Monóvar junto con toda la comarca del medio Vinalopó se ha caracterizado históricamente por la escasez de recursos hidráulicos, algo que a lo largo de los siglos ha generado una larga lista de reclamaciones y pleitos en referencia a su control. El problema del agua se agudizo durante los siglo XV y XVI, especialmente cuando el procurador del señorío de Elche visito en 1589, Aspe y comprobó que los moriscos extraían las aguas del Vinalopó para almacenarlas en balsas y tener una reserva constante para sus actividades. El problema radicaba en que los moriscos de Aspe poseían tierras de cultivo en otras localidades como Elche, Novelda y Monóvar. Un ejemplo muy ilustrativo de estos litigios vecinales por el agua son las medidas expuestas por la familia Maça de Lliçana que como administradores jurisdiccionales durante los siglo XIV, XV y XVI de la baronía que aglutinaba a Novelda y Monóvar no permitían a los residentes la extracción de sus cultivos del término.
De este modo, los pleitos por el uso del agua del río Vinalopó continuaron entre los señoríos de Elche contra Elda, Sax, Aspe, Novelda y Monóvar. Este primer señorío acusaba a los subsiguientes de acaparar gran cantidad de agua, lo que generaba que el curso hidráulico sobrante que llegaba a la huerta de Elche era muy escaso. No es complicado de entender que estos litigios generasen una gran tensión, ya que la agricultura era la fuente de riqueza para los señoríos y la corona en lo respectivo al cobro de rentas.
Uno de los litigios más destacados del siglo XVI, fue el que afecto a l´aljama de Novelda, integrada en la baronía de Monóvar, donde el señor de Elche acuso al municipio de extraer agua del Vinalopó desviando el curso del río a la altura del Castillo de la Mola, en el paraje de los Molinos. Estos conflictos hidráulicos no solo eran de carácter intermunicipal, sino que se observará como dentro del mismo municipio de Novelda y Monóvar habrán pleitos por la desviación del agua de forma irregular por parte de algunos propietarios irrespetuosos. En este sentido, a principios del los 80 del siglo XVI la señora Beatriz de Borja, propietaria del señorío de Monóvar y Chinosa, ordenaba: a tot hon en general (…) cap persona sia gaudida furtar aygua ni trencar la cequia de la vila, des del partidor de caracça o del vaig moldre de carrança en amunt fins al fonts, ni fer forats en dita cequia ni regar que no tinguen aygua assentada (…) en pena de vint i cinch liures i trenta diez en la pres per cascuna vegada.
Estas penas estuvieron pendientes varios años, y se pusieron en práctica como ejemplifica la condena al morisco de Monóvar, Joan Mocharval, por haber hecho una parada en la acequia mayor de Novelda para regar diversos bancales de oliveras. La condena tipificada se sentencio en 1588, mismo año que el gobernador y baile de Monóvar, traslado a la villa de Novelda, ya separada jurisdiccionalmente de la de Monóvar, un reclamación alegando que los labradores de dicha Monóvar siempre habían podido regar sus tierras con el agua de la acequia mayor que continuaba dirección Novelda por el paraje de los Molinos.