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Mejunje de la entrevista con Pepi. XD

Entramos en el hall de la Biblioteca Pública de Fernando de Loazes de Orihuela y hablamos con Pepi, ayudante de archivo y biblioteca de la Generalitat Valenciana, quien nos relatará la historia de la biblioteca y nos ayudará en nuestro trabajo proporcionándonos soportes materiales de consulta. Comenzamos la entrevista en la Sala José Ángel Ezcurra.

Ella nos describe con soltura los hechos más relevantes acontecidos en la biblioteca a lo largo de su historia, empezando en primer lugar haciendo mención a su fundación, la cual se remonta al siglo XVI, aunque el concepto de “biblioteca pública” propiamente dicho no lo adoptó hasta el año 1866, gracias a la ley de Isabel II que regulaba y establecía tal concepto.

En sus inicios, en la Edad Moderna española, era propiedad de la orden eclesiástica de los Dominicos, a la que pertenecía el personaje histórico que nos ocupa: Fernando de Loazes. Éste coge la orden dominica con sus hábitos y comienza a impartir clases fundando con ello la universidad oriolana de Santo Domingo. Fue un aliado del convento con improtantes cargos políticos y eclesiásticos, además de un importantísimo mecenas, pues él mismo adquirió una cantidad importante de obras literarias que posteriormente donaría en su testamento a la orden dominica tras su muerte en el 1568.

En el siglo XII esta biblioteca obtuvo un privilegio real siendo considerada oficialmente como biblioteca universitaria. Contenía además mucho material bibliográfico que los mismos dominicos fueron adquiriendo con el paso del tiempo.

Durante el período de la Ilustración, las universidades menores españolas fueron cayendo en el olvido y perdieron importancia, por lo que la universidad de Santo Domingo se va distorsionando y ya no queda como una universidad sino como un centro de enseñanza privada más.

En el año 1835 tuvieron lugar las famosas desamortizaciones eclesiásticas de manos de Mendizábal, ocasionando con ello la desamortización de todas las bibliotecas por la regulación legal de los bienes muebles e inmuebles. Esto provocó, en el caso de Santo Domingo, un “punto muerto”, por la posesión de este centro de muchos documentos históricos.

Tras la visita de Isabel II en el año 1862 a Santo Domingo, se proclama en el 1863 por las distintas diputaciones la ley que regula los bienes muebles de las distintas bibliotecas nacionales, en cuyo inventario figura la biblioteca oriolana como Biblioteca Pública de Fernando de Loazes, encomendada a archiveros, bibliotecarios e historiadores.

Durante la Guerra Civil, estando en manos de Justo García Soriano, cuya saga se encuentra también en la biblioteca, su función fue la de la preservación del patrimonio cultural e histórico, mientras que el seminario en cambio fue utilizado como prisión.

Antiguamente el emplazamiento de la biblioteca se situaba en el seminario de los Dominicos. Posteriormente fue trasladado al actual edificio del Hotel Tudemir, hasta que finalmente, en el año 1992, se reformó la estructura del edificio de los Condes de Pinohermoso, siendo esa su actual ubicación.

Ahora esta institución, aunque está ligada de una forma especial al colegio y universidad de Santo Domingo, está a disposición de las gentes de Orihuela y de los alrededores, a estudiosos de temas religiosos y históricos, por ejemplo, como nosotras o algunos personajes ilustres que han paseado por estos pasillos y sostenido algunos de los libros que podemos ver en las estanterias. Tiene además dos vertientes muy unidas entre sí: la de biblioteca pública y la que comprende una línea de investigación, pues se hallan en ella un importantísimo fondo antiguo (obras cuya publicación comprende entre el año de la creación de la imprenta y el 1801) de unos 17000 volúmenes como fondo de investigación, y de temáticas muy variadas, prevaleciendo la teológica, estudios de jurisprudencia, etc.

Gracias a que hoy por hoy es una biblioteca totalmente abierta al público no hemos tenido ningún problema en adquirir información de ella o incluso de que nos concedan una entrevista como la que hemos tenido, así que después de todo nos podemos considerar muy afortunados. ¿No creeis?

 

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Entrevista a la gente de la calle oriolana.

En otra entrada hemos abarcado el asunto de las entrevista y os hemos informado de que publicaríamos dos críticas en función de a quién se entrevista.

En la anterior abordamos las entrevistas que se hacen a personas informadas de la cuestión. Ahora abordaré las entrevistas que se hace a personas de la calle. Personas que, generalmente por los quehaceres de la vida cotidiana, no cuentan con el tiempo necesario para buscar información de una manera más profunda. Preguntamos así, a treinta personas residentes en la ciudad de Orihuela, acerca de Fernando.

Generalmente la gran mayoría sólo tiene una noción básica sobre su persona conociéndolo como el cardenal de Santo Domingo.

Y luego encontramos a algunas personas oriolanas que sí saben realmente quién fue gracias a sus visitas al Museo de la Reconquista o a que estudió en Santo Domingo. 

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Entrevista a Pepi.

Hagamos ahora otro tipo de comentario crítico sobre una fuente algo distinta de las ya mencionadas anteriormente: la entrevista. Hay muchos tipos de entrevista que nos pueden proporcionar información, pero nosotras hemos abarcado dos tipos diferentes en base a quién entrevistamos.

Nosotras hicimos una entrevista en la Biblioteca Pública de Fernando de Loazes de Orihuela a Pepi quien, no solamente es la ayudante de archivo y biblioteca de la Generalitat Valenciana, sino que además es historiadora. Lo mismo a lo que aspiramos ser nosotras algún día. El mejunge de la entrevista sobre la historia de la biblioteca lo publicaremos en otra entrada.

Debo decir en primer lugar que esta forma de adquirir información es muy entretenida, didáctica y te permite muchas veces solventar dudas que no puedes preguntar a los libros. En cambio cuando una persona pregunta a otra que le responde de memoria, corre el riesgo de que la información que recoge esté equivocada en algunos datos. Pero para solucionar este tipo de cosas, Pepi nos proporcionó soportes literarios en los que pudimos contrastar la información.