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Arte

La propaganda de la Contrarreforma

El Barroco podemos entenderlo como una nueva cultura que impregnó los distintos ámbitos de la vida desde finales del siglo XVI y, sobre todo, durante el XVII, en lo que se refiere al caso español. Este movimiento se ha considerado la manifestación del espíritu contrarreformista, especialmente relevante en el arte y la reflexión política -aspectos que ampliaremos en próximas entradas-.

Pero el término que nos ocupa se identifica comúnmente con un ámbito concreto: el arte. Y fue en el caso de España, dado su arraigamiento ideológico contrarreformista frente al resto de Europa, donde se extendió ampliamente la sensibilidad artística barroca. La exageración ornamental, característica de esa sensibilidad, sirvió de medio propagandístico tanto a nivel político como religioso. Así, la política utilizó ese arte exuberante como manifestación de su poderío, mientras que la religión lo hizo por dos motivos fundamentales:

  • Para responder a la actitud (y crítica) iconoclasta protestante -idea recogida rotundamente en una frase de Santiago Sebastián en su obra Contrarreforma y barroco (pág. 145): “A la Reforma contestó la Iglesia multiplicando las imágenes”-.
  • Para cumplir el objetivo -establecido en el Concilio de Trento– de una eficaz instrucción del pueblo en la renovada moral católica, con lo que el arte se debía caracterizar formalmente por su sencillez y su adecuación de los personajes a las características de los fieles, fundamentalmente. En definitiva, una fácil identificación y comprensión del pueblo con lo representado.

Con el segundo objetivo se conseguía, además de la veneración -planteada en el Concilio- de ciertos dogmas, como la Inmaculada, la posibilidad de ejecutar buenas obras por imitar ejemplos de actitudes representadas, especialmente de santos -clara respuesta a la “doctrina de la justificación por la fe” de la Reforma protestante-. Y es que el recurso al dramatismo de la estética barroca apelaba a los sentimientos del espectador y lo movía a actuar.

El arte barroco como instrumento político, antes señalado, hay que entenderlo enmarcado en las monarquías absolutas del momento. A su vez, esta situación de sumisión del pueblo, así como las diversas crisis que experimentaba (demográfica, económica…), llevaba a éste a buscar consuelo en la religión, cuya expresión más inmediata y humana era el arte.