Estulticia, la locura, bien podría ser un personaje de una obra de nuestros días. A lo largo de todo su elogio defenderá valores que pueden oler a postmodernidad. Por una parte, pone en cuestión todo lo que se ha dicho y se ha creído hasta entonces, todo lo que siempre ha parecido ser lo lógico, lo racional. El mundo no es como los sabios quieren que sea, ni tampoco es visto por todos igual. Ni siquiera lo podemos comprender por completo, pues “es tan grande la oscuridad y la variedad de las cosas humanas que nadie puede conocer de modo diáfano”. Todo es relativo, aparecen los distintos tonos de grises: “si alguien come una salazón podrida de la que los demás no pueden soportar ni siquiera el olor y a él le sabe a ambrosía, ¿qué le impide ser feliz?” (capítulo XLV). A ello se le suma la propia insignificancia de la vida de cada ser humano: “nadie podría imaginar el bullicio y las tragedias de que es capaz un animalillo de tan corta vida, pues en una batalla o en una peste se aniquilan y desaparecen en un instante millares de tales seres” (capítulo XLVIII).
¿Podemos decir entonces que Erasmo es un postmoderno adelantado a su tiempo? Es cierto que el ambiente en el que vive se parece mucho al nuestro por la fuga de certezas, la espera de novedades y el sentimiento de crisis. Sin embargo, a pesar de todo esto él cree firmemente en las posibilidades del ser humano, en el progreso, en la posibilidad de un mundo mejor (de hecho llega a ser un auténtico idealista en este sentido). Además, debemos tener en cuenta que quien habla en el Elogio es la Locura y, aunque todas las cosas que diga puedan parecer ciertas, no podemos tomarla en serio. A través de ella el autor critica todo lo que no le gusta, pero también aprovecha que es Estulticia y no él quien habla para llevarlo al absurdo, para ridiculizarlo hasta el extremo.
Erasmo intenta escribir para el gran público. Utiliza los medios literarios para llegar a los lectores. En esto es un ultramoderno. Sin embargo, la técnica que utiliza se queda en la postmodernidad. La ironía expande confusión. Ballart escribe que es una modalidad del pensamiento y del arte, sobre todo en épocas de desazón espiritual, en las que dar explicación de la realidad se convierte en un propósito abocado al fracaso. Pero hay que distinguir dos tipos de ironía. Por una parte, la ironía antigua es un artificio sin dolo. Consiste en expresar una cosa diciendo la contraria. Sin embargo, la ironía postmoderna es una concepción del mundo. La afirmación de que nada tiene un significado preciso. Un elogio de lo equívoco. Erasmo no se enreda aquí. Su ironía es antigua, no desemboca en un escepticismo diletante. No es postmoderno, sino un ilustrado ultramoderno.
Fuentes:
-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura o encomio de la estulticia, edición y traducción a cargo de Pedro Voltes, introducción de Juan Antonio Marina, Madrid, Espasa Calpe, colección Austral, 2008, 16ª ed.