Todo hombre es fruto de su tiempo, de las experiencias que ha vivido, de los lugares que ha conocido, de las personas con las que se ha relacionado… Por eso, el estudio de un pensador y de su obra no puede estar completo si no hacemos referencia a estos aspectos. En el caso del autor que nos ocupa, esto se convierte en una necesidad primordial. Erasmo es un hombre inquieto. Viaja sin parar, se considera ciudadano del mundo, escribe incesantemente, sus lectores esperan con impaciencia sus obras, tiene seguidores en toda Europa, en Alemania se popularizan canciones en las que se le elogia desmesuradamente. Continuamente recibe invitaciones, entre ellas del cardenal Cisneros, que le anima a venir a España, cosa que no hace, tal vez porque teme encontrarse con demasiados judíos. Sin embargo, realiza numerosos viajes a Francia, Bélgica, Italia e Inglaterra y pasa por las más importantes metrópolis culturales del momento: Turín, Cambridge, Lovaina, Roma, Oxford… Es precisamente durante el transcurso de uno de esos viajes cuando nace el Elogio de la locura. En este momento se dirige a Inglaterra procedente de Italia, donde ha visto una Iglesia en plena decadencia. Esta experiencia se plasmará en su fuura obra.
Imagen obtenida de:
http://www.cibernous.com/autores/erasmo/teoria/semblanza.html
Fuentes:
-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura o encomio de la estulticia, edición y traducción a cargo de Pedro Voltes, introducción de Juan Antonio Marina, Madrid, Espasa Calpe, colección Austral, 2008, 16ª ed.
-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, edición a cargo de Teresa Suero Roca, Barcelona, Bruguera, 1974.
–http://www.cibernous.com/autores/erasmo/teoria/semblanza.html