Introducción: fuentes y posibilidades de estudio de la población monovera en la Edad Moderna

Si se considera que, lejos de los rancios clichés explicativos superados por la historiografía reciente, los aspectos del pasado tienen como actores fundamentales a los individuos, en su correspondiente marco social –y, por ello, espacio-temporal–, fácilmente se desprende la necesidad, versatilidad y en ningún modo complementariedad de realizar un sondeo demográfico en aras de calcular, en lo que al presente blog atañe, las posibilidades históricas de un municipio valenciano durante la Edad Moderna.

El estudio de la población monovera durante la Modernidad adolece de la falta de precisión inherente a una época pre-estadística. En efecto, los primeros censos modernos surgieron a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Ello supone serios problemas para el manejo de cifras absolutas y seguras en el análisis demográfico del Monóvar de los tiempos modernos. Ante todo, las cifras aportadas por las fuentes suelen darse en número de vecinos o de casas, siendo necesaria la aplicación de un coeficiente para convertir tales cifras en habitantes, quedando las propuestas muy a merced del criterio del historiador y de una suerte de análisis impreciso debido a las variaciones temporales, sociales, etc. También el objetivo de los recuentos distorsiona en muchos casos la percepción de la densidad poblacional, al ser frecuentes las omisiones o las ocultaciones con fines evasorios.

Para conocer la población de Monóvar son imprescindibles los registros parroquiales, por cuanto en ellos se hacen constar los actos más importantes de un individuo (bautismos y defunciones). El Archivo Parroquial de Monóvar alberga un total de nueve libros de bautismos de esta índole desde el año 1576, si bien presentan algunas lagunas importantes que pueden sopesarse con los datos que ofrece el Archivo Municipal, especialmente, la Carta Puebla (1611), el primer Libro de Actas (1620-166), algunos repartos de los impuestos municipales (siglo XVII) y distintas listas para el reparto del equivalente (siglo XVIII).

De otra parte, son también útiles en este aspecto los recuentos y censos. El primer dato del que se dispone es el Censo de 1510 que, con una finalidad fiscal, fue elaborado tras las Cortes de 1510 de Monzón. También se dispone de algunos censos expresados en fuegos y confeccionados desde mediados del siglo XVI hasta el momento de la expulsión de los moriscos, especialmente los de 1563 y 1602 por su mayor fiabilidad demográfica, aunque el grado de ocultación debe de ser importante. A este respecto, los datos aportados por G. Escolano a principios del siglo XVII no resultan más esclarecedores.

Mayor importancia tienen los Vecindarios del Reino de Valencia de 1646 ordenados, uno, por el virrey, conde de Oropesa, con la ayuda de los obispos y, otro, por la Diputación de la Generalidad, con el auxilio de los jurados y justicias. El primero de ellos es una simple relación nominal de vecinos, mientras que el segundo tenía una finalidad eminentemente fiscal. Pocos años después, en 1552, se confeccionó un reparto de tacha, –éste sí– muy preciso, que contrasta con los datos aportados por los repartos municipales de los años posteriores.

En 1717 el marqués de Campoflorido ordenó la elaboración de un vecindario con fines fiscales, por lo que en él sólo constan los contribuyentes o pecheros. Remedios Belando, a este respecto, ha calculado el porcentaje de ocultación en una cifra superior al 60%. Durante la primera mitad del Setecientos se confeccionó un nuevo vecindario, en 1735, con el fin de establecer el repartimiento del Equivalente y, ya en la segunda mitad de siglo, se dispone de ciertos datos encontrados en un libro de desposarios para los años 1756-1758 y, sobre todo, del Censo de Aranda (1768-1769). La preparación de este censo fue encargada a las autoridades eclesiásticas y en él aparece expresado, por vez primera, el total de población en números de individuos. Presenta, sin embargo, el problema de incluir a Pinoso en los datos correspondientes a Monóvar, como ocurriría en 1787 con el Censo de Floridablanca.

Finalmente, las últimas informaciones sobre la población del siglo XVIII corresponden a las datos proporcionados por Cavanilles, cuyos datos, no obstante, aparecen redondeados por haber sido confeccionados a partir de las listas de cumplimiento de la Iglesia por las parroquias de San Juan Bautista, en Monóvar, y San Pedro Apóstol, en Pinoso.