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Carlos V y Solimán el Magnífico

La Batalla de Mohács, supuso la derrota del ejército húngaro, a las órdenes del joven rey Luis II de Hungría, a manos del ejército otomano, bajo el mando del sultán Solimán el Magnífico, y que tuvo lugar el 29 de agosto de 1526 a 170 km al sur de Budapest, Hungría, en Mohács.

      

     Carlos V y Solimán el Magnífico, dos emperadores que reinaron sobre tres continentes. Ambos heredaron territorios inmensos de sus antepasados y cada uno de ellos aspiró a la hegemonía mediterránea. No llegaron a conocerse personalmente pero a lo largo de su vida dieron múltiples muestras de recelar el uno del otro. Como es sabido, sus reinados marcaron el «Siglo de Oro» de sus respectivos imperios.

     Carlos V concentró en sus manos el patrimonio político de cuatro dinastías: Habsburgo, Borgoña, Aragón y Castilla. Fue el primer Habsburgo que gobernó en tres continentes y desde la abdicación de Carlomagno, en el siglo IX, la Europa cristiana no había visto un estado cristiano de tales dimensiones, si exceptuamos el Imperio Bizantino. Para mantener integrado el vasto sistema político de la Monarquía Católica se vio obligado a viajar durante toda su vida. Era un líder incansable dotado del don de las lenguas: llegó a hablar flamenco, francés, castellano e italiano.

     Kamuni Sultan Suleyman (Solimán el Legislador), Solimán II, más conocido como Solimán el Magnífico y llamado también en toda Europa «El gran Turco», era un hombre tremendamente polifacético. Era el sultán, pero también un gran legislador, hábil estratega militar, fino poeta, buen calígrafo, experto joyero y amante fiel de su esposa Roxelana, hasta el último día de su vida. Al igual que Carlos V dominaba varios idiomas perfectamente: el árabe, el persa, la lengua de chagatai y el serbio. Como hizo el «emperador de romanos» dirigió personalmente sus ejércitos. De hecho, pasó más de diez años de su vida en campañas.

     Su llegada al poder fue ejemplar, ya que contrariamente a lo que era costumbre en la época, ocupó el trono pacíficamente, sin recurrir a guerras fratricidas. En su tiempo, el Imperio Otomano alcanzó su cenit de poder y esplendor, dándose además la circunstancia de que su mandato fue el más largo en 25 siglos de historia turca: 46 años. André Clot, como antes Toynbee, se refirió a su época como «Nizam-i Alem»; esto es la del orden mundial o de la «Pax Ottomana». Casi consiguió convertir el Mediterráneo, en un «lago turco».

     En cualquier caso ambos hubieron de enfrentarse a enemigos poderosísimos. Carlos V tuvo que luchar contra Kamuni Sultan Suleyman, Barbaros Hayneddin Pasa (Barbarroja), François I y el protestantismo inspirado por Martín Lutero. Por lo que se refiere a Kamuni, sus enemigos principales fueron los Safawíes persas y en Occidente el propio «Emperador de Romanos». Dado que los dos apostaron por la constitución de imperios universales, se vieron abocados a chocar brutalmente.