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Distribución superficial de la población urbana en Elche en el XVIII

Según los Vecindarios en 1730 (AME, Sala I, leg. “Estadística”, 1730) la población urbana de Elche sumaba 1.700 vecinos, es decir, 7.650 habitantes, según el coeficiente 4,5, con la siguiente distribución parroquial: Santa María, 1.869 habitantes; El Salvador, 2.709: Arrabal de Santa Teresa, 270, y 2.803 habitantes en el Raval de Sant Joan. En 1761 la población urbana había ascendido a 14.787 habitantes, lo que supone un incremento del 93% durante los últimos 30 años. Este crecimiento, a nivel parroquial, ofrece ciertas desigualdades: Parroquia de Santa María es de 2.06% anual, en el Salvador, es de 1,59%, y en Arrabal de Santa Teresa, del 5,40%. El crecimiento anormal de este último barrio se explica por la urbanización que surge aquí en los años cuarenta, como se explicó en su lugar correspondiente.

Gozalvez, 1976. p. 89.jpeg

La antigua Morería, pese alguna fuga que pudiera haber hacia el nuevo barrio -poco probable por la mayor pobreza de sus habitantes-, tiene un incremento del 2,42% anual acumulativo entre 1733 y 1761, lo que implica necesariamente una considerable inmigración, a la vez que tan gran aumento de vecinos se explique conjuntamente por una mayor minuciosidad en la realización del segundo recuento.

En 1730, dentro de la antigua vila murada, destaca la gran concentración existente en la calle de San Jaime, seguida de las calles que bordean la muralla, mientras que las manzanas centrales albergan a escasos habitantes, tal vez, como resultado de los extensos lotes de repartos urbanos a raíz de la Reconquista y los consiguientes absentismos.

El gran incremento demográfico de los treinta años siguientes afecta de modo desigual a las calles de Elche. Las que mayor crecimiento experimentan son, lógicamente, las de más bajo nivel económico,  que en general corresponden a las periferias, como se comprueba en los mapas. Allí es en donde había una mayor oportunidad de aumentar la densidad, tanto por un mayor espacio vacío como por unos precios mucho más asequibles.

En 1761 gran parte de las calles de la ciudad, en especial al sur de la Corredora, ofrecen valores paralelos en cuanto al número de personas por unidad de longitud de fachadas. Ahora bien, las superficies interiores de las manzanas, ofrecen valores muy dispares entre la antigua Morería y el resto de la ciudad, con lo que resulta una ocupación real mucho más intensiva en el primer caso, con espacios interiores inexistentes o muy reducidos y viviendas con menos metros de fachada. A ellos habría que añadir el deterioro que esta parte de la ciudad sufriría a raíz del abandono morisco, precisamente sobre unas construcciones de muy baja calidad, con lo que el hacinamiento resultaría doblemente negativo (Gozalvez, 1976. pp. 87-90).

Gozalvez, 1976. p. 88.