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La difícil tarea de una reina: tener descendencia

Como toda reina, uno de los cometidos principales de Catalina fue proporcionar un heredero sano a Inglaterra. Parece una tarea sencilla pero si nos retrotraemos al siglo XVI las cosas se complican ya que la mortalidad infantil era excesivamente elevada así como el número de mujeres que fallecían durante, o poco después, del parto. De hecho, ni las reinas se salvaban de estos inconvenientes y podemos poner como ejemplo el caso español. Isabel la Católica tuvo seis hijos pero sólo cinco alcanzaron la edad adulta (hecho ya de por sí casi milagroso). De estos cincos hijos, su hija mayor, Isabel, muere en el parto de Miguel de Paz, niño que también fallece al poco tiempo. Juan, el heredero, también contrae tuberculosis y muere aunque le da tiempo a engendrar un bebé con su esposa, bebé que muere antes de nacer. De modo que al final no es ni la primera hija, ni el único varón ni el hijo de este, la persona que hereda  las Coronas sino Juana, la tercera hija, que por avatares del destino acaba en el primer puesto de la línea sucesoria.

Catalina tendrá peor fortuna aun si cabe que su madre, pues todos sus embarazos no llegan a buen puerto o bien los bebés acaban pereciendo a los pocos días del nacimiento. Se cree que Catalina quedó encinta en al menos seis ocasiones y se sabe que dos de esos bebés eran varones mientras que otras dos eran hembras. Por orden cronológico podemos enumerarlos de la siguiente forma:

Niña nacida muerta: La que hubiese sido primogénita de Enrique y Catalina nació el mismo día de su muerte el 31 de enero de 1510.

Enrique, duque de Cornualles: Nacido el 11 de enero de 1511 y muerto el 22 de febrero del mismo año. De haber vivido se habría convertido en el heredero al ser el primer varón de la pareja. Sobre la causa de la muerte poco se sabe pero parece ser que nunca había estado completamente sano. Una breve nota recogida en los archivos de Westminster nos habla sobre el bebé “En el segundo año  de nuestro señor el rey,su gracia la reina dio a luz a un príncipe cuya alma esta ahora entre los sagrados Inocentes de Dios”. Sobre el estado de Catalina otras fuentes señalan que “como toda mujer, se lamentó mucho y sólo fue reconfortada por la persuasión del rey”.

– Enrique, duque de Cornualles: El segundo hijo varón de Catalina y Enrique nacerá en octubre del 1514, y, como su hermano con el que comparte el nombre morirá apenas un mes después.

María, princesa: Nacida  el 18 de febrero de 1516 apenas un mes después de la muerte de su abuelo materno será la única hija del matrimonio que logre sobrevivir. Hablaremos de ella en próximas entradas.

Niña sin nombre: De esta niña sólo conocemos que nació el 10 de noviembre de 1518 y que murió poco después.

Se cree que entre 1518 y 1522 la reina vuelve a quedar embarazada en dos ocasiones más pero en cualquier caso estos embarazos no llegan a buen término. Finalmente, en 1524, Catalina reconoce con tristeza el hecho  que se le ha pasado la edad para tener hijos. Esta afirmación no sólo implica el fin de las relaciones sexuales entre los reyes sino el inicio de las dudas de Enrique VIII sobre la validez que tiene el matrimonio.

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Matrimonio con Enrique VIII

Tras la muerte de su padre el 22 de abril de 1509 accede al trono Enrique VIII, príncipe con una peculiaridad y atrayente personalidad, que había heredado un reino que, salido de las turbulencias de la guerra civil conocida como la Guerra de las Dos Rosas, presentaba un poder monárquico tan fortalecido como debilitado era el de la nobleza. Encualquier caso, una de las primeras decisiones del monarca fue hacer realidad el compromiso que habían adquirido por él años atrás en lo que respecta al matrimonio con la hija de Fernando el Católico quien era además era objeto de admiración del nuevo monarca.

De hecho, es el propio Enrique quien nada más ascender al trono manda llamar al embajador español, Fuensalida, para anunciarle sus intenciones respecto a Catalina. Se dice también que el nuevo monarca declaró que “he loved her beyond all other women”, es decir, que amaba a Catalina más que al resto de mujeres.

En 11 de junio tiene lugar la boda entre el todavía no coronado rey y la princesa española en Greenwich. Como ya se ha dicho, la celebración del matrimonio por el rito católico fue posibles gracias a la conocida como Bula de Dispensación fechada el 23 de diciembre de 1503  en la que se permitía el enlace incluso si Catherine hubiese “perhaps“, quizá, tenido conocimiento carnal de su primer esposo y hermano de Enrique, Arturo.

El 23 de junio los nuevos esposos entran el Londres y de nuevo Catalina los deja a todos encantados siendo quizá la frase de lord Herbert la que ilustre esta idea al decir de la esposa de Enrique que “muy pocas mujeres pueden competir con la reina Katherine cuando está en la flor de la vida”. Un día más tarde, el 24, Enrique y Catalina  son coronados conjuntamente como reyes de Inglaterra en Westminster donde se celebraron también los banquetes y las diversas celebraciones que venían vinculadas a esta ceremonia. Festejos que fueron interrumpidos cinco días más tarde a causa de la muerte de Margaret de Richmond, la abuela del rey.

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Escudo de Armas de la Reina consorte de Inglaterra

Cuando Catalina de Aragón se convierte en reina consorte de Inglaterra, ha de adoptar un nuevo escudo, en el que de nuevo encontramos claras alusiones a sus padres, los Reyes Católicos. Por una parte encontramos en la zona derecha las armas de los Reyes Católicos y sosteniendo la figura el águila de San Juan con la típica aureola adoptada de sus padres.

En el escudo de los Reyes Católicos veíamos las armas de ambos reinos bajo el águila de San Juan con la aureola por tanto es una clara reseña. Frente a esto, se observan las armas inglesas y con el león rampante dorado inglés.

Por tanto, el escudo es una muestra de lo que sus padres pretendían, un acercamiento de las dos coronas, la española y la inglesa. En ese aspecto queda claramente reflejado. El león de oro aparece desde inicios de la heráldica inglesa, en este caso aparece coronado con la corona cerrada y terminada en una cruz griega. Cada elemento del escudo tenía claro su significado así como el símbolo de la política matrimonial y de unión de sus padres y Catalina supo cómo reflejarlo.

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Las tareas palaciegas de Catalina

Catalina, además de realizar la tarea de consorte y regente en ausencia de su marido, también se encargaba de gestionar las labores de palacio y su patrimonio (que no era poco).

Así pues, aunque su matrimonio caía en picado, Catalina siempre se mostraba radiante de cara al público: Bonitos brocados, joyas variadas, etc.  En cuanto a sus actividades como “ama de casa y anfitriona”, podemos decir que Catalina recibía embajadores junto a su marido, pero además, se encargaba de:

–      Mantener los jardines de palacio espléndidos: recogía flores, importaba plantas nuevas provenientes de España, etc. Dotando de una mayor variedad a los jardines reales.

–      Se encargaba del cuidado y bordado de la ropa del rey, cosa que realizaba normalmente en hilo blanco y negro, colores de Castilla. Bordaba además, manteles varios y vestiduras de ckérigos.

–      Supervisaba a funcionarios palaciegos y el ropero, así como también el “menú” y la bodega.

–     Organizaba la mudanza cada vez que la corte cambiaba de residencia.

–     Mantenía al día sus propiedades personales, así como las cuentas de las mismas y que estuvieran en buen estado con la ayuda del “Consejo de la Reina”, formado por funcionarios y clérigos que la misma Catalina presidía.

–     Se encargaba de ciertas gestiones como controlar solares varios, la venta del heno, etc.

–    En Palacio, además de todo lo anterior, implantará novedades en cuanto a higiene y alimentación, innovaciones seguramente aprendidas durante su etapa granadina.

–    En cuanto a innovaciones procedentes del Imperio, digamos que también hizo un guiño a según qué alimentos, como por ejemplo: ensalada y cítricos.

Además de realizar tales tareas, también supervisaba la educación de su hija, eligiendo personalmente a sus tutores y parte del programa educativo que María recibiría. Por último, en el tiempo libre que le quedaba, se dedicaba a organizar las bibliotecas reales como la de Greenwich y Richmond.

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La figura de Catalina de Aragón en la política de Enrique VIII (Parte IV)

5. Catalina y las obras sociales:

Lo primero que debe reseñarse, es que Catalina intentará llevar a cabo una serie de labores sociales para ayudar a los más desfavorecidos. Se dice que estas prácticas pueden atribuirse a su condición de “franciscana”, ya que por lo visto se sentía muy ligada a la “Tercera Orden” que San Francisco había creado, muestra de ello es que según algunos autores, nuestra protagonista llevaba el hábito de la Tercera Orden bajo sus ropas de reina.

Así pues, Catalina pasaba varias horas al día dedicándose a la entrega de “limosnas” a los desfavorecidos, así como también ayudaba a gentes de la Iglesia y adoctrinaba a sus damas de compañía leyéndoles pasajes varios de la Biblia, hechos que hacían de ella una buena cristiana.

En cuanto a otro tipo de ayudas, podemos citar unos cuantos ejemplos: Por un lado, promovió ayudas a estudiantes sin recursos, además de promover las cátedras de Cambridge y Oxford. También se encargaba de revisar casos de “posibles” abadesas, comprobando que fuesen mujeres de virtud las que fueran a ocupar los centros religiosos.

6. Catalina y el interés por el Humanismo:

A esta sección no se le dará demasiada relevancia, ya que en breves, una de mis compañeras, será quien se encargue del tema. Aun y así, debe destacarse la relación que mantuvo Catalina con los hombres de letras como Luis Vives (quien fue tutor de María, su hija) y Tomás Moro. Puede decirse que Catalina tardó más bien poco en granjearse su amistad y apoyo, y ambos fueron partidarios de ayudarla con el caso del divorcio tiempo después. Por otro lado, es lógico que Humanistas y Catalina congeniasen, ya que ésta era una mujer de vastísima cultura interesada en toda innovación cultural.

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La figura de Catalina de Aragón en la política de Enrique VIII (Parte III)

4. Intermediaria entre su patria e Inglaterra:

A) Relaciones entre Fernando y Enrique: Catalina siempre se halló entre dos tierras: Inglaterra y su España natal. Por ello, siempre se mantuvo al corriente de lo que acaecía en la corte española a la vez que intentaba (en balde muchas veces) que las relaciones entre su padre y su marido fuesen lo menos tensas posibles. Del mismo modo, Catalina intentó siempre defender y quitar hierro al asunto de las “traiciones” reiteradas que hacía Fernando a su yerno, hasta que, obviamente, se decantó por ser fiel a su marido y dejó de jugar al juego de la intermediaria tras conocerse en Inglaterra la nueva de que, Fernando y Maximiliano de Austria, habían “abandonado” a Enrique VIII justo antes de su preparación militar contra Francia, y no contentos con ello, también habían sellado un pacto con Francisco I. Cabe decir que, Catalina, tras este suceso, dejó de gozar de la confianza de Enrique, ya que éste, rápidamente pagó su cólera e ira contra ella en lugar de contra su suegro, lo que contribuyó, obviamente, a abrir brechas en el matrimonio. Por su parte, Fernando seguía contando con que “su pequeña” destensara la situación, pero como ya se ha dicho en líneas superiores, esta vez Catalina se negó a participar en la política de su padre, y como muestra de ello se negó a mantener trato con el embajador español durante un tiempo.

Relaciones entre el Imperio e Inglaterra: Será ya en tiempos de Carlos V, (1520), cuando éste visite Inglaterra, por lo que Catalina retomó su papel de intermediaria e intentó ganar una alianza entre España e Inglaterra, ejemplo de tales intentos, será el acuerdo que se estableció entre ambos reinos dos años después, prometiendo a María, hija de Enrique y Catalina, con Carlos. No obstante, ese matrimonio nunca llegó a ejecutarse. También en 1520, Catalina fue a Francia con Enrique, visita que se conoce como “el campo de la tela de oro”. Pese a los intentos de paz con el país galo, Inglaterra entró en guerra con el mismo dos años después.


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La figura de Catalina de Aragón en la política de Enrique VIII (Parte II)

3. Catalina como consejera real y regente:

Pese a los problemas que el matrimonio Tudor – Trastámara mantuvo, Catalina, fue una reina adorada por el pueblo y respetada en la corte. Ejerció de consejera de Enrique durante los primeros años de reinado (hasta que éste la reemplazó por Wolsey, quien practicó una política de conveniencia con la que contentaba a Enrique diciéndole siempre lo que quería oír, pero sin preocuparse verdaderamente por Inglaterra), y además, de regente en un par de ocasiones. Por citar un ejemplo, Catalina, cabalgó al frente de las tropas de reserva que derrotaron a las tropas escocesas en 1513 mientras Enrique se hallaba en Francia, por lo que quedaron claras sus aptitudes como soberana.

Por lo que respecta a su obra como consejera, decir que, básicamente, era habitual que Enrique hiciera a su esposa partícipe de las decisiones del gobierno, buscando su beneplácito como garantía para no errar.  Decir también que, antes de casarse con Enrique, Catalina ejercía como embajadora acreditada de España. Además, era frecuente encontrar a los esposos en los aposentos de la reina hablando de temas diversos: política, teología, libros, etc.

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La figura de Catalina en la política de Enrique VIII (Parte I)

–          Introducción:

Vamos a dividir en fases la siguiente entrada en la que hablaremos de la relevancia de Catalina en la política impulsada por su marido, Enrique VIII. No obstante, se debe hacer mención a una serie de datos antes de dar paso al grueso de la entrada: La obra política de Catalina en Inglaterra fue, más o menos, desde 1509 a 1525, época que algunos han calificado como “época de Catalina”. Durante tal período, destacará la labor social que la misma llevará a cabo en diversos campos como: Obras culturales y benéficas, interés por el Humanismo y la cultura, defensa de los marginados y además, parece que asumió los costes de algunos estudiantes sin recursos. Por otro lado, ejerció de consejera con su marido y además fue una brillante política.

1. Primera toma de contacto con Inglaterra:

Catalina, como todo descendiente de reyes, era una pieza clave en la política matrimonial que llevaban a cabo sus padres (y que explicaremos en otra entrada). Así pues, siguiendo dicha política, cuyo principal fin era aislar a Francia, Catalina fue prometida con el príncipe Arturo de Gales el 26 de marzo de 1489, sellándose a través del tratado de Medina del Campo una alianza entre Inglaterra y España.

No obstante, mientras Catalina iba creciendo, iba ganando belleza a la par que su madre, Isabel la Católica, reconsideraba la alianza ya pactada con Inglaterra. De todos modos, en 1497 la alianza se renovó y se confirmó con una ceremonia matrimonial en Inglaterra, pero este matrimonio no duró mucho tiempo porque, Arturo, príncipe de Gales, falleció a causa de una enfermedad al año de haber contraído matrimonio.

Será a partir de este momento, donde Catalina empiece a formar parte directa de los intereses británicos:

2. Boda con Enrique VIII e inicio de su papel como consorte:

Tras la muerte de Enrique VII, le sucederá su hijo Enrique, quien ocupará el trono en 1509 bajo el nombre de Enrique VIII. Una vez obtenido el poder, Enrique se encaprichará de Catalina, con la que se casará tras obtener una dispensa papal por haber contraído ésta matrimonio previamente (aunque sin llegar a consumarlo).  Así, la primera fase del matrimonio pareció ser un éxito, puesto que el amor no tardó en surgir por ambas partes y además, Catalina, no tardó en granjearse el cariño del pueblo. De hecho, en los primeros años de matrimonio, era algo natural encontrar a la pareja yendo a cabalgar, a cazar, etc. No obstante, tal felicidad fue efímera, ya que Catalina, pese a haber estado encinta hasta 6 veces, no pudo engendrar más que una hija, lo que provocó tensiones varias entre el matrimonio.

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Elvira Manuel

Elvira Manuel es sin duda el personaje de la corte española que más relevancia en la corte tiene durante los primeros años de la llegada de la princesa a Inglaterra. Casada con Pedro Manrique, primer duque de Nájera desde 1515, Elvira es elegida por la reina Isabel para partir a Inglaterra con su hija.

Muerto Arturo Tudor, Catalina es enviada a vivir a Durham House con su séquito y, cómo no, con su “dueña” Elvira Manuel. Poco a poco la influencia del ama de llaves fue tan brutal que nadie se atrevía a discutir sus decisiones ni si quiera la propia Princesa Viuda de Gales.

Pero, como es lógico, Elvira Manuel no servía tanto a la Corona como a sus propios intereses familiares. Y por ello se verá envuelta en un par de asuntos que acabarán ocasionando su caída en desgracia y exilio de la corte de Catalina.

El primero de estos asuntos viene relacionado con un futuro matrimonio de una de las doncellas de Catalina. Esta doncella debía pedir permiso a la princesa para poder casarse con su pretendiente y así lo consiguió pero la susodicha doncella, María de Rojas, había sido elegida por otro pretendiente, el hijo de Elvira Manuel, para ser su esposa. De modo que el ama de llaves hizo todo lo que estuvo en su mano para conseguir que María de Rojas no contrajese matrimonio con nadie que no fuera su hijo a pesar de que Catalina ya había dado su beneplácito al matrimonio de María con otro hombre. Finalmente María de Rojas acabó casándose con hijo de Elvira.

El otro asunto en el que se ve inmiscuida, y del que no podrá salir indemne, será la cuestión del acuerdo del segundo matrimonio de la princesa. En este tema encontramos muchos entresijos diplomáticos pero que podemos resumir en que Elvira influenciará a Catalina para que escriba a su hermana Juana, ahora reina de Castilla, teniendo que resuelve el abandono al que se ve sometida en Inglaterra. A ello hay que unirle que el hermano de Elvira, don Juan Manuel, que hasta entonces había servido fielmente a la Corona, estaba confabulando en contra del rey Fernando en Bruselas con el yerno de este y esposo de Juana: Felipe.

Por lo tanto, si Felipe y Juana llegaban a reunirse con Enrique VII de Inglaterra, que desde hacía un tiempo había enfriado las relaciones con la península, más que tratar el asunto del matrimonio de Catalina se reunirían para buscar una alianza contra Aragón y destronar al padre de la princesa. Elvira Manuel había traicionado a la Corona y había engañado a Catalina y esta así se lo hizo saber en una reunión que mantuvieron poco después de que el embajador Puebla informase a Catalina de lo que había acontecido. Elvira Manuel acabó marchándose a Flandes .

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El viaje hacia Inglaterra

La hermana mayor de Catalina, Juana, casará con el hijo del emperador y, fruto de la enemistad de su padre Fernando con Francia, a la benjamina de los Reyes Católicos le tocó ser el enlace de la monarquía hispana con Inglaterra.

El 21 de Mayo de 1501 Catalina se embarca en un viaje hacía una nueva vida, en busca de un destino que quedaría grabado en la historia. Catalina no pasará desapercibida, aunque su popularidad como personaje aumentará en el segundo matrimonio, en Inglaterra. Su madre no pudo acompañarla debido a la enfermedad y a los asuntos del Reino, también su padre andaba ocupado y en este caso se despidió de su “pequeña”, como siempre la denominaba, en una carta.  Los encargados de entregarla fueron los condes de Cabra, el arzobispo Fonseca y Pedro Manrique.

El 17 de Agosto, el barco salió desde la Coruña, en ese momento Catalina no sabía que nunca más volvería a su tierra. Tras tres meses de travesía logra llegar a su destino, el viaje se había demorado seis semanas más de lo previsto, debido sobre todo a una tormenta que les sorprendió en mitad de la travesía, pero por suerte pudieron volver a la costa y una vez arreglados los destrozos se pusieron en marcha el 27 de septiembre. Finalmente logran llegar a su destino.

La primera escala antes de llegar se hace en Plymouth el 20 de Octubre de 1501. Vemos a una muchacha envuelta en una nueva tierra, cumpliendo el destino que no había decidido ella, sino sus padres como todas las demás reinas. Pero ella como estamos viendo es diferente, ha tenido una educación no sólo en las labores de una dama sino también a nivel cultural.

En el puerto ante la sorpresa de Catalina no fue el príncipe quien la recibió sino el obispo de Bath. Así como dos embajadores, Pedro de Ayala y Rodrigo González de la Puebla. Entre ambos embajadores existía una fuerte rivalidad en la que Catalina se va a ver involucrada decantándose primero por un Pedro Ayala de aspecto más joven y simpático a primera vista pero menos afín a la causa de los Reyes Católicos.