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2. Las primeras culturas

Cultura de nódulos y lascas

La etapa más antigua de la Prehistoria americana ha sido denominada de diversas formas: cultura de “pre-puntas de proyectil”, “cultura de nódulos y lascas”, “Arqueolítico”, “Protolítico”, “Lítico inferior” o “Lítico temprano”, entre otras denominaciones.

Los primeros pobladores de América eran procedentes del este y el noreste de Asia y utilizaron la vía terrestre de Bering para llegar al continente hacia el 40000 a.C.

Desde Alaska fueron migrando hacia el sur, llegando a Mesoamérica hacia el 25000 a.C. y a Sudamérica hacia el 9000 a.C.

En principio, la población era escasa y nómada. Se organizaba en familias nucleares, organizadas en microbandas, que se reunían alrededor de hogueras, formando sencillos campamentos en lugares en los que abundaban el agua, la caza y las plantas o los animales recolectables.

Sus útiles eran de bajo nivel técnico, confeccionados por el sistema de percusión por lanzamiento y con retoques, grandes, pesados y de manejo complicado (raspadores, punzones, navajas, machacadores, etc.).

Cultura de cazadores de megafauna

Esta segunda etapa prehistórica también es denominada de varias maneras: “Lítico medio”, “Paleoindio” o “cultura de los cazadores de megafauna” (elefantes, bisontes, camélidos, caballos, etc.).

Estos cazadores especializados de origen mongoloide llegaron por “Beringia”, aprovechando el descenso del océano, hacia el 13000 a.C., y fueron avanzando hacia el sur del continente.

Sus técnicas de manufactura de utillaje eran mucho más evolucionadas que las de la cultura anterior. Su útil más característico son las puntas de proyectil líticas, elaboradas mediante un sistema de percusión con retoque por presión, que permitía la obtención de piezas pequeñas, delgadas, ligeras, bifaciales, afiladas y fáciles de manejar. Junto a ellas, también se han encontrado otros instrumentos como raederas, punzones, navajas o buriles.

Vivían fundamentalmente de la caza de animales pequeños o medianos, e incluso, de la recolección animal o vegetal en determinadas épocas del año. También solían cazar algunos grandes herbívoros (mamuts, bisontes), pese a la dificultad que conllevaba hacerlo con las armas de que disponían. Para ello, solían atacar a animales separados de sus manadas, heridos o enfermos. Los acorralaban en lugares cercanos a lagos o en espacios pantanosos, donde aprovechaban los problemas de movilidad de los animales para darles muerte más fácilmente.

Aunque la célula social básica era la familia, varias de ellas solían agruparse en microbandas para atacar el avance de las manadas o recolectar animales o vegetales con mayor eficacia. De hecho, el nomadismo causal tendió a adquirir un carácter cíclico o estacional.

En esta cultura aparecen los primeros indicios de carácter religioso, relacionados con el culto a los muertos (enterramientos con ofrendas).

Cultura de cazadores-recolectores

La última etapa prehistórica americana es la “cultura de cazadores-recolectores”.

El gran cambio climático de finales del Pleistoceno y principios del Holoceno conllevó un incremento de las temperaturas y la desaparición de la humedad en grandes regiones que antes constituían pastizales. Estas transformaciones ecológicas provocaron la desaparición de muchos herbívoros, lo que llevó a los pobladores americanos a dejar de seguir a las manadas y a reconvertirse en recolectores, sin abandonar la caza y la pesca. Ello supuso cambios en su forma de vida, ya que el nomadismo se hizo cíclico, para optimizar la explotación de las distintas fuentes alimenticias que estaban a su alcance.

La reconversión se aprecia en el utillaje lítico de esta cultura. Por una parte, los proyectiles tendieron a ser más pequeños y ligeros (adaptados a las presas) y, por otra, comenzaron a aparecer morteros y machacadores relacionados con las labores de molienda. Así mismo, se desarrollaron otras técnicas, como la cestería, orientada al almacenaje y transporte de frutos y plantas recolectables, o incluso de líquidos, o a la cocción en su interior por el sistema de piedras calientes.

Las distintas adaptaciones regionales llevaron a los pobladores americanos a una gran diversificación cultural.


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