En capítulo de este libro, titulado La fundación del Colegio”, se nos comienza hablando de Fernando de Loazes superficialmente, pues suelo interesa como fundador del colegio de Santo Domingo. Sin embargo, aunque dicha descripción carezca de profundidad, rebosa elogios hacia su persona, de tal calibre que hace parecer hasta que fue un santo y es que según nos muestra Justo García Soriano, doctor en letras del cuerpo facultativo de archiveros bibliotecarios y arqueólogos, su aportación fue tremendamente importante para el desarrollo del colegio de predicadores y para Orihuela en general.
No obstante, algunos elogios parecerían a cualquiera que lo leyera un tanto excesivos, y para ilustrarlo citaré una frase del principio de la breve biografía, “Por los años 1546 era obispo de Lérida un esclarecido oriolano, que hubo de llegar a tan alta dignidad por sus extraordinario merecimientos de carácter y de inteligencia”
Después de ver este ejemplo, creo poder decir que la información, aunque acertada en contenido, está adornada de tal modo que Fernando de Loazes queda ensalzado y dignificado.
No dudo de todas las virtudes que pudo tener, pero me resulta un tanto excesivo, ¿y a vosotros?