idioma con personalísimo estilo y suprema elegancia.

     La obra fundamental del célebre filósofo florentino, la que ha perdurado a través del tiempo, dando siempre lugar a las más encontradas opiniones, es El Príncipe, libro que encierra, cuanto de filosofía práctica y reglas de gobierno podría apetecer un jefe de Estado de cualquier tiempo, dispuesto a no reparar en medio para alcanzar sus fines. En este punto es donde parece más interesante establecer comparaciones con Erasmo.    

     Erasmo desconoce la obra de Maquiavelo, en cambio éste conoce y aprecia la suya. Ambos se parecen mucho por su amor a la cultura clásica, por su gusto exquisito de la buena literatura, que practican con gran ingenio. Pero Maquiavelo vive de cerca la realidad política de su tiempo, y Erasmo la considera de lejos, en sus grandes perspectivas, como concepción vasta ético-filosófica… Maquiavelo es un pragmático y hasta cierto punto un empírico

     Sin embargo, esto lleva a que ambos autores, humanistas y contemporáneos, defiendan posiciones muy diferentes acerca del príncipe o gobernante, de las relaciones entre los Estados, de la guerra… Erasmo, frente a Maquiavelo, tiene una imagen positiva del ser humano, es un idealista, un defensor de una Europa unida –al menos en el campo de lo intelectual-, un detractor de los conflictos armados (para él vale más una paz injusta que la más justa de las guerras)… Su príncipe, es el príncipe cristiano por excelencia, mientras que el de Maquiavelo es el del nuevo Estado nacional, fuerte, absoluto…

Fuentes:

DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, edición a cargo de Teresa Suero Roca, Barcelona, Bruguera, 1974.

http://www.monografias.com/trabajos13/nicomaq/nicomaq.shtml#PRINCIP

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Erasmo frente a Lutero

 

Martín Lutero

Imagen obtenida de: http://www.planetahistoria.com/2008_10_01_archive.html

     “Erasmo, nuestro honor y esperanza nuestra, mantengo relación sin cesar con vos; y, sin embargo, no nos conocemos todavía. […] Hoy, cuando el excelente Fabricio Capitón me ha hecho saber que mi nombre os era conocido desde esa nadería de las indulgencia y cuando he visto, por vuestro nuevo prefacio al Enchiridion, que vos no solamente habíais leído, sino además aprobado mis parloteos, me veo precisado a prestar testimonio de reconocimiento, incluso en una epístola bárbara, a ese espíritu excelente, a causa del cual el mío y el de todos los demás se han enriquecido. […]. Así pues, mi querido Erasmo, hombre amable, si os parece bien, reconoced en mí a uno de vuestros hermanos en Jesucristo” (carta de Lutero a Erasmo, fechada el 28 de marzo de 1519).

     “Cualquiera está de acuerdo con las tesis de Lutero; yo veo que la monarquía del Papa en Roma tal como es ahora, es la peste del cristianismo. Pero no sé si es conveniente tocar en público esa úlcera”. (Erasmo).

     Existe una llamativa simetría entre la biografía de Erasmo y la de Lutero. Este último también se hace monje agustino en 1505 y comienza a estudiar Teología en la Universidad de Wittenberg, en donde se doctora en 1512. Siendo ya profesor comienza a criticar, al igual que Erasmo, la situación en la que se encuentra la Iglesia católica. Ambos personajes vivirán semejantes y enfrentados.

     El aspecto más tenso de la vida de Erasmo consiste en plantearse qué actitud adoptar ante la reforma luterana y la reacción de la Iglesia. Él, a la par que Lutero, conoce y reprueba los vicios de ésta y desea una revisión purificada del catolicismo. Desde 1519 el monje alemán le escribe intentando atraerlo a su postura y él responde de modo evasivo. Las presiones de uno y otro bando irán en aumento, hasta que en 1524 Erasmo sale de su posición de reserva y entra en liza con el tratado De libero arbitrio, defensa del libre albedrío con la que confirma su fidelidad a la Santa Sede. Al responder Lutero con su De servo arbitrio, en 1526, Erasmo le contesta con Hyperapistes, diatribe adversus servum arbitrium Lutheri, obra en la que la irritación personal adquiere mayor relieve.

     Mientras Lutero decide romper con la Iglesia y acaudillar una renovación espiritual, Erasmo se abstiene rotundamente de todo enfrentamiento con el papa. Si en un principio desea mantenerse neutral, este anhelo fracasa dolorosamente. Cuando Lutero empieza a ser condenado por distintas instituciones, Erasmo lo es a menudo junto a él. Más aún, a Erasmo se le censura su ambigüedad, su inconsecuencia, su habilidad para escabullirse de toda postura concreta. Incluso un admirador suyo, Huizinga, escribe: “La equivocidad cala hasta lo más profundo de su ser. Cree profunda y constantemente que ninguna de las opiniones en discordia puede expresar la verdad completa”.

Fuentes:

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura o encomio de la estulticia, edición y traducción a cargo de Pedro Voltes, introducción de Juan Antonio Marina, Madrid, Espasa Calpe, colección Austral, 2008, 16ª ed.

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, edición a cargo de Teresa Suero Roca, Barcelona, Bruguera, 1974.

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, Barcelona, Bosh, 1976.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/lutero.htm

A continuación, un vídeo sobre la vida de Lutero:

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Su amigo Tomás Moro

                             

 

Tomás Moro y Erasmo de Rotterdam.

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http://elartedelaesquina.blogspot.com/2008_07_01_archive.html

     “En la ausencia, tu recuerdo como ausente me deleitaba tanto como tu presencia en el trato cotidiano contigo como presente, el cual, por mi vida, puedo asegurarte que es lo que me produce más satisfacción en el mundo”. (Erasmo de Rotterdam a Tomás Moro en el preámbulo de El elogio de la locura). 

     Erasmo conocerá a Tomás Moro durante su viaje a Inglaterra en 1499. Desde entonces –y hasta la ejecución del último-, ambos humanistas compartirán una estrecha amistad, reflejo de la cual es su amplia correspondencia.

     Tomás Moro (sir Thomas More), canonizado en 1935, nace en Londres en 1478. Hijo de un magistrado, estudia en la Saint Anthony School. Entre 1492 y 1494 realiza estudios superiores en la Universidad de Oxford. Más tarde, tras regresar a Londres, estudia en el Lincoln’s Inn. Alterna una brillante carrera profesional y política con su interés por la literatura. Su vasta cultura humanística le valdrá la admiración de Erasmo. En 1509 es nombrado miembro del Parlamento y en 1518 entra al servicio de Enrique VIII de Inglaterra. Ese mismo año escribe su Historia del rey Ricardo III. Dos años antes había publicado su célebre Utopía, en la que proponía una organización racional de la sociedad, de base comunal, que situaba en una isla imaginaria. La obra, convertida en un clásico del humanismo, ejercerá una duradera influencia, desde Bacon hasta George Orwell. Todavía al servicio del rey, Moro defiende públicamente la libertad de culto y de palabra. En 1521 es nombrado vicetesorero del reino y recibie el título de caballero. En 1523, ya en pleno auge de la Reforma, escribe Responsio ad Lutherum, obra en la que se enfrenta al luteranismo. Sin embargo, tres años después empezará el conflicto con el rey que acabará costándole la vida: Enrique VIII, casado con Catalina de Aragón, quiere el divorcio para poder asegurarse descendencia masculina. Tomás Moro se opone a esto y renuncia en 1532 a la cancillería del reino, cargo al cual había accedido en 1529. Tras haberse negado a asistir a la coronación de la nueva reina, Ana Bolena, es acusado de corrupción, juzgado y condenado a la pena capital. Morirá en 1535, un año antes que su amigo Erasmo.

     Ambos amigos desarrollarán unas líneas de pensamiento muy semejantes en muchos aspectos. Si Erasmo defiende la paz, una Europa unida y una imagen del príncipe cristiano que quiere el bien común, Moro describe en su Utopía una sociedad ideal, después de haber criticado duramente la que tiene ante sus ojos: denuncia el absolutismo; va contra los privilegiados, el espíritu materialista, el imperio del dinero… En cambio, el Estado ideal de Utopía reposa sobre el comunitarismo, las leyes son pocas y sencillas, la religión es simple y ligada al civismo, y personas ilustradas se encuentran a la cabeza del gobierno. Sin embargo, hay algunas diferencias con el pensamiento de Erasmo, como es la posición ante la guerra: mientras él admite la posibilidad de una guerra justa, el holandés da más valor a una paz injusta que a la más justa de las guerras.

     La obra de Erasmo que analizamos aquí, El elogio de la locura, va dedicada a Moro, como el autor explica en el prefacio. De hecho, la idea de esta sátira le llega durante un viaje a Inglaterra que emprende desde Italia. Una vez ha llegado a su destino, en la tranquilidad de la casa de su amigo, la traslada al papel y la titula Encomium moriae, en honor al humanista inglés.

     En el prefacio del Elogio, en realidad una carta que Erasmo escribe a Moro en 1511 (año de publicación del libro) desde París, el autor, que pide a su amigo que tome la obra bajo su protección, no deja de alabar sus virtudes: “preferí algunas veces pensar en nuestros comunes estudios o gozar en el recuerdo de amigos tan amables como doctos en extremo que había dejado y entre los cuales, tú, mi querido Moro, ocupabas el primer ligar”, “en la condición ordinaria de la vida mortal te comportas como Demócrito. Aunque por la singular agudeza de tu ingenio estás apartadísimo del vulgo” (algo, que sin duda, es positivo en estos momentos), “con todos te llevas bien y te diviertes”… Por su parte, Moro también le profesaba una fuerte admiración, de modo que, cumpliendo con los deseos de su amigo, no perderá la ocasión de defender la obra:

      “Acerca de la Moria, Erasmo, que tiempo atrás la puso bajo mi protección, se ha ocupado por su parte de tomar la defensa y, por ello, no será necesario que yo disponga de muchos razonamientos: esa defensa es, de todos modos, fácil en sí misma, pero al compartir él y yo ese empeño, resulta más fácil”. (Carta de Tomás Moro dirigida a Martin Dorp, que había atacado anteriormente el Elogio de la locura).

Fuentes

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura o encomio de la estulticia, edición y traducción a cargo de Pedro Voltes, introducción de Juan Antonio Marina, Madrid, Espasa Calpe, colección Austral, 2008, 16ª ed.

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, edición a cargo de Teresa Suero Roca, Barcelona, Bruguera, 1974.

-BENASSAR, M.B.; JACQUAR, J.; LEBRUN, F.; DENIS, M. y BLAYAU, N., Historia moderna, Toledo, Akal, 2005, 5ª ed.

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, Barcelona, Bosh, 1976.

 –http://www.biografica.info/biografia-de-erasmo-de-rotterdam-desiderio-792

http://www.biografica.info/biografia-de-tomas-moro-santo-sir-thomas-more-1755