- ALMARIC, Jean-Pierre y DOMERGUE, Lucienne. La España de la Ilustración (1700-1833). Barcelona: Editorial Crítica, 2001. (Colección «Libros de Historia»). ISBN: 84-8432-231-9.
En rigor, cuando hablamos de la Ilustración, ya sea a la española o à la française, hablamos de despotismo ilustrado (ora monárquico, ora constitucional). El grueso del movimiento ilustrado y más tarde del movimiento liberal, si bien fue de naturaleza reformista, no fue de naturaleza revolucionaria en el sentido amplio de la palabra, toda vez que no cambió -no lo pretendía- la estructura base del sistema de gobierno (esto es, estatal, centralista, urbana, jerárquica, estratificada, dictatorial, oligárquica, unidireccional, elitista, paternalista, patriarcal, militarista, economicista, monetarista, propietarista, expansionista…). Sin duda se cambió de collar, pero no de perro.
En La España de la Ilustración (1700-1833), libro de referencia para quienes quieran adentrarse en aquella época, encontramos algunos fragmentos de considerable ironía y lucidez (p. 121):
En muchos aspectos, el éxito de la política de reformas que caracteriza el reinado de Carlos III supone poner en cuestión la legitimidad de privilegios ancestrales. Ahora bien, las mismas resistencias que encontraba le imponían la necesidad de procurarse apoyos en la sociedad, que evidentemente sólo buscaba entre las élites: ¿acaso el pueblo ignorante de las zonas rurales y el pueblo pervertido de las ciudades podía comprender que lo que se pretendía era hacerles felices? De ahí la paradoja de un gobierno reformador condenado a apoyarse en una opinión pública hecha de privilegiados para combatir a múltiples privilegios.