“Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que cerráis el reino de Dios a los hombres!” (Mateo 23,13).
“Pero Cristo, cuando vea que no lleva traza de acabar esta lista de méritos, los interrumpirá exclamando: ¿De dónde ha salido esta nueva casta de judíos? En verdad os digo que yo no conozco más que mi ley, y es la única cosa de que no he oído ni una palabra” (Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura, capítulo LIV).
En este caso, Erasmo ataca al clero regular. Los argumentos que se esgrimen son parecidos a los que se usan contra el secular, aunque hay algunos aspectos diferentes. También es distinta la intensidad del ataque: en este caso hay más ironía y se les llega a ridiculizar. En un determinado momento, el autor los compara con los judíos: se refiere a su interés por guardar las formas sin que exista una verdadera devoción. En este sentido, más que con los judíos habría que identificarlos con los fariseos, o con la imagen de los fariseos que nos da el Nuevo Testamento: se los está acusando de hipocresía. No obstante, antes de analizar este tema, debemos tener en cuenta que muchas de las órdenes que Erasmo critica han sido formadas poco antes, por lo que todavía están inmersas en discusiones.
En primer lugar, se ataca su falta de formación (“estiman como suprema perfección estar limpios de toda clase de conocimientos”). Seguidamente, se va contra su formalismo: “¿habrá algo más chusco sino que todas las cosas las hagan según preceptos, como si se sujetaran a reglas matemáticas, cuya omisión significase sacrilegio?”. Como apoyo usa ejemplos extremos: se ha terminado el número de nudos de la sandalia, el color del cinturón, la forma de los vestidos que deben llevar… Son aspectos que no tienen nada que ver con la fe. Por eso, se incide en que mientras se preocupan de estas minucias no prestan atención a lo importante. Creen que están actuando de una manera perfecta, cuando en realidad se apartan de Dios: “la mayor parte de ellos conceden tanta importancia a las ceremonias y tradicioncillas, que piensan que el Paraíso no es bastante recompensa”.
Por otra parte, cuando ha terminado de atacar su formalismo, Erasmo (o Estulticia) se centra en su forma de predicar, aspecto en el que los llega a comparar con los charlatanes de los mercados. En realidad, se debe a que sus técnicas y recursos retóricos y su forma de intentar atraerse al auditorio están lejos de aquellos principios que defiende Erasmo. Los monjes y frailes son quizá el rincón más profundo de la devoción tradicional.
En este aspecto, en la actualidad la situación es algo mejor: la contrarreforma trató de imponer disciplina en los conventos y en nuestros tiempos se suele cuidar más su formación. Sin embargo, también debemos tener en cuenta que el peso que tienen las órdenes religiosas hoy es mucho menor al que tenían en época de Erasmo.
Fuentes:
-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura o encomio de la estulticia, edición y traducción a cargo de Pedro Voltes, introducción de Juan Antonio Marina, Madrid, Espasa Calpe, colección Austral, 2008, 16ª ed.