“Y al ser del hombre no sólo no se lo puede comprender sin la locura, sino que ni aún sería el ser del hombre si no llevara en sí la locura como límite de su libertad”. Jacques Lacan.
Estulticia, traducida como Locura, es en realidad la Insensatez. No se trata de una locura como patología, como demencia. Es más bien ese comportamiento improvisado, instintivo, lleno de vitalidad, que a menudo vemos con cierta condescendencia en aquellos más dados a practicarlo.
Con su ironía, Erasmo describe el mundo en el que vive, un mundo fruto de la necedad. Doña Insensatez hace en el censo de su progenie: violencias, falsas alegrías, supersticiones, aburridas disputas de teólogos… La sabiduría acaba resultando aburrida, cargante. Así, visto a través de los ojos de Estulticia, el tonto es el sabio, que no sabe disfrutar de los placeres de la vida. Cervantes repite esta pareja en Don Quijote y Sancho. Sin embargo, observada desde la sabiduría, Doña Insensatez y su progenie aparecen como falsas y engreídas. Todo depende del enfoque con el que se mire. Cuando todo el mundo está loco, estar cuerdo es una locura.
“Había una vez, en la lejana ciudad de Wirani, un rey que gobernaba a sus súbditos con tanto poder como sabiduría. Y le temían por su poder, y lo amaban por su sabiduría.
Había también en el corazón de esa ciudad un pozo de agua fresca y cristalina, del que bebían todos los habitantes; incluso el rey y sus cortesanos, pues era el único pozo de la ciudad.
Una noche, cuando todo estaba en calma, una bruja entró en la ciudad y vertió siete gotas de un misterioso líquido en el pozo, al tiempo que decía:
-Desde este momento, quien beba de esta agua se volverá loco.
A la mañana siguiente, todos los habitantes del reino, excepto el rey y su gran chambelán, bebieron del pozo y enloquecieron, tal como había predicho la bruja.
Y aquel día, en las callejuelas y en el mercado, la gente no hacía sino cuchichear:
-El rey está loco. Nuestro rey y su gran chambelán perdieron la razón. No podemos permitir que nos gobierne un rey loco; debemos destronarlo.
Aquella noche, el rey ordenó que llenaran con agua del pozo una gran copa de oro. Y cuando se la llevaron, el soberano ávidamente bebió y pasó la copa a su gran chambelán, para que también bebiera.
Y hubo un gran regocijo en la lejana ciudad de Wirani, porque el rey y el gran chambelán habían recobrado la razón.” (Gibrán Jalil Gibrán, El rey sabio).
Fuentes:
-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura o encomio de la estulticia, edición y traducción a cargo de Pedro Voltes, introducción de Juan Antonio Marina, Madrid, Espasa Calpe, colección Austral, 2008, 16ª ed.
–http://www.elpsitio.com.ar/Noticias/NoticiaMuestra.asp?Id=1363
–http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/otras/gibran/reysabio.htm