¿Qué leían los ilustrados alicantinos?

  • SÁEZ VIDAL, Joaquín. Inventario de la biblioteca de D. Nicolás Pró, ilustrado alicantino del siglo XVIII. Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante [en línea]. Alicante: Fundación Española de Historia Moderna, 1982, nº 2, pp. 327-336 [consulta: 27 de diciembre de 2012]. ISSN: 0212-5870. Disponible en: http://rua.ua.es/dspace/…/RHM_02_13.pdf

Una buena manera de conocer más de cerca a los ilustrados es averiguando qué leían (dime qué lees -o qué no lees- y te diré quién eres). A su muerte, el que fuera secretario del Ayuntamiento de Alicante a finales del siglo XVIII, Nicolás Pró, dejó en herencia su biblioteca además de otras pertenencias. Hoy, gracias al trabajo de investigación del historiador Joaquín Sáez Vidal, tenemos a nuestra disposición el inventario de algunos de los libros que en su día leyeron las personas más «avanzadas» de la época. Entre ellos, fundamentalmente de Historia, Pedagogía, Ciencia, Humanismo, Derecho y Religión. “De este último epígrafe -escribe Joaquín Sáez- forma parte el conjunto más numeroso de libros que componen el inventario del Sr. Pró. Ello patentiza bien a las claras su profunda religiosidad, aunque entendida ésta de un modo más hondo y vivencial que ritualista” (p. 334). No obstante, por ser este un blog de Historia, nos vamos a detener especialmente en la sección de la biblioteca correspondiente a los libros de esa materia (pp. 330-331):

Dentro de la sección de libros de Historia, disciplina que gozó de especial favor entre los ilustrados, cabe destacar títulos como La Monarquía Ebrea, del Marqués de San Felipe (dos tomos) y la Historia de España, del Padre Mariana. (…) Su Historia de España [1601], para los ilustrados españoles, se consideró como uno de los  textos de más valor para el conocimiento de nuestra historia. Recordemos, a modo de ejemplo, la recomendación hecha por Jovellanos de la obra del P. Mariana al colegio de Calatrava (…). Pero aún hay más, Gregorio Mayáns había realizado la introducción de dicho libro en una de las ediciones aparecidas en el siglo XVIII, lo que resulta especialmente significativo.

El humanista Manuel Martí

  • MESTRE SANCHÍS, Antonio. Manuel Martí, el Deán de Alicante. Alicante: Instituto Alicantino de Cultura «Juan Gil-Albert», 2003. ISBN: 84-4784-411-9.

Gracias a las epístolas del deán Manuel Martí (1663-1737) y a biógrafos como el profesor e investigador Antonio Mestre Sanchís, hoy tenemos la oportunidad así como la facilidad de acceder a una de las mentes más lúcidas del humanismo español. No fue, por no ser esa su época, un ilustrado propiamente dicho, pero fue, qué duda cabe, un intelectual preilustrado atraído por el saber, especialmente por el saber de tipo filológico y literario. Tampoco fue alguien, desde luego, al que debamos idolatrar (pues todos los ídolos son, a la postre, ídolos caídos), pero sí alguien al que debemos apreciar en su justa medida, admirando sus logros sin dejar de lado la crítica.

Hace ya tres siglos que este oropesino de nacimiento, formado en Valencia y en Roma, y finalmente alicantino, dejó su pequeña pero valiosa huella en la historia de las ideas. Valga este humilde post y esta cita como merecido aunque insuficiente tributo (pp. 324-329):

Es menester situar la figura de Martí en su momento concreto. No podemos pedir al Deán que razone como los philosophes, ni piense como los autores de la Encyclopedie. Sería un mundo cultural que ni siquiera llegó a intuir. Sus planteamientos mentales son hijos de los humanistas críticos, que se centran en el experimentalismo de Bacon, la crítica a la escolástica de Gassendi, la filología de Du Cange y Vosio, la historia crítica de Mabillon. (…) Por lo demás, Martí no dudó en manifestar, especialmente en sus cartas a Mayans, su escepticismo, así como su velado espíritu republicano, muy propio de los humanistas. El Deán presumió en múltiples ocasiones de seguir la “secta” escéptica. Así en el momento de hablar del Dr. Antonio Bernabeu, médico alicantino, justifica su amistad, además de por sus cualidades humanas, por ser escéptico, “que es la secta que profeso”, escribía en 1728. Pero muchos años antes ya había manifestado, en carta a Mayans, su admiración por Sexto Empírico, que acompañó con un testimonio clarificador: “Si no temiera el distraer a Vm. [Vuestra merced] de su principal estudio, le persuadiera a que leyese las Hipotyposes de Sexto Empírico, famoso pirrónico. Por donde vería Vm. cuánto amaron aquellos filósofos la verdad, pues por no establecer cosa contra ella, no definían cosa alguna. Yo me di tanto a ese género de especulación en mi mocedad, que me precisaron los médicos en Roma a que me apartara de ese género de estudio, porque vacilaba mi cabeza” (27-XII-1722).