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San Ignacio de Loyola: erasmismo y antierasmismo

                                             

 

San Ignacio de Loyola

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 http://www.filosofia.mx/index.php?/galeria/image_full/70/

     San Ignacio de Loyola,  junto con Erasmo y Lutero, es una de las  tres máximas figuras de la historia espiritual de su generación. Nacido en 1491, en Loyola , desde joven Ignacio quiere seguir el ideal de vida militar y de caballero que han tomado sus hermanos mayores, pese a la preferencia de su padre por la vida clerical. En su juventud no manifiesta especiales deseos de ingresar en ninguna orden religiosa; antes bien, gusta del galanteo al modo de la época, de los libros de caballerías, de la diversión, la caza, las armas… En 1521, durante un ataque francés a Navarra, Ignacio, que está al servicio del virrey de Antonio Manrique, pariente suyo, es herido en las piernas. Durante su convalecencia en la casa familiar se dedica a la lectura de vidas de santos, libros que ejercen una profunda influencia sobre él hasta el punto que decide abandonar su vida anterior para pasar a imitar las de los santos, ya en otoño de 1521. Un año más tarde emprende viaje a Jerusalén y, en su parada en Montserrat, decide abandonar las armas de caballero y adoptar ropajes de mendigo. Durante un año, en Manresa, trabaja en la redacción de sus “Ejercicios espirituales”, al tiempo que se confiesa y se penitencia. Al regreso de Tierra Santa cursa estudios en Barcelona, Alcalá y París (1528-35), lugar en el cual su modo de vida y figura va ganando adeptos, como san Francisco Javier. En 1537 experimenta la visión de Dios, quien le infunde la idea de fundar la compañía de Jesús y le encarga la misión de expandir el nombre de Cristo. Rápidamente se suceden las fundaciones e ingresan adeptos en el movimiento religioso, que esparcirá a sus miembros por alejadas regiones del planeta como China, Japón o América. En Roma funda el Colegio Romano en 1551.


    Entendido dentro del contexto del grave cisma católico del siglo XVI, el movimiento jesuítico se inscribe plenamente dentro de la reacción contrarreformista a los postulados luteranos, calvinistas y anglicanos. Así, defienden un ideal de vida cristiana cercano al de los cristianos primitivos, esto es, privados de bienes materiales e imbuidos plenamente de religiosidad. Además, la educación de la juventud en la fe católica deberá suponer un freno a la extensión de las ideas reformadoras. Los colegios de jesuitas, pues, se convertirán en la principal herramienta de la congregación. Como tercer pilar ideológico, la figura del papa, atacada desde la heterodoxia, aparece defendida y reforzada por los jesuitas, quienes le veneran de manera incontestable no sólo como cabeza jerárquica de la Iglesia sino con amor filial.

     Algunas de estas ideas pueden rastrearse en el propio Erasmo: él también busca un retorno al cristianismo primitivo. De hecho, en un primer momento, san Ignacio será uno de los seguidores del pensamiento erasmista. Sin embargo, más tarde, se acabará apartando de él. De hecho llegará a prohibir la lectura de sus obras. Esta evolución es la misma que apreciamos dentro de las Cortes europeas o en los miembros de la jerarquía eclesiástica. De la simpatía hacia el erasmismo se pasa al recelo y a la condena. Es un síntoma de que los tiempos han cambiado: la Reforma se ha extendido, el miedo ha ido calando y es necesario contener las posiciones más heterodoxas. Son los tiempos de la Contrarreforma.

Fuentes:

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, edición a cargo de Teresa Suero Roca, Barcelona, Bruguera, 1974.

 http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/personajes/6279.htm

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Nicolás Maquiavelo, un humanista laico

 

                                             

Nicolás Maquiavelo

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 http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/maquiavelo.htm

     “Diciéndome el cardenal de Rouen que los italianos no entendían la guerra, le respondí que los franceses no entendían nada del estado; porque si hubieran entendido no habrían dejado jamás que la Iglesia alcanzara tanto poder” (Nicolás de Maquiavelo, El Príncipe).

     Nicolás Maquiavelo -Niccolo Macchiavelli- nace en Florencia el 3 de mayo de 1469. Es hijo de Bernardo dei Niccolo Macchiavelli, jurisconsulto, y de Bartolommea dei Nelli, una dama muy bella e instruida.

     Escritor, jurista, diplomático y político, consagra su vida a la teoría y praxis política, la que deduce de su observación y su experiencia directa de la confusión política. Su prestigio comienza pronto. A los veinticinco años se le nombra secretario del gobierno Dei Dieci. Se desempeña, luego, en distintas legaciones en algunos estados de Italia y en Alemania, misiones éstas que comenta en sus escritos.

     En 1502 contrae matrimonio con Marietta Corsini, del mismo nacieron cinco hijos. Sus actividades como embajador duran hasta el año de 1512, en que se le dan responsabilidades políticas y técnicas, incluyendo la organización de una infantería nacional y de una caballería.

     En el año 1513 es alejado del poder y comienza una época de persecución contra él. Los Médicis lo encarcelan y es sometido al tormento, acusándosele de conspirador. Ya había publicado para entonces obras filosóficas y literarias, pero después de ser prácticamente desterrado de Florencia, desde su casa de campo, intensifica sus tareas; y gracias a la atracción que siempre experimenta el gran Lorenzo de Médicis, uno de los espíritus más representativos del Renacimiento por las artes y las letras, puedo Maquiavelo obtener su favor.

     Muy distinguido también como tratadista y crítico militar, publica obras notables de este carácter como El arte de la guerra, Ordenanza de la Infantería y Ordenanza de la Caballería. En otros aspectos, destacan su Discurso sobre las Décadas de Tito Livio, Discurso sobre la Lengua, Historia Florentina, Mandrágora y Discurso Moral.

     En todas sus obras, revela Maquiavelo su gran cultura, un pensamiento ágil y profundo y dotes extraordinarias de escritor. Maneja el idioma con personalísimo estilo y suprema elegancia.

     La obra fundamental del célebre filósofo florentino, la que ha perdurado a través del tiempo, dando siempre lugar a las más encontradas opiniones, es El Príncipe, libro que encierra, cuanto de filosofía práctica y reglas de gobierno podría apetecer un jefe de Estado de cualquier tiempo, dispuesto a no reparar en medio para alcanzar sus fines. En este punto es donde parece más interesante establecer comparaciones con Erasmo.    

     Erasmo desconoce la obra de Maquiavelo, en cambio éste conoce y aprecia la suya. Ambos se parecen mucho por su amor a la cultura clásica, por su gusto exquisito de la buena literatura, que practican con gran ingenio. Pero Maquiavelo vive de cerca la realidad política de su tiempo, y Erasmo la considera de lejos, en sus grandes perspectivas, como concepción vasta ético-filosófica… Maquiavelo es un pragmático y hasta cierto punto un empírico

     Sin embargo, esto lleva a que ambos autores, humanistas y contemporáneos, defiendan posiciones muy diferentes acerca del príncipe o gobernante, de las relaciones entre los Estados, de la guerra… Erasmo, frente a Maquiavelo, tiene una imagen positiva del ser humano, es un idealista, un defensor de una Europa unida –al menos en el campo de lo intelectual-, un detractor de los conflictos armados (para él vale más una paz injusta que la más justa de las guerras)… Su príncipe, es el príncipe cristiano por excelencia, mientras que el de Maquiavelo es el del nuevo Estado nacional, fuerte, absoluto…

Fuentes:

DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, edición a cargo de Teresa Suero Roca, Barcelona, Bruguera, 1974.

http://www.monografias.com/trabajos13/nicomaq/nicomaq.shtml#PRINCIP

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Erasmo frente a Lutero

 

Martín Lutero

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     “Erasmo, nuestro honor y esperanza nuestra, mantengo relación sin cesar con vos; y, sin embargo, no nos conocemos todavía. […] Hoy, cuando el excelente Fabricio Capitón me ha hecho saber que mi nombre os era conocido desde esa nadería de las indulgencia y cuando he visto, por vuestro nuevo prefacio al Enchiridion, que vos no solamente habíais leído, sino además aprobado mis parloteos, me veo precisado a prestar testimonio de reconocimiento, incluso en una epístola bárbara, a ese espíritu excelente, a causa del cual el mío y el de todos los demás se han enriquecido. […]. Así pues, mi querido Erasmo, hombre amable, si os parece bien, reconoced en mí a uno de vuestros hermanos en Jesucristo” (carta de Lutero a Erasmo, fechada el 28 de marzo de 1519).

     “Cualquiera está de acuerdo con las tesis de Lutero; yo veo que la monarquía del Papa en Roma tal como es ahora, es la peste del cristianismo. Pero no sé si es conveniente tocar en público esa úlcera”. (Erasmo).

     Existe una llamativa simetría entre la biografía de Erasmo y la de Lutero. Este último también se hace monje agustino en 1505 y comienza a estudiar Teología en la Universidad de Wittenberg, en donde se doctora en 1512. Siendo ya profesor comienza a criticar, al igual que Erasmo, la situación en la que se encuentra la Iglesia católica. Ambos personajes vivirán semejantes y enfrentados.

     El aspecto más tenso de la vida de Erasmo consiste en plantearse qué actitud adoptar ante la reforma luterana y la reacción de la Iglesia. Él, a la par que Lutero, conoce y reprueba los vicios de ésta y desea una revisión purificada del catolicismo. Desde 1519 el monje alemán le escribe intentando atraerlo a su postura y él responde de modo evasivo. Las presiones de uno y otro bando irán en aumento, hasta que en 1524 Erasmo sale de su posición de reserva y entra en liza con el tratado De libero arbitrio, defensa del libre albedrío con la que confirma su fidelidad a la Santa Sede. Al responder Lutero con su De servo arbitrio, en 1526, Erasmo le contesta con Hyperapistes, diatribe adversus servum arbitrium Lutheri, obra en la que la irritación personal adquiere mayor relieve.

     Mientras Lutero decide romper con la Iglesia y acaudillar una renovación espiritual, Erasmo se abstiene rotundamente de todo enfrentamiento con el papa. Si en un principio desea mantenerse neutral, este anhelo fracasa dolorosamente. Cuando Lutero empieza a ser condenado por distintas instituciones, Erasmo lo es a menudo junto a él. Más aún, a Erasmo se le censura su ambigüedad, su inconsecuencia, su habilidad para escabullirse de toda postura concreta. Incluso un admirador suyo, Huizinga, escribe: “La equivocidad cala hasta lo más profundo de su ser. Cree profunda y constantemente que ninguna de las opiniones en discordia puede expresar la verdad completa”.

Fuentes:

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura o encomio de la estulticia, edición y traducción a cargo de Pedro Voltes, introducción de Juan Antonio Marina, Madrid, Espasa Calpe, colección Austral, 2008, 16ª ed.

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, edición a cargo de Teresa Suero Roca, Barcelona, Bruguera, 1974.

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, Barcelona, Bosh, 1976.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/lutero.htm

A continuación, un vídeo sobre la vida de Lutero:

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Su amigo Tomás Moro

                             

 

Tomás Moro y Erasmo de Rotterdam.

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http://elartedelaesquina.blogspot.com/2008_07_01_archive.html

     “En la ausencia, tu recuerdo como ausente me deleitaba tanto como tu presencia en el trato cotidiano contigo como presente, el cual, por mi vida, puedo asegurarte que es lo que me produce más satisfacción en el mundo”. (Erasmo de Rotterdam a Tomás Moro en el preámbulo de El elogio de la locura). 

     Erasmo conocerá a Tomás Moro durante su viaje a Inglaterra en 1499. Desde entonces –y hasta la ejecución del último-, ambos humanistas compartirán una estrecha amistad, reflejo de la cual es su amplia correspondencia.

     Tomás Moro (sir Thomas More), canonizado en 1935, nace en Londres en 1478. Hijo de un magistrado, estudia en la Saint Anthony School. Entre 1492 y 1494 realiza estudios superiores en la Universidad de Oxford. Más tarde, tras regresar a Londres, estudia en el Lincoln’s Inn. Alterna una brillante carrera profesional y política con su interés por la literatura. Su vasta cultura humanística le valdrá la admiración de Erasmo. En 1509 es nombrado miembro del Parlamento y en 1518 entra al servicio de Enrique VIII de Inglaterra. Ese mismo año escribe su Historia del rey Ricardo III. Dos años antes había publicado su célebre Utopía, en la que proponía una organización racional de la sociedad, de base comunal, que situaba en una isla imaginaria. La obra, convertida en un clásico del humanismo, ejercerá una duradera influencia, desde Bacon hasta George Orwell. Todavía al servicio del rey, Moro defiende públicamente la libertad de culto y de palabra. En 1521 es nombrado vicetesorero del reino y recibie el título de caballero. En 1523, ya en pleno auge de la Reforma, escribe Responsio ad Lutherum, obra en la que se enfrenta al luteranismo. Sin embargo, tres años después empezará el conflicto con el rey que acabará costándole la vida: Enrique VIII, casado con Catalina de Aragón, quiere el divorcio para poder asegurarse descendencia masculina. Tomás Moro se opone a esto y renuncia en 1532 a la cancillería del reino, cargo al cual había accedido en 1529. Tras haberse negado a asistir a la coronación de la nueva reina, Ana Bolena, es acusado de corrupción, juzgado y condenado a la pena capital. Morirá en 1535, un año antes que su amigo Erasmo.

     Ambos amigos desarrollarán unas líneas de pensamiento muy semejantes en muchos aspectos. Si Erasmo defiende la paz, una Europa unida y una imagen del príncipe cristiano que quiere el bien común, Moro describe en su Utopía una sociedad ideal, después de haber criticado duramente la que tiene ante sus ojos: denuncia el absolutismo; va contra los privilegiados, el espíritu materialista, el imperio del dinero… En cambio, el Estado ideal de Utopía reposa sobre el comunitarismo, las leyes son pocas y sencillas, la religión es simple y ligada al civismo, y personas ilustradas se encuentran a la cabeza del gobierno. Sin embargo, hay algunas diferencias con el pensamiento de Erasmo, como es la posición ante la guerra: mientras él admite la posibilidad de una guerra justa, el holandés da más valor a una paz injusta que a la más justa de las guerras.

     La obra de Erasmo que analizamos aquí, El elogio de la locura, va dedicada a Moro, como el autor explica en el prefacio. De hecho, la idea de esta sátira le llega durante un viaje a Inglaterra que emprende desde Italia. Una vez ha llegado a su destino, en la tranquilidad de la casa de su amigo, la traslada al papel y la titula Encomium moriae, en honor al humanista inglés.

     En el prefacio del Elogio, en realidad una carta que Erasmo escribe a Moro en 1511 (año de publicación del libro) desde París, el autor, que pide a su amigo que tome la obra bajo su protección, no deja de alabar sus virtudes: “preferí algunas veces pensar en nuestros comunes estudios o gozar en el recuerdo de amigos tan amables como doctos en extremo que había dejado y entre los cuales, tú, mi querido Moro, ocupabas el primer ligar”, “en la condición ordinaria de la vida mortal te comportas como Demócrito. Aunque por la singular agudeza de tu ingenio estás apartadísimo del vulgo” (algo, que sin duda, es positivo en estos momentos), “con todos te llevas bien y te diviertes”… Por su parte, Moro también le profesaba una fuerte admiración, de modo que, cumpliendo con los deseos de su amigo, no perderá la ocasión de defender la obra:

      “Acerca de la Moria, Erasmo, que tiempo atrás la puso bajo mi protección, se ha ocupado por su parte de tomar la defensa y, por ello, no será necesario que yo disponga de muchos razonamientos: esa defensa es, de todos modos, fácil en sí misma, pero al compartir él y yo ese empeño, resulta más fácil”. (Carta de Tomás Moro dirigida a Martin Dorp, que había atacado anteriormente el Elogio de la locura).

Fuentes

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura o encomio de la estulticia, edición y traducción a cargo de Pedro Voltes, introducción de Juan Antonio Marina, Madrid, Espasa Calpe, colección Austral, 2008, 16ª ed.

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, edición a cargo de Teresa Suero Roca, Barcelona, Bruguera, 1974.

-BENASSAR, M.B.; JACQUAR, J.; LEBRUN, F.; DENIS, M. y BLAYAU, N., Historia moderna, Toledo, Akal, 2005, 5ª ed.

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, Barcelona, Bosh, 1976.

 –http://www.biografica.info/biografia-de-erasmo-de-rotterdam-desiderio-792

http://www.biografica.info/biografia-de-tomas-moro-santo-sir-thomas-more-1755

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Erasmo de Rotterdam

Erasmo y El elogio de la locura

     Antes de analizar el contenido de la obra es interesante responder a esta pregunta: ¿qué nos dice el Elogio de la locura de su autor? Es cierto que hay mucho de la personalidad y del pensamiento de Erasmo en él, pero también hay elementos que no encontramos en otras partes y que sólo podemos entender si profundizamos en el contexto que rodea al humanista en el momento en el que lo redacta, pero, ¿qué es lo que lleva a un defensor de la razón a escribir una obra en la que la locura habla en primera persona?

     Erasmo es, tal vez, un hombre demasiado idealista. Sueña con un mundo en paz (de hecho, está convencido de que esto es posible), en el que el cristianismo vuelva a su forma primitiva, en el que importe más lo que hay en el interior de cada individuo que lo que manifiesta exteriormente a través de complejos rituales y oraciones repetitivas. Quiere, por tanto, que las cosas sean como deberían ser, como le parece lógico que tienen que ser: no resulta racional que el ser humano se destruya a sí mismo o a sus propias obras, que Dios prefiera una plegaria recitada mecánicamente a un sentimiento verdadero. Sin embargo, él no vive al margen de la realidad, aunque a veces ésta le golpee más fuerte de lo que espera. Es en uno de estos momentos cuando escribe su Elogio. La idea se le ocurre durante un viaje en el que se dirige a Inglaterra procedente de Italia. Allí ha visto una Iglesia, y en definitiva un mundo, en plena decadencia: los obispos viven rodeados de lujos y de placeres, el papa (Julio II) es un guerrero más, el pueblo está en la miseria, los príncipes se destrozan unos a otros… Entonces, se da cuenta de que la razón apenas tiene poder y de que por doquier reina una insensata confusión. Piensa en todo lo que ha escrito, leído y visto, en la ambición, el orgullo, la vanagloria y el engaño y, considerando que no es momento para meditaciones serias, decide divertirse escribiendo.

     El pensador elabora una obra en la que ensalza la locura (o más bien en la que la locura se ensalza a sí misma). Todo lo que ha visto, le lleva a pensar que ésta es la fuerza que mueve el mundo. La razón, la cordura, al parecer no lleva a ningún lugar: cuanto más sensata es una persona peor vive, el cuerdo no emprende a menudo grandes acciones (el miedo al fracaso es un freno), se ensalza la ignorancia o el error, se admira a quien más incompetente resulta, las ciencias no conducen a la felicidad, la civilización es un castigo. Pero afirmar todo esto es reconocer también su propio fracaso y el de todo su pensamiento. Tal vez, por eso, Erasmo haya optado en este caso por divertirse escribiendo el encomio de la estulticia. Reflexionar ahora sería demasiado duro. ¿Es posible que por un momento desee no ser consciente de todo esto, vivir en la ignorancia, dejarse arrastrar por la insensatez? Aunque así lo sienta, Erasmo no se da por vencido. Esta obra no es fruto de su pesimismo, sino de una ironía llevada al extremo, que busca, como siempre, llevar a la reflexión (en este caso de una forma más provocadora). El autor está convencido de que Estulticia no debe gobernar el mundo y ataca a todos los que la ensalzan a través de su propio encomio.

     En definitiva, Erasmo no puede evitar resistirse a un mundo en el que la insensatez es la madre, el origen, de todo lo que se valora, en el que la incompetencia se premia, la ignorancia proporciona una vida agradable y la sabiduría sólo supone desdicha. ¿No es un mundo sorprendentemente actual? El imperio de Estulticia se sigue manteniendo hoy, con muchos más matices con muchas nuevas formas. Ése todo que abarca la locura ha ido colonizando nuevos terrenos conforme lo ha hecho el hombre, tan íntimamente ligado a ella.

     Fuentes:

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura o encomio de la estulticia, edición y traducción a cargo de Pedro Voltes, introducción de Juan Antonio Marina, Madrid, Espasa Calpe, colección Austral, 2008, 16ª ed.

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, edición a cargo de Teresa Suero Roca, Barcelona, Bruguera, 1974.

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Erasmo de Rotterdam

Erasmismo y antierasmismo: Erasmo y su obra en el tiempo y el espacio

      “Dios conceda una larga vida al Gran Inquisidor pues él ha sido mucho más generoso con los hombres de entendimiento que el Papa. Porque si él aparta de nosotros los Adagia de Erasmo, como el Papa hizo en su catálogo, ciertamente digo que sudaríamos sangre y agua” (Lorenzo Palmireno, humanista aragonés).

     Hemos visto como en España se produce un cambio en la visión de la figura de Erasmo y su obra, especialmente a partir de su muerte. Esta evolución forma parte de algo más amplio: tiene que ver con lo que está sucediendo en Europa en este momento, con la posición de los distintos territorios y gobernantes respecto a la Reforma, con las corrientes de pensamiento que imperan en cada momento… Así, a continuación, analizaremos los avatares de la figura de Erasmo, de sus ideas y de su obra a lo largo del tiempo y el espacio.

     Mientras vive, su pensamiento y su filosofía de Cristo se extienden por toda Europa gracias a la imprenta, que difunde sus obras; a sus amigos, repartidos por todo occidente, con los que mantiene unas fluidas relaciones episcopales, que le sirven para intercambiar ideas y opiniones; a los gobernantes de distintos países, que pugnan por su presencia y se rodean en sus Cortes de erasmistas…

     Sin embargo, una obra como la suya deja una huella que va más allá de su propia época. Así, de su doctrina derivará todo un movimiento, que recibirá el nombre de erasmismo. Del mismo modo, la oposición a sus ideas empieza a conocerse -también en vida del pensador- como antierasmismo. Podemos distinguir entre un erasmismo filológico y otro teológico, que lleva a menudo al protestantismo.

     Durante el Renacimiento, el pensamiento de Erasmo tendrá una gran influencia en los países de Europa occidental. En los Países Bajos el principal centro receptor y difusor será el Colegio Trilingües de Lovaina. En la facultad lovaniense de Teología predominan los antierasmistas, aunque también habrá algunos erasmistas moderados: Martin Dorp y Adriano de Utrecht (el futuro papa Adriano VI, que acabará convirtiéndose en uno más de sus protectores). En los confines orientales del Imperio prevalecen las ideas pacifistas de Erasmo; Segismundo I de Polonia y Ladislao I de Hungría se relacionan con él. La ciudad de Cracovia se convierte en un centro receptor bajo la influencia de Laski, de Cricius y de Iohannes A. Cassoviensis. En Inglaterra, nación del antierasmista Edward Lee, la mayoría de los humanistas siguen el ejemplo de Fisher o de More. En Francia tiene la simpatía de la Corte de Francisco I, con el contrapeso del rechazo de la Sorbona. En lo que hoy conocemos como Italia, el erasmismo literario tiene en el cardenal Pietro Bembo (Venecia) a uno de sus mejores representantes. Entre los miembros de la curia pontificia hay favorables y desfavorables a Erasmo. Mientras vive, papas como Julio II, León X y Adriano VI le tienen en consideración. Sin embargo, también será quien acabe prohibiendo toda su obra (Paulo IV). Por último, en España, como ya hemos visto, sus doctrinas se difunden durante la primera mitad del siglo XVI bajo la protección de Carlos V, pero tras la abdicación de éste su éxito empieza a declinar, hasta que su obra acaba siendo perseguida y prohibida por la Inquisición.

     Los años en los que las voces de Reforma de Lutero se empiezan a consolidar suponen un punto importante en esta evolución: marcan el ascenso de los antierasmistas, cuyas opiniones se oyen ahora mucho mejor. En la lucha entre partidarios de la ortodoxia católica y luteranos, Erasmo no quiere apoyar firmemente a ningún bando. Esto le ganará el desprecio de los dos: unos consideran que sus ideas son el germen de la Reforma, otros piensan que es demasiado cobarde para dar el paso hacia la ruptura. Sin embargo, ambos grupos han bebido en un primer momento de sus pensamientos. Los reformadores suizos y los de la alta Alemania son discípulos suyos; le reprochan su actitud, pero siguen respetándole, ya que gracias a él se ha iniciado todo el movimiento. Hay también católicos que le consideran un gran dirigente y muchos de ellos piensan que sólo él puede impedir la división de la Iglesia.

     Sin embargo, dentro de ambos colectivos Erasmo también se gana una imagen negativa. Dentro de los partidarios de la ortodoxia católica se desarrolla, ya desde el momento en el que sus ideas se consolidan y difunden, una imagen negativa del pensador: su obra derriba y critica sin atenerse a norma alguna. Es la época de los ataques de los teólogos de Lovaina de Edward Lee, de López de Zúñiga… Los múltiples ataques tienen un punto común de partida: a través de una exégesis de la Biblia que no sigue la pauta de la tradición eclesiástica, Erasmo socava el dogma y abre así una vía a todas las formas de herejía posibles, incluida la Reforma.

     Por otro lado, también los defensores de la Reforma tienen una imagen negativa de Erasmo. Para Hutten en un hombre débil, sin conciencia, cobarde, codicioso y dispuesto siempre a ponerse al servicio de la facción vencedora. Según su parecer, estos fallos de carácter se han visto sobre todo en su actitud respecto a Lutero: a pesar de las coincidencias con él, Erasmo se retracta por miedo.

     El ascenso de la imagen negativa se inicia a mediados de la década de 1520 y se refuerza tras su muerte (1536): San Ignacio de Loyola, interesado primero por sus escritos, prohíbe más tarde sus obras; Eck lo considera católico en 1528, pero en 1540 afirma: “Él, junto con los luteranos, aniquiló la auténtica filosofía cristiana”. “Puso el huevo que incubaron Lutero y Zwinglio”. El punto culminante de los ataques llegará cuando en 1559 el papa Paulo IV  decida incluir todas sus obras en el Index librorum prohibitorum romano, la lista de los libros prohibidos que aparece este mismo año. Desde entonces, el único país en que pueden leerse es España, donde Felipe II, en su deseo de controlar a un papa anti-hispano, se arroga el derecho de publicar un Index propio, más moderado que el romano.

     Sin embargo, aunque reprimido durante largo tiempo, el espíritu racionalista y crítico del erasmismo consigue sobrevivir y resurge durante el siglo XVIII. En el siglo XIX, la historia de la cultura se interesa por Erasmo y por su obra, como prototipo del Renacimiento europeo fuera de Italia. En este sentido, un paso importante en los estudios sobre este humanista es la edición oxoniense de Allen del Opus epistolarum erasmiano (1906-1958).

     Fuentes

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura o encomio de la estulticia, edición y traducción a cargo de Pedro Voltes, introducción de Juan Antonio Marina, Madrid, Espasa Calpe, colección Austral, 2008, 16ª ed.

-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, Barcelona, Bosh, 1976.

-AUGUSTIJN, Cornelis, Erasmo de Rotterdam. Vida y obra, Barcelona, Crítica, 1990.

http://riowang.blogspot.com/2009/09/erasmo-adagia-y-el-index-romano.html