El Tercio, tal y como se había estructurado en las campañas de Italia, estaba integrado por doce compañías de 250 infantes. Partiendo de las reclutas voluntarias a golpe de tambor por toda España, los reclutados pasaban después a los cuarteles estantes donde se procedía a la formación táctica, instrucción en el uso de las armas y preparación para las armas. Los territorios italianos de los reinos de Cerdeña, Nápoles y Sicilia y el Milanesado solían ser los primeros destinos de estas unidades. Si el ejército español se había impuesto a la caballería pesada de Francia en las campañas de Italia de fines del siglo XV, representando un cambio sustancial de las artes de los tradicionales combates caballerescos, ahora, la perfección de la artillería en precisión de tiro y su incremento en número de piezas y calibre demostraría su creciente superioridad, llegando a significar el fin de los tercios viejos, como pudo comprobarse en los campos de Rocroi (1643).