La agricultura como base económica del desarrollo de Monóvar en el siglo XVIII

Recurriendo al censo de Floridablanca la población de Monóvar tendría cerca de un 70% de la población dedicada al sector primario, es decir, hablamos de jornaleros y labradores. Por lo que podemos ver que Monóvar se trata de una villa esencialmente agraria, no obstante la agricultura será el motor del desarrollo demográfico durante el siglo XVIII, así se recoge por ejemplo en la crónica de Cavanilles.

El incremento de la agricultura no se obtuvo de la aplicación de nuevas técnicas productivas, este incremento vino acompañado de la roturación de tierras que quedan registradas en los libros de Protocolo de la Señoría, donde podemos observar las repetidas peticiones por parte de los vecinos para adecuar para el cultivo tierras yermas de dicha villa. Para conocer mejor los cultivos monoveros tenemos que recurrir al botánico Cavanilles, según él los cultivos se distribuían de la siguiente manera

Trigo

6.620 cahices

Barrilla

40.000 Arrobas

Cebada

8.480 cahices

Higos

32.000 Arrobas

Centeno y avena

360    cahices

Frutas

3.700 Arrobas

Maíz

400    cahices

Hortalizas

 2.000 Arrobas

Lentejas y garbanzos

200    cahices

Pimientos

900 Arrobas

Almendra

500    cahices

Aceite

9.000 Arrobas

Anís

12.000 Arrobas

Lana

3.500 Arrobas

Cominos

4.000   Arrobas

Melones

1.000 Docenas

 Vino

500.000 cántaros

Podemos ver una gran producción de cereal de secano, muy superior a la de las villas vecinas, incluso es conocido un Dictamen del Corregidor de Alicante de 26 de septiembre de 1769 en el que se reconoce que en tiempos de necesidad de cereal se le es comprado a Monóvar. Por otro parte los cultivos de regadío son escasos en comparación con otras villas del entorno, esto se debe, como he comentado en anteriores entradas de economía, a que el curso fluvial del Vinalopó está alejado del núcleo urbano.

Otro de los cultivos que alcanzaron cotas elevadas fue el de la barrilla, ya que era necesaria para la obtención de sosa caustica. Pero el cultivo que se vio más beneficiado por la roturación de tierras fue la vid, de la cual se extraía tanto uva como vino y aguardiente. Vemos que Cavanilles otorga a Monóvar una capacidad de producción de vino de 500.000 cántaros en el siglo XVIII, y además afirma que «de cual se cogía antes tan corta cantidad, que no bastando para surtir la taberna del pueblo, era preciso recurrir a Elda para el suplemento…». Destacar que las primeras noticias que existen del cultivo de la vid datan del siglo XVII, ya que aparece mencionado en la Carta Puebla, así como en un Acta Municipal de 1634, donde la villa ofrece a la Señoría plantar vid en el término de la Baronía de Monóvar.

Toda esta producción agrícola se comerciaba por el puerto de Alicante, ya que en 1708 Monóvar y otras poblaciones del reno obtuvieron el privilegio de poder comerciar en Alicante sus productos, excepto el vino que hasta 1772 estará vetado debido al privilegio que poseía la ciudad de Alicante.

Este desarrollo económico sigue siendo visible en nuestros días, ya que se llevaron a cabo diferentes obras que dieron lugar a edificios que aún perduran en la arquitectura municipal como son la Torre del Reloj, el Convento de los Capuchinos, la actual Iglesia de San Juan Bautista, que fue remodelada en esta centuria, y por último la Ermita de Santa Bárbara.

Ermitas singulares (I): Ermita de Santa Barbará.

Es una de las ermitas más bellas de la comarca del Vinalopó Medio, tanto por su fábrica como por su situación. Situada sobre el cerro que recibe su nombre, domina todo el paisaje del municipio. Según el cronista Josep Montesinos fue construida en el año 1692, por el napolitano Jacome Extenico. En 1694, día de mayo, subieron el hermoso lienzo de la santa y en el mismo día, la bendixo y dixo la primera misa el cura don Fernando Ruíz. Posteriormente, en 1779, el obispo de Orihuela, Josef Tormo de Juliá, mando demolerla para su posterior reedificación, siendo rehabilitada a finales del siglo XVIII con la hermosura y características que hoy presenta.

Alzado de la Ermita

La ermita está compuesta por un único edificio compuesto, que engloba la vivienda del ermitaño y la capilla, ambas sin conexión interna. La planta es ortogonal, con tres pares de pilastras que tienen plinto, capitel corintio y sostienen un entablamento –anillo en el que se apoya la cúpula elíptica, única de este tipo en la provincia de Alicante. Esta característica particular le confiere el privilegio de ser la única ermita de la provincia que tenga trazos de barroco valenciano e italiano, junto con suaves elementos arquitectónicos neoclásicos pertenecientes a la posterior reelaboración. Construida en mampostería, presenta una techumbre a dos vertientes y una cúpula superior cubierta con teja curva azul vidriada. La fachada se presenta con una pequeña escalinata que permite el acceso a un pórtico con tres arcos, el arco central descansa sobre dos columnas con basa dórica y capitel plano. Vista desde la facha y sobre la techumbre del porche, se alza un frontón triangular, mixtilineo, con pináculos sobre las partes rectas laterales y elevadas en el centro en forma de arco. En el centro del frontón se halla un óculo vidriado, y arriba, sobre el arco central, la espadaña barroca con la cruz de hierro. Finalmente, y desde un punto de vista pictórico, el interior está decorado, especialmente la cúpula, con guirnaldas lineales, cenefas y motivos florales en rosa y verde, florones en relieve y pilastras corintias.