Guerra de Sucesión en Denia

Desde Lisboa, el pretendiente austriaco junto a una flota anglo-holandesa se echó a la mar hacia Aragón. El 8 de agosto de 1705, llegaron los confederados al frente de la ciudad de Alicante, rechazando ésta las proposiciones hechas por el grupo austracista. Prosiguieron entonces adelante, dando fondo en Aleta, donde acudió desde Ondara un don Juan Gil, antiguo capitán del regimiento de Saboya, al cual entregaron cuatrocientos fusiles y algunos tambores, para que levantara y armara partidas de paisanos en la comarca dejándole cartas para el arzobispo de Valencia, el conde de Cardona, y otros de su partido.

Desde Altea se dirigió parte de la armada a Denia, donde desembarcó Juan Bautista Basset y Ramos que, congregado el consejo general de la, y de acuerdo todos con el gobernador, que lo era entonces don Felipe Antonio Gavilá, natural de la misma población, se resolvió franquearles las puertas y entregarles las llaves de la ciudad y castillo.

Al día siguiente, 17 de agosto de 1705, desembarcaron los ingleses y se proclamó solemnemente a Carlos III de Austria como rey legítimo de España en la plaza mayor de la ciudad, acto seguido se cantó el Te-Deum, en medio de los repiques de las campanas y de las salvas de artillería.Proclamación Carlos de austria en la plaza mayor de Denia

Denia fue la primera ciudad de la corona de Aragón, que proclamó a Carlos III y desconoció a Felipe V, señalando que en todos los documentos de aquel tiempo siempre vemos nombrado al primero como legítimo rey y señor, que Dios guarde, y al segundo con el título de Señor duque de Anjou.

El 9 de septiembre del mismo año pusieron sitio a Denia las armas de Felipe V, que después de algunos días hicieron avance sobre la plaza sin obtener resultado alguno, por lo cual prendieron fuego a las casas del arrabal, talaron los frutos que quedaban sin coger y quemaron árboles y algunas casas de campo.

Para la defensa de Denia no tenían los rebeldes sino un solo cañón, pero don Juan Gil, que había acudido con sus paisanos armados, supo engañar las tropas sitiadoras figurando cañones de troncos pintados y haciendo hileras de bultos que imitaban hombres. Al día siguiente al avance, don Luis de Zúñiga levantó el sitio y lo convirtió en bloqueo.

Durante el bloqueo de Denia desembarcó un refuerzo de dos mil ingleses, con lo cual Basset tomó aliento para la empresa que meditaba sobre Valencia, donde el conde de Cardona tenía preparado lo necesario para que, al presentarse las tropas del Archiduque, le proclamase aquella capital.

Tras dos semanas de un segundo sitio de la ciudad, el 17 de noviembre de 1708 Denia entregó el castillo quedando prisionera de guerra y los

 

Denia durante las Germanías

Para Denia, y el reino de Valencia, el hecho de convocar Cortes en Cataluña y Aragón y por el contrario no llegar a reunirlas en Valencia, creó gran discriminación entre la sociedad valenciana. Ante este error político, y repetido en años consecutivos, los agermanados se levantaron en contra el Rey.

En aquellas fechas era Virrey de Valencia y Capitán General Don Diego Hurtado de Mendoza. Persona encuadrada en la nobleza y por dicha causa, figuró desde un comienzo, como enemigo declarado del pueblo. Los sublevados decidieron acabar con su vida por creerle ajeno a la problemática valenciana y como noble castellano enemigo de Valencia.

mapa-reino-de-valenciaCon motivo de unas epidemias, a su vez, las autoridades abandonaron la ciudad aprovechando los agermanados este momento para hacerse con el control de la situación. Es en este momento cuando se formaron la Junta de los Trece, compuesta por artesanos de la que fue su motor el cardados Juan Llorenç.

Vives Señor de Vergel anunció al virrey que Denia le era leal y podía convertirse con muy pocos trabajos en la plaza fuerte que había sido siempre. Como consecuencia a esto los últimos días de junio llegó toda la corte que seguía al Virrey a Denia, así como los tribunales y Real Audiencia. Con dicho traslado de las mencionadas autoridades, quedó Denia convertida en lo que había sido Valencia sólo unos meses antes.

Es de hacer resaltar que salvo Morella en el Maestrazgo y Denia, el resto de las ciudades, villas y pueblos se unieron a las Germanías, y por ello, Carlos I sintió la necesidad de agradecer a ambas su fiel comportamiento en aquellos difíciles momentos, dirigiendo a tal efecto una carta a Denia, prometiendo premiarla.

Los agermanados triunfaron en aquella confrontación militar, y el Virrey de Valencia tuvo que huir por mar hacia Peñíscola. Mientras tanto, y animados por su victoria, los vencedores continuaron las marchas y contramarchas eligiendo el Marquesado de Denia como marco geográfico de las mismas. Denis sufrió el saqueo de la mayoría de sus casas y heredades.

Finalmente, cuando el Virrey salió de su refugio de Peñíscola para batir a las últimas huestes de los agermanados, la villa de Denia le prestó trescientos hombres armados y mandó siete mil quinientos reales para ayudar al pago de las tropas reales. En los llanos de Alfarrasí, se dio la última batalla el 2 de septiembre de 1522 donde fueron vencidos completamente los agermanados.

Hay que destacar que Denia también tuvo un papel principal en una segunda Germanía que tuvo lugar bajo el reinado de Felipe II en 1693, siendo sofocada finamente en la Setla (a 6km de Denia) por las tropas reales.

Manifestación en defensa del condado

Nunca Denia se había manifestado en favor de pertenecer a un señor más que a su Rey, y con gusto había visto que Alfonso V dispusiera por algún tiempo de ella como señor. Denia consideraba el privilegio de agregación perpetua a la corona como el baluarte de sus libertades, y apoyada en él, acechaba desde 1425 la ocasión oportuna de hacerle valer. No pudo en 1431 resistir la donación hecha al conde de Castro, pero al morir éste quiso probar de tal dependencia, viendo su castillo guardado por Valencia.

Sin haber hecho testamento murió el conde don Diego siendo sus hijos quienes se dividieron y repartieron los bienes, siendo don Fernando de Rojas quien se hizo cargo de los condados de Castro y Denia.

Apenas se habían arreglado estos tratos en Denia cuando supieron que esta villa, en febrero de 1455, había mandado uno de sus jurados al Rey, que estaba en Nápoles, para hacer valer la pretensión de que dicha villa y lugares de su condado pertenecían y se debían aplicar a la corona real.

Alfonso V mandó al conde de Cocentaina, gerente del general gobernador de Valencia (portant veus de general gobernador), y que en virtud de su real provisión como a lugarteniente general por el rey don Alfonso V, se apoderase de grado o por fuerza del castillo y villa de Denia, y su condado y lo entregase a mosen Guillen de Vich, procurador de don Fernando de Rojas, que en su nombre y el de su hermano don Diego de Sandoval gestionaba este negocio.

Visto que nada podía conseguir esta villa de lugarteniente general, hizo la misma protesta y requerimiento al conde de Cocentaina y ante el real Consejo de Valencia, pero todo en vano. El conde de Cocentaina envió a Denia su teniente mosen Jaime Romeu, para que diese la dicha posesión, y ejecutando la real provisión, entregase dicha villa y castillo al procurador de los hijos del conde de Castro.

 El lugarteniente gobernador no parecía animado a desistir de su empresa, ni los de Denia a ceder, a pesar de las vejaciones de que eran objeto. Viendo la gran destrucción y daño irreparable que se ocasionaba a Denia, acudió la ciudad de Valencia a procurar el remedio a tantos males. Despachó, pues, dos jurados y su abogado que, viniendo aquí, viesen de dar forma en que se calmase este litigio por vía de la fuerza y acudiesen a los tribunales. Aún así, continuación los mismos daños y vejaciones, con la entrada de Valencia nada cambió.

Con la muerte de Alfonso de Aragón, mueren las pretensiones en Denia, cuyo pleito aun no se había terminado. Por que, sucediéndole el infante don Juan, el rey de Navarra, dio enseguida órdenes para que, a pesar del proceso, fuera entregado este condado a don Fernando y a don Diego, los hijos del conde de Castro.

Murió don Diego de Sandoval, y quedó entonces único conde de Denia don Fernando de Rojas, el cual fue conde de Castro y adelantado de Castilla, y casó con doña Juana Manrique. Nació de este matrimonio don Diego Gómez de Rojas y de Sandoval, a quien su padre hizo donación del condado de Denia el 15 de marzo de 1475.

La Denia de los Austrias

Los contactos entre el César Carlos y la villa de Denia fueron casi inexistentes, manteniendo las relaciones entre la villa y la corte real por medio de los marqueses de Denia Don Bernardo, Don Luis y Don Francisco de Sandoval

Durante el reinado de Carlos V los piratas argelinos atacaron Denia. Diez galeras corsarias hicieron un amago de desembarco en Jávea, para ocultar sus intenciones de invadir Denia. Confiaron que al pedir ayuda desde Jávea a Denia, quedaría ésta desamparada, y entonces se volcarían sobre ella, haciéndose con todo el botín. Pero la idea de los piratas argelinos no les dio resultado, pues los pocos hombres que habían quedado en Denia, estuvieron a la espera. Protegidos por la noche levantaron anclas los piratas de Jávea y navegaron sigilosamente hacia Denia, para efectuar un asalto por sorpresa, que creían fácil. No fue así, ya que se encontraron con los primeros disparos que rompieron el factor sorpresa que creían determinante de la empresa y salieron a todo correr camino a sus naves. A este acto respondió la artillería del castillo, siendo factor decisivo el en la victoria.

Con motivo de esta victoria, durante más de un siglo celebraron los dianeses el 2 de septiembre, una solemne procesión en acción de gracias al Altísimo, a quién le atribuyeron la victorDibujoia.

Durante el reinado de Felipe II nació Don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, quinto marqués de Denia, el más conocido en la historia de España, duque de Lerma y conde de Ampurias. Finalmente fue nombrado cardenal y vistió de Rojo.

Con la muerte de Felipe II, llegó al trono su valido Felipe III, comenzando a sufrir España sus privatizaciones.

Don Cristóbal de Sandoval, sexto marqués de Denia, nacido en la misma ciudad de Denia, creó Conventos, como el de los Franciscanos y Agustinas. En tiempos de este marqués tuvo lugar el regreso a la patria del cautivo Miguel de Cervantes Saavedra, siendo Denia la primera tierra española que pisó. También el castillo de la ciudad fue reedificado en gran parte por él, y de su propio bolsillo costeó para limpiar el mar de berberiscos. A partir de entonces, añadirá el historiador Palau “Los corsarios de Denia, amedrantaron tanto a los de Argel y Túnez, que sus galeras no osaban salir de la mar ni en su propia costa”.

El 8 de febrero de 1599, al año siguiente de ser coronado Rey de las Españas, llegó a Denia Felipe III, organizándose fiestas y excursiones por mar, a las que el monarca era muy aficionado.

Felipe III fue el rey que más veces estuvo en Denia. Sus tres venidas a la ciudad, fueron a ruegos del Marqués, pero no hay que olvidar el asueto que para el monarca significaba, la paz que aquí respiró, unido al benigno clima y fragores del campo. De ello el Rey siempre guardó inmejorable recuerdo.

Concesión del puerto de Denia al Marqués por parte de don Fernando II de Valencia.

“Por tener del presente nuestro privilegio firmemente valedero, de ciencia cierta nuestra y deliberadamente concedemos y otorgamos a vos el Marqués de Denia ya dicho, y a vuestros sucesores en el dicho Marquesado, la licencia, permiso y facultad plenaria para que, de hoy en adelante, podáis y puedan pedir el derecho o derechos, comúnmente llamados de ancorage, por todas las naves, barcos, galeotas y otras cualesquiera buques, tanto los latinos como los otros llamados de cayre, que llegaren al indicado puerto de Denia y a él entrare, y lo podáis y puedan exigir, pedir y cobrar de los patrones y capitanes”

El 21 de julio de 1510 Don Fernando II de Valencia (Fernando el Católico) concede a Bernardo de Sandoval el puerto de Denia.

Esta concesión se debe, principalmente, a la falta de dinero por parte de la corona para adecentar y acondicionar el puerto de Denia como lugar de embarque para las naves que anclaban anclas en la playa cerca del puerto de Denia, dejando a merced de su suerte frente a posibles fenómenos meteorológicos que condicionaran su estancia y tuviesen que partir hacia otro puerto, repercutiendo negativamente sobre el comercio y la sociedad de la villa.

Don Bernardo de Sandoval, Marqués de Denia y Duque de Lerma, se hace cargo del puerto de Denia y se compromete a adecentarlo, limpiarlo y asegurar la estancia de las naves y embarcaciones, así como a construir una torre y un faro a la entrada del puerto. En relación a esto, el Marqués de Denia obtiene la licencia de cobrar los derechos de ancoraje con arreglo del arqueo de las naves que arribasen. Así mismo, el documento de concesión señala al puerto de Denia como lugar de embarque de la ciudad de Valencia.

 Las tarifas se dividen en dos partes, quedando exentos de ella el Ejército y los ciudadanos del “Reyno” de Valencia.

Ancoraje:

Por centenar de arqueo de barco de cualquier tipo, galeras mercantes, barcos de caire y galeones: 10 sueldos valencianos.

  • Embarcaciones de trastell, de menos de 50 unidades arqueo (UA): 4 sueldos valencianos.
  • Embarcación menor de vela latina: 2 sueldos valencianos.

 Utilización de las torres de balizamiento:

  1. Cualquier barco de más de 500 UA: 2 sueldos valencianos.
  2. Otras embarcaciones: 6 dineros de sueldo valenciano.

 Este documento establece una relación directa entre obras y arbitrios, sustituyendo los antiguos derechos que no tenían ninguna obligación para el titular del puerto. En dicha concesión también se estableció, por parte de la corona, que la violación de las condiciones y parámetros establecidos en el documento por parte del Marqués y sus descendientes generaría la automática anulación de dicha donación y su repercutida multa.

Toma del Castillo

 

Con la donación de Denia se había concedido a su conde el señorío de su fortaleza, cuyo alcaide, por él nombrado, le juraba fidelidad y hacía homenaje al conde y no al Rey.

Dibujo

Para el tiempo en que nos referimos, el alcaide del castillo era castellano. Esta procedencia del gobernador causaba justos recelos en Denia.  Apercibiéndose de esto la ciudad de Valencia determinó poner remedio a los males que podían sobrevenir nombrando a un alcaide de confianza. Representantes de la ciudad de Valencia, con su alcaide entre ellos, esperaron y cuando más descuidado estaba el alcaide castellano, se metieron en la fortaleza de Denia, echándo de ella al desprevenido gobernador. En relación a esto, la ciudad de Valencia se dio prisa en proveer de abastecimiento y municiones necesarias para resistir una posible resistencia. Este suceso ocurrió a últimos de noviembre, principios de diciembre de 1452.

Como el lugarteniente general del reino era don Juan de Navarra, amigo y valedor del conde de Valencia, procuró hacerle saber a la ciudad lo ocurrido. Envió a su subsíndico Bartolomé Abad a Zaragoza, portador de una carta en la que se daba cuenta de los motivos y razones de lo ocurrido, destacando entre ellas la importancia Denia, pues se la consideraba como la llave del reino, y que perdida ella todo el reino corría el mismo peligro, y que, por lo tanto, Valencia como madre y cabeza del reino, había querido tomar dicho castillo bajo su custodia y protección.

El 23 de diciembre del mismo año contestó el lugarteniente general a la carta de la ciudad de Valencia, dando por bien hecho el que tuvieses bajo su custodia el castillo de Denia, en servicio suyo y beneficio y reposo de aquella ciudad y reino, durante la ausencia del conde de Valencia o de alguno de sus hijos, pues confiaba mucho de la prudencia, virtud y lealtad de ellos, y no permitiría que nadie, sino los mismo le tuviesen a no ser por esta razón.

El castillo no volvía a manos de los condes de Denia hasta octubre de 1477, resultado de un acuerdo entre mosen Garcerán, por parte de la ciudad de Valencia, y mosen Francesch de Castllvi, caballero procurador del conde de Denia.

Condes y Marqueses de la ciudad

Condes

1355-1392 Alfonso de Aragón “El viejo”

1392-1425 Alfonso de Aragón “El Joven”

1425-1454 Diego Gómez de Sandoval y Rojas

1454-1475 Fernando de Sandoval y Rojas.

1475-1484 Diego Gómez de Rojas y Sandoval

 

Marqueses

1484-1502 Diego Gómez de Rojas y Sandoval

1502-1536 Bernardo de Sandoval y Rojas

1536-1570 Luis de Sandoval

1570-1574 Francisco de Sandoval y Rojas

1574-1625 Francisco Gómez de Sandoval y Rojas

1625-1635 Francisco Gómez de Sandoval y Rojas Manrique de Padilla

1635-1651 Mariana de Sandoval y Rojas y Enríquez de Cabrera

1651-1659 Ambrosio de Aragón Córdoba Sandoval

1660-1697 Catalina Antonia de Aragón Folc de Cardona y Córdoba

1697-1711 Luis Francisco de la Cerda y Aragón

1711-1739 Nicolás Fernández de Córdoba y de la Cerda

1739-1768 Luis Antonio Fernández de Córdoba y Spínola

1768-1789 Pedro de Alcántara Fernández de Córdoba y Moncada

1798-1806 Luis María Fernández de Córdoba y Gonzaga

1806-1840 Luis Joaquín Fernández de Córdoba y Benavides

1840-1873 Luis Tomás Fernández de Córdoba Ponce de León

1873-1879 Luis María Fernández de Córdoba y Pérez de Barradas

1880-1956 Luis Jesús Fernández de Córdoba y Salabert

1956-2013 Victoria Eugenia Fernández de Córdoba y Fernándes de Henestrosa

Marquesado

Consolidada la casa Sandoval, toma el título de marqués Diego Gómez de Rojas y Sandoval, hijo del anterior duque don Fernando de Rojas y de doña Juana Manrique (biznieta de Enrique II).

La donación del título de marquesado a la villa de Denia tuvo lugar en un contexto importante para el devenir de la historia de España. En estos momentos Isabel de Castilla empuñaba el cetro de Castilla en 1472, mientras que su esposo Fernando de Aragón hacía lo propio en 1479.

En esta época también tuvo lugar el descubrimiento del Nuevo Mundo (1492) por parte de Cristóbal Colón, al mismo tiempo que Castilla acosaba a los árabes del desierto, atrincherados dentro de los muros de Granada, y Aragón pulverizaba sus orgullosos torreones.

Es por ello que todos los esfuerzos de los Reyes Católicos estaban dirigidos en 1487 a la conquista de la importante plaza de Málaga, debilitándose los sitiadores cuando vieron llegar al conde de Denia y a los de Cocentaina y Almenara y al duque de Medinasidonia, que traían consigo la gente de sus estados, dinero para los gastos de la guerra y multitud de galeras con provisiones. Poco después capitulaba la plaza.

Fue, entonces, a partir de este acontecimiento cuando los Reyes Católicos premiaron a don Diego de Sandoval, nombrándole marqués de Denia.

El 28 de septiembre de 1478, llegó el nuevo marqués a Denia, concediéndo a los habitantes de ella y a los de Jábea indulto general. Se casó con doña Catarina de Mendoza, hijo de don Iñigo López, conde de Tendilla, y de este matrimonio nació don Bernardo de Sandoval, quien sucedió a su padre cuando falleció en 1502.

Condado de Denia

Hijo de don Hernán Gutiérrez de Sandoval y doña Inés de Rojas, hermana del célebre arzobispo de Toledo, don Sancho de Rojas, Diego Gómez de Sandoval y Rojas, adelantado mayor de Castilla, recibió por parte de Juan de Navarra, el condado de Denia como reconocimiento y lealtad a la corona por su parte.

La carrera política de don Diego Gómez de Sandoval y Rojas presentó una vida ligada a la corona, cuyos importantes hitos, marcaron el devenir de la corona aragonesa.

Por un lado destacamos su actuación como ayo de los príncipes, hijos de Fernando I de Aragón, y mayordomo mayor y consejero después del infante don Juan. En 1425 fue nombrado padrino del infante don Enrique, hijo del rey de Castilla. Por el otro hay que destacar, sin lugar a duda, su actuación frente al infante de Castilla cuando pretendía la sucesión de Aragón. Diego Gómez de Sandoval y Rojas junto a los aragoneses que le favorecían, vencieron en la batalla cerca de Murviedro, hecho que don Fernando reconocería con la donación de Lerma el 8 de julio de 1412. Poco después, él mismo ganó otra importante batalla contra los ingleses, defensores del conde de Urgel y competidor de don Fernando, hecho que le significó la donación por parte de doña Juana la Saldaña.

Obligado, pues, por la gratitud el infante de Aragón y rey de Navarra, quiso de algún modo premiar la lealtad de don Diego Gómez de Sandoval, y le heredó con reinos, haciéndole donación de las villas de Denia y Ayora y del lugar de Jávea el 8 de marzo de 1431, en Lérida, ante notario Antonio Noguera estando presentes, además del rey de Navarra y de don Diego Gómez de Sandoval, el rey Alfonso V de Aragón, quien aprobó y confirmó esta donación.

Las condiciones con que se dio el condado de Denia, no eran otras más que las que desde 1323 tenían a su favor los infantes de Aragón, sus señores, el último de los cuales era rey de Navarra. Hay que anotar que el condado de Denia se extendía a todo su término general, en el cual el Conde tenía la jurisdicción suprema civil y criminal.

Además, Diego Gómez de Sandoval y Rojas, recibió también el derecho de acuñar moneda, poner almadrabas, establecer contribuciones, nombrar justicia y ejercer toda jurisdicción civil y criminal.

 

Consecuencias demográficas de la Guerra de Sucesión en Denia

El 1 de noviembre de 1700 la corona española queda vacante tras la muerte de Carlos II sin descendencia. El enfrentamiento entre los partidarios de Felipe de Anjou y el Archiduque Carlos de Austria desembocó en una guerra por el trono español en la que se mezclaban la lucha de las principales potencias europeas y los problemas internos de los diferentes reinos de España.

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Recreación de la entrada de Basset en Denia

Denia tuvo un papel protagonista en este conflicto por varias razones. En primer lugar fue en esta ciudad donde el archiduque Carlos de Austria se proclamó rey con el nombre de Carlos III el 18 de agosto de 1705, siendo la primera localidad importante en reconocerlo como tal. En segundo lugar, la ciudad de la Marina Alta actuará como foco desde el cual se buscarán apoyos para la causa austracista en toda la región. En esta labor destacará Basset, que cautivó a las clases populares con la promesa de la abolición de los tributos nobiliarios. Por último, cabe citar aquí que Denia fue la penúltima ciudad del Reino de Valencia en rendirse a las tropas del pretendiente francés.

El papel protagonista de la ciudad de Denia en la contienda la convertirá en un objetivo principal para los ejércitos del futuro Felipe V, por lo que habrán consecuencias negativas a nivel poblacional derivadas sobre todo del acoso a la ciudad, que fue sitiada en tres ocasiones, y su posterior destrucción tras la derrota de la causa austracista.

El 9 de septiembre de 1705 tuvo lugar el primer asedio a la ciudad dianense. Durante el bloqueo, que se prolongó hasta principios de 1706, las tropas atacantes incendiaron varias casas del arrabal y la mayoría de huertos y casas de campo de los alrededores. El bloqueo de la ciudad provocó una escasez de víveres sólo paliada parcialmente por los recursos que llegaban a través del puerto desde Barcelona. Cuando la falta de alimentos y la extensión de la enfermedad comenzaban a hacer mella en la población, las tropas que sitiaban Denia hubieron de concluir su labor cuando se les llamó para desempeñar su labor en los lugares donde los enfrentamientos arreciaban.

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Durante 1706 y 1707 estuvo la población en paz a pesar de ser una de las plazas fuertes de los partidarios del archiduque. Aún así, los efectos negativos del primer asedio aún se dejaban sentir en la población en forma de hambrunas y falta generalizada de productos de primera necesidad.

En 1707 en el reino de Valencia ya sólo resistían Denia, Alicante y Alcoy. El 27 de junio de ese mismo año el general D’Asfeld sitiaba por segunda vez la ciudad. En este segundo sitio la ciudad sufrió muchísimo por lo numeroso del ejército borbónico (unos 12.000 hombres). A las consecuencias normales del asedio (falta de alimentos, enfermedad, etc.) se une la destrucción de muchas de las casas y campos de la villa y la muerte en combate de muchos de los encargados de la defensa de Denia. La población dianense comenzaba así a reducirse drásticamente como consecuencia del acoso borbónico a pesar de la llegada de puntuales refuerzos por el puerto.

En noviembre de 1708 la ciudad sufriría una nuevo asalto aún más grande y violento que el anterior. Ante la escasa resistencia que Denia podía ofrecer ya, la mayoría de la población optó por embarcarse hacia las Islas Baleares. El 17 de noviembre la ciudad se rindió a las tropas enemigas. La represión que los ejércitos borbónicos ejercieron en la ciudad supuso la práctica destrucción del municipio, la matanza o captura de los civiles y militares que restaban en la ciudad y el éxodo del resto de la población superviviente a las Islas Baleares.

Denia quedó así prácticamente despoblada tras la guerra. El crecimiento demográfico que la ciudad había experimentado a lo largo del S. XVII se vio truncado cuando en una de las ciudades más pobladas del Reino de Valencia (se calculan unos 10.000 habitantes al inicio de la guerra) quedó reducida a 36 vecinos que pasó a 144 seis meses después del fin de la contienda. Esta despoblación vino dada por la represión post-bélica y la escasa capacidad de recuperación de la villa tras los desastres materiales de la guerra (quema de cosechas, destrucción de infraestructuras, etc).

Denia inició así el período borbónico como una ciudad destruida y despoblada que no resurgiría hasta varios años después del fin del conflicto sucesorio. Durante el primer tercio del siglo XVIII la población se vio muy mermada, pero a lo largo de la centuria, coincidiendo con una época de expansión económica, el marquesado conoció un espectacular crecimiento demográfica, contando en el censo de Floridablanca de 1787 con una población total de 24.000 personas. Así es como Denia afrontó en el aspecto demográfico el fin de la Edad Moderna.

Población en Denia tras la expulsión de los moriscos

Tras la expulsión de los cristianos nuevos del Marquesado de Denia, el mismo se había visto privado de una gran parte de su población, quedando la demografía del lugar seriamente reducida.

El vacío poblacional provocado por el exilio forzado de tan importante contingente demográfico intentó subsanarse con una primera repoblación dirigida por la élites comarcales. Este proceso repoblatorio se antojaba fundamental, pues la pérdida de gran parte de población del Marquesado suponía también un pronunciado descenso de la capacidad laboral y económica (especialmente agraria) de la zona, con el consecuente peligro para de pobreza y hambre para las clases populares, y la bajada de rentas para las élites nobiliarias.

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Esta inicial repoblación inmediata a la expulsión fue en general incompleta y deficiente y se basó en un reagrupamiento de cristianos viejos en lugares escogidos de antemano y que se correspondían con ciudades de entidad, por lo que muchos caseríos rurales de carácter secundario quedaron prácticamente despoblados.

campesinos3Este primer intento fue secundado por un segundo proceso repoblatorio dirigido por los señores territoriales a partir de 1610. De entre todos los intentos de los distintos nobles se destaca la iniciativa del VI duque de Gandía, cuya preocupación por el Marquesado venía dada por ser señor también de la baronía de Pego y de pequeños territorios dispersos por todo el territorio dianense. Este personaje consiguió atraer a numerosa población campesina de las Islas Baleares hacia sus dominios por la gran oferta de tierras no trabajadas que podía ofrecer tras la expulsión de los moriscos. Ante el éxito de esta iniciativa, muchos señores territoriales de la zona practicaron acciones similares con tal de que sus posesiones agrarias no vieran privadas de explotación.

Vemos pues que el mayor contingente poblacional destinado a la repoblación de Denia provino de las Islas Baleares. Con un carácter secundario también tuvieron importancia los habitantes cuyo origen se encuentra en el norte del Reino de Valencia y el sur peninsular. Se produjo también una redistribución de los excedentes poblacionales de los núcleos de cristianos viejos procedentes de la misma zona del Marquesado. Por último, en mucha menor medida, también existieron aportes poblaciones procedentes de Cataluña, el sur de Francia e incluso de algunas zonas de Italia.

vall de la gallineraLas fuentes existentes (fundamentalmente cartas de población y linajes) nos permiten vislumbrar, no de forma precisa pero sí a grandes rasgos, como se distribuyeron los repobladores por la geografía dianense. Los isleños baleares se difundieron por prácticamente toda la comarca, desde las zonas de interior (ocupando zonas como La vall de la Gallinera, La vall de Laguar, Xaló o Ebo) hasta el bajo marquesado (repoblando zonas como Gata o Pedreguer). Sagra y Sainet fueron repobladas con gentes procedentes de Granada y del norte del Reino de Valencia respectivamente. Por poner un par de ejemplos de como también se llevó a cabo una reestructuración de la población de cristianos viejos para ocupar las zonas más despoblados podemos citar la repoblación de Negrals por parte de habitantes de Pego (que era de las localidades que menos había sufrido las consecuencias de la expulsión) o el repoblamiento de Ondara con población de la propia ciudad de Denia.

A pesar del intenso esfuerzo señorial por repoblar el marquesado, este nunca igualaría los números previos al destierro de los cristianos nuevos. Los continuos cambios y conflictos en los planes repoblatorios y la proliferación de condiciones negativas para el crecimiento demográfico (plagas, enfermedades, proliferación del bandolerismo) provocaron un parón demográfico que se remataría con la Guerra de Sucesión, a cuyas consecuencias poblaciones dedicamos un artículo propio.

La expulsión de los moriscos: consecuencias demográficas

La expulsión de los moriscos fue uno de los sucesos más importantes a todos los niveles de la época moderna para la monarquía hispánica. El decreto de expulsión del Reino de Valencia fue firmado y publicado en septiembre de 1609. Una vez decretada la orden, esta se llevó a cabo en los días sucesivos.

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La expulsión de los moriscos se identifica con el decaimiento posterior de la demografía y la economía de toda la monarquía por la pérdida de una importante masa de población trabajadora que había sido sacrificada en aras de la unidad religiosa del reino. Muchas cifras distintas son las que se han dado sobre el número total de expulsados, llegando a valoraciones tan disparatadas como el cálculo de la expulsión de un millón de personas. Hoy se han superado esas visiones carentes de fundamento y se dan cifras más aproximadas a la realidad del exilio de los cristianos nuevos.

Las consecuencias de la medida fueron muy diferentes de unas a otras regiones de la monarquía, y por tanto las mismas requieren de ciertas matizaciones dependiendo de la región estudiada, ya que resulta evidente que serían más intensas en aquellos lugares donde se concentraba la población morisca.

mapa expulsionEl reino de Valencia era una de las zonas donde más denso era el poblamiento de cristianos nuevos, luego las consecuencias en esta zona de la Península fueron más intensas que en otras. Se estima que en el reino de Valencia había 28.071 casas de moriscos con 136.000 personas, frente a las 73.731 de los cristianos viejos, excluida la capital. Los cálculos indican que fueron 272.000 el número de moriscos que salieron del país, de los cuales procedían del antiguo reino de Valencia unos 117.500 (algunos pudieron quedarse, en especial, los más jóvenes), luego un 43,2% de los moriscos expulsados correspondieron a Valencia, que perdió a un 33% del total de su población. La repercusión será aún mayor en las comarcas que forman la actual provincia de Alicante, que perdió aproximadamente al 40% de su población.

En la zona del Marquesado de Denia la población morisca, sin dejar de ser importante, no era tan marcada como en otras zonas de la actual provincia de Alicante. En Denia y Jávea existían pequeños núcleos de población de este tipo, pero casi la totalidad demográfica correspondía a los cristianos viejos. En las zonas de interior, sin embargo, la proporción cambiaba y abundaban los moriscos frente a una escasa población de cristianos viejos. A pesar de todo ello la expulsión de los moriscos también fue una calamidad para el Marquesado, pues, a pesar de las excepciones de Denia y Jávea anteriormente citadas, la mayor parte de sus pueblos estaban poblados por cristianos nuevos, o al menos, constituían la base de su población.

Denia tuvo un papel protagonista en el proceso de la expulsión, no sólo por haber perdido a gran parte de sus habitantes, sino también por haber servido su puerto para materializar el exilio de los cristianos nuevos. Además, para apresar a los pocos que se decidieron por la resistencia, Denia sirvió de base de operaciones para los encargados de batallar contra aquellos que no aceptaron el decreto de expulsión y marcharon a los montes para resistir.

Vemos pues que la expulsión tuvo importante consecuencias a nivel demográfico, pero estas no se limitan a la pérdida de la población en número, sino también a su capacidad de trabajo, por lo que las consecuencias económicas, de las que hablamos en otro artículo, también fueron notables.

Población en Denia hasta la expulsión de los moriscos

vecindarioEl estudio demográfico para localidades del Reino de Valencia en la Edad Moderna resulta complicado por varias razones. En primer lugar tenemos el escaso número de fuentes existentes para tal propósito. En la práctica estas quedan reducidas a los registros parroquiales y a los vecindarios generales, al menos hasta el siglo XVIII, momento en el que el Estado empieza a mostrar interés por conocer el número de habitantes del territorio que controla a través de censos. En segundo lugar, estas fuentes no son capaces de ofrecer una visión fiable del poblamiento de la región estudiada, pues en ocasiones nos ofrecen una imagen parcial y borrosa de la demografía por su irregular elaboración y el interés de determinados individuos en no aparecer en listados que se usaban para marcar el pago de impuestos. Estos son los incovenientes que encontramos a la hora de estudiar a la población dianense antes de la expulsión de los moriscos, por lo que intentaremos dar aquí una visión amplia y aproximada del tema a pesar de ellas.

Tras un período de crisis como el marcado por el siglo XIV, el siglo XV significa una recuperación a todos los niveles, incluida la demografía. No disponemos de datos concretos para esta época en la ciudad de Denia o en el territorio del marquesado, pero es probable que Denia se insertase en la corriente de crecimiento poblacional una vez superadas las dificultades del siglo anterior.

agermanatsEl siglo XVI se inicia con el mismo ritmo de recuperación aunque éste pronto se vio truncado por el desarrollo de la primera Germanía, cuya conclusión provocará incidencias demográficas que modificarán la tendencia positiva que había seguido la población dianense desde el siglo XV. Las muertes causadas por las batallas de los agermanados supusieron un descenso del número de pobladores de la ciudad del marquesado, pero aquí también hay que tener en cuenta las repercusiones negativas de los pillajes y la desorganización económica derivada del período bélico que se vivía. También son importantes para explicar el cambio de tendencia en el crecimiento poblacional el coste de los ejércitos que se abastecían sobre el terreno y el asalto a varias morerías.

1530 es aproximadamente el año en el que la población de la provincia de Alicante (Denia incluida) toca fondo tras las dificultades ya explicadas, y a partir del cual inicia de nuevo su recuperación. La misma es más marcada para los lugares con escaso poblamiento morisco, pues estos tendieron a emigrar hacia otras zonas (sobre todo al norte de África). El marquesado contaba con tres poblaciones de predominio cristiano (Denia, Jávea y Pego) y en 1570 habían 986 casas de cristianos nuevos frente a las 906 de cristianos viejos. Aún así, en Denia el crecimiento del siglo XVI es alto pues los moriscos no emigraron, sino que aumentaron o duplicaron su número durante el siglo XVI. Este crecimiento morisco se paró en seco con la orden de expulsión de los mismos, asunto de cuyas consecuencias demográficas hablaremos en otro artículo.

Relevancia económica del puerto de Denia

cabo san antonioLa situación geográfica de Denia ha hecho que puerto y ciudad vayan históricamente unidas, pues el asentamiento se encuentra en pleno cabo de San Antonio, lo que consumó la condición de la ciudad dianense como ciudad portuaria cuyo puerto se acabaría erigiendo como uno de los principales focos económicos de la urbe. A su situación espacial hemos de añadir algunas características orográficas que completan la idea sobre la importancia del puerto dianense y su fuerte relación con el asentamiento poblacional. Algunos de ellos son la buena situación de abrigo del puerto, una estructura costera que facilita la carga y descarga de mercancías, la protección contra el viento que el Montgó ofrece o la benignidad de las corrientes marinas. Estas condiciones explican el emplazamiento de las estructuras portuarias en este espacio natural, las cuales favorecieron el desarrollo de la ciudad asociada al puerto, pues Denia es históricamente entendida como soporte urbano al puerto.

En el tema que tocamos aquí, la economía, el puerto tuvo una influencia notable desde diferentes perspectivas que propiciaron el crecimiento de la ciudad de Denia.

El comercio es la principal función económica del puerto en la Edad Moderna. Hemos de pensar aquí en un comercio poco desarrollado y que responde a la actividad comercial propia de las sociedades del Mediterráneo moderno, con sus limitaciones y particularidades. El intercambio comercial durante esta época tenía un peso relativamente bajo en un cómputo global económico dominado por la agricultura, además, este tipo de actividad económica se encontraba sujeta a restricciones e intervenciones de todo tipo en una época en la que aún estamos lejos de la concepción generalizada del librecambismo. Aún así la actividad comercial fue importante, especialmente en los puertos, pues el mal estado de las carreteras y las dificultades de la orografía hacían el transporte marítimo de mercancías más atractivo que el terrestre.

La importancia del puerto de Denia en este sentido radica es sus numerosas conexiones comerciales con diferentes puertos italianos y del norte de África, y en la ruta que comunicaba el puerto dianense con las Islas Baleares. De estos lugares el Reino de Valencia importaba numerosas mercancías, pues el comercio valenciano en la época moderna es ante todo de carácter importador más que exportador. Estas conexiones comerciales con el resto del Mediterráneo occidental fueron importantes a la hora de comprender la influencia de la Corona de Aragón en el ámbito mediterráneo. Los intereses comerciales existentes en el puerto de Denia se ven confirmados con la aplicación de unas tarifas dictadas por Fernando el Católico y que si hicieron efectivas desde el comienzo del siglo XVI. La importancia comercial del puerto se fue incrementando al ritmo que los avances tecnológicos en materia agrícola e industrial permitieron acumular un mayor volumen de productos con los que comerciar, pero, sin embargo y a pesar de los diferentes planes para ampliar y modernizar las estructuras portuarias, la función comercial del puerto de Denia acabó prácticamente desapareciendo ante el mayor protagonismo de los puertos de Alicante y Valencia. El espacio económico asociado al puerto de Denia fue reduciéndose hasta quedar limitado prácticamente a la comarca de la Marina Alta.

puerto denia actual

tercios_espanolesLa importancia militar del puerto también es una variante a tener en cuenta a la hora de explicar el papel del mismo en la economía de la ciudad. Esta influencia económica no es tan directa como la del comercio pero sí lo suficientemente importante y cuantiosa como para tenerla en cuenta. La función de conexión con el resto del Mediterráneo occidental que el puerto dianense tenía no sólo respondía a un interés comercial, sino también militar, lo que ha de ser englobado en los intereses expansionistas mediterráneos de la Corona de Aragón. Su puerto natural favoreció también su elección como base naval, de hecho, en 1609 Denia pasó a ser la primera plaza de la infantería de Marina española, conocida como los tercios de Nápoles o “de la Mar”. Las funciones militares del puerto de Denia en época moderna se evidencian en la consolidación y ampliación del castillo de la ciudad, que actuó como fortaleza y torre de vigía para proteger a la urbe del peligro de la piratería morisca.

Además de las funciones comerciales y militares, existieron otros usos para el puerto de la ciudad, los cuales, a pesar de ser menos importantes que los dos citados, son también significativos a nivel económico. La estructura portuaria tuvo usos diplomáticos y cortesanos durante toda la Edad Moderna, en especial durante el siglo XVII (vinculados al peso político del Duque de Lerma como valido de Felipe III). Por citar algunos de los numerosos ejemplos:

  • El 13 de septiembre de 1643 llega al puerto el Príncipe Segundo de la Mar (hermano del Gran Duque de Florencia) con una escuadra de 34 galeras.

  • El 25 de septiembre de 1645 se embarca en galera real el Duque de Arcos y sus esposa con destino a Nápoles.

  • El 4 de septiembre de 1649 llega al puerto la hija del emperador de Alemania, Mariana de Austria, futura esposa del rey Felipe IV

Podemos detectar también un uso turístico del puerto durante las estancias de Felipe III en la villa. Durante sus visitas, nos informa su cronista: Lope de Vega, el rey dio paseos náuticos, practicó la pesca y asistió a festejos marinos. Todo ello puede ser tomado como un primer uso turístico del puerto de Denia.

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Por último, otro de los usos económicos que podemos dar al puerto es el de las actividades industriales asociadas a la existencia del mismo tales como la reparación, mantenimiento y construcción de los barcos que allí fondeaban o de las estructuras portuarias.

Vemos pues que la influencia económica del puerto fue notable en la ciudad de Denia y favoreció el crecimiento de la villa durante toda la Edad Moderna. Urbe y puerto son aquí dos elementos que se influyen mutuamente y que no podrían entenderse el uno sin el otro, pues la existencia de la propia ciudad viene dada por su puerto natural.

Consecuencias económicas de la expulsión de los moriscos

En 1609 se decretó la expulsión de toda la población morisca de la monarquía hispánica. Las incidencias relacionadas con tal proceso fueron diferentes según la zona de la monarquía, pues mientras en algunas la población morisca apenas era significativa, en otras como el Reino de Valencia, constituían uno de los pilares básicos de la demografía. A parte de las evidentes consecuencias poblaciones, el exilio forzado de los cristianos nuevos también significó una caída de la actividad económica, sobre todo en los casos en los que la población morisca formaba el grueso de la masa laboriosa.

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En Denia, al igual que en toda Valencia, los efectos más negativos de este descenso de la actividad económica fueron en el campo de la agricultura. Esto se debe a que la mayor parte del trabajo de la tierra se encontraba en manos de los moriscos, los cuales trabajan las tierras como mano de obra de los señores de dichos territorios. La falta de brazos para trabajar las tierras que habían quedado sin cultivar acarreó el abandono inmediato de muchas parcelas agrarias. El problema de la falta de personas para trabajar la tierra no vino dado por la escasez de demanda de tierras, sino porque los cristianos viejos en muchas ocasiones no estaban dispuestos a trabajar en las mismas condiciones que los recién expulsados.

Otro problema derivado de esta falta de trabajo agrario fue el acusado descenso de la producción de artículos agrícolas, consecuencia lógica de que muchas tierras quedaran sin cultivar ante la expulsión del grupo poblacional que más las trabajaba.

carlos3maravedi8ej1Consecuencia económica de la expulsión de los moriscos fue también la puesta en circulación de numerosa moneda falsa que provocó un desbarajuste monetario durante los años siguientes al exilio forzoso de los cristianos nuevos. El origen de este mal está en la acuñación clandestina de grandes cantidades de moneda falsa conocida como “menut” por parte de los moriscos una vez sospecharon que su expulsión era inminente. El objetivo que buscaban era el cambiarla por moneda válida que pudieran llevarse consigo una vez expulsados.

La expulsión de un tercio de la población valenciana también significó el descenso de los tributos recaudados por la corona, pues algunos como el morabatí se recaudaban per cápita, luego a menor población, menor recaudación. Dificultad añadida en este asunto fueron las subidas de los impuestos a los cristianos viejos para intentar mantener el nivel recaudatorio previo a la expulsión, cosa que nunca se logró.

A pesar de que las consecuencias económicas negativas no son nada despreciables, en Denia se vieron suavizadas por distintos factores. En primer lugar, la ausencia de morerías en los rabales de la ciudad. En segundo, una economía no basada directamente en la barata mano de obra morisca (a excepción de la industria de la uva pasa). En tercer lugar, las fuertes sumas monetarias recibidas por el duque de Lerma y sus herederos en concepto de indemnización por la expulsión, lo que posiblemente y de forma indirecta repercutiría favorablemente para Denia. Y por último, el auge comercial que comenzaba a recibir el puerto de la ciudad. Todos estos factores posibilitaron que los efectos económicos de la expulsión se suavizaron en el Marquesado.

Industria y manufacturas en la Denia moderna

Como ya se ha comentado en otros artículos de este blog, el sector primario tenía un peso abrumador en el cómputo global de la economía en la Edad Moderna en Valencia, lo que relegaba a las actividades de transformación a un plano secundario y complementario. El carácter aislado de la actividad transformadora propiciaba que las explotaciones de este tipo fueran de reducidas dimensiones y de carácter familiar, por lo que el panorama industrial estaba dominado por el taller doméstico. Denia no es una excepción en este sentido y su relativamente escasa actividad industrial se concentra también en pequeños núcleos familiares que llevan a cabo las labores transformadoras como una actividad complementaria a la agrícola y nunca como el trabajo principal.

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El hecho de que la labor industrial fuese llevada a cabo como un complemento al trabajo agrícola en épocas en las que este se reducía, se tradujo en que la actividad artesanal se limitara a la transformación inmediata de productos agrarios, por lo que la actividad industrial vendría dada por el tipo de cultivo imperante en la zona estudiada. En Denia, las industrias más importantes fueron las de la seda, la de las plantas barrilleras, la de transformación del esparto y la de la elaboración de la uva pasa.

La industria textil dianense se centraba sobretodo en la producción de seda. La seda producida en el marquesado de Denia era de baja calidad y en ningún caso podía competir con la importada desde el extranjero, por lo que su distribución quedaba reducida a un pequeño mercado de ámbito local.

De las plantas barrilleras se extraía la materia prima para industrias de importancia como la producción de sal o la elaboración de aceites destinados a la fabricación de jabón. En Denia las plantas barrilleras eran destinadas a la producción de carbonato sódico, que a su vez era utilizado como material para otras industrias.

La industria del esparto también tuvo un papel destacado en la zona de Denia, aunque siempre desde un ámbito doméstico y complementario. El esparto era utilizado como materia prima para la elaboración de esteras, cestas, calzado, etc. Vemos pues que esta industria respondía en muchas ocasiones a la necesidad campesina de autoabastecimiento.

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Por último, la industria más importante en el Marquesado de Denia fue la de la producción de la uva pasa. Esta industria tenía un claro carácter estacional y respondía al esquema de transformación simple de productos alimenticios excedentes. La producción de uva pasa fue uno de los pocos cultivos que lograron trascender el mercado local para estar presente en las rutas de comercio internacional. Además, la producción de uva pasa propició la aparición de industrias relacionadas en la zona. Ejemplo de ello es la fabricación de capazos para el envasado del producto.

Vemos pues que en Denia el sector secundario fue escaso y modesto en esta época. Su objetivo era el de complementar la actividad agrícola para producir ingresos extra en las economías familiares, familias que dominaban el sector a través de pequeños talleres domésticos. La industrialización aún tardaría en llegar a la zona.

Agricultura dianense en el Siglo XVIII

El siglo XVIII es considerado como una época de clara expansión demográfica y económica en tierras levantinas. Denia se sumará más tarde y con más dificultades a esta tendencia positiva por las consecuencias económicas y demográficas derivadas del conflicto sucesorio.

En agricultura, esta etapa de expansión se expresó como un notable crecimiento de la producción agrícola. Este aumento de la producción vino dado, no por mejoras técnicas (el instrumental utilizado en las labores agrícolas a penas había cambiado desde el medievo), sino por un incremento de las tierras cultivables. En Denia, esta extensión de tierra se realizó, sobre todo, con la roturación de tierras en terrazas en las laderas montañosas y en la desecación de pequeñas lagunas y pantanos.

cultivo en terrazas

En cuanto a los cultivos, cabe señalar que se intensificaron aquellos cuya rentabilidad estaba asegurada y su comercialización era sencilla. Esto se traduce en el Marquesado de Denia en un incremento de la producción de pasas, que venía siendo uno de los cultivos más rentables desde la Edad Media; y en el despegue y consolidación del viñedo, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII. También se observa un alza en el cultivo del trigo, aunque sin un crecimiento excesivo. El almendro también siguió cultivándose de forma profusa y ocupó un lugar destacado en la economía agrícola dianense. En menor medida, algarrobos y olivos también tuvieron su importancia durante el siglo XVIII a pesar del escaso cuidado que se les procuraba.

El esparto y la barrilla merecen unas palabras aparte. Ambas venían cultivándose desde antes de esta centuria, pero será ahora cuando adquieran un papel principal en el cultivo agrícola por los buenos beneficios que reportaban como plantas de las que se sacaba la materia prima para ciertas industrias. Para el caso del esparto su recolección y uso en la elaboración de diversos objetos constituía una alternativa económica y laboral para amplios sectores de la población en épocas en las que el trabajo agrícola era más escaso. Refiriéndonos ahora a la barrilla, hemos de decir que constituyó hasta fin de siglo la materia prima principal para la elaboración del carbonato sódico. Esta planta se cultivaba en zonas poco aptas para otro tipo de cultivos, por lo que suponían una alternativa atractiva para aquellos labradores con tierras escasamente fértiles sin apenas productividad.

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Por último, también fue importante la replantación de moreras, que tras el fin de la Guerra de Sucesión se intensifica y acelera. El cultivo de este árbol se debe a que servían como alimento principal a los gusanos de los que se extraía la seda que era utilizada como materia prima para una importante industria sedera dianense.

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En definitiva, vemos como, tras un inicio de siglo difícil por la represión en Denia que siguió al conflicto sucesorio, ésta se recupera y entra en la dinámica positiva del resto de la zona. En materia agrícola esta mejoría se materializó en un aumento de la tierra cultivable y en una intensificación de los cultivos más rentables.

La agricultura dianense en los siglos XVI y XVII

En el Antiguo Régimen la agricultura era la actividad de mayor relevancia económica, y aquí Denia no es una excepción. El valor de la agricultura en el cómputo económico no sólo le venía dado por su presencia masiva en el ámbito productivo y ocupacional, sino también porque en torno a ella y a la propiedad de la tierra gravitaban las relaciones sociales y de poder.

La agricultura general del Reino de Valencia para estos dos siglos que nos ocupan está, ante todo, dedicada al autoabastecimiento personal y territorial. Aún así, para el caso de Denia hemos de tener en cuenta un importante número de cultivos de carácter comercial que conviven con los cultivos dedicados al autoabastecimiento y que más adelante explicaremos.

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En el Marquesado en general y en Denia en particular, la agricultura se erigía como la principal actividad económica tradicional. Todo esto a pesar de las dificultades que la rudeza del terreno ofrecía, resueltas estas con la construcción de terrazas abancaladas en las laderas de los montes más accesibles. Aún así había problemas de imposible resolución como la carencia de cursos fluviales de entidad y la escasez e irregularidad de las precipitaciones. Como consecuencia de todas estas dificultades, los rendimientos agrícolas eran bastante bajos.

Trigo, vid, olivo, cebada, higueras y frutales son los principales cultivos de la zona de Denia para los siglos de los que hablamos. Todos ellos venían cultivándose desde tiempos medievales, por lo que existe una cierta continuidad en el ámbito agrícola con el medievo.

A finales del siglo XV y principios del XVI la agricultura dianense asistió a un importante impulso al elevarse e intensificarse el cultivo del almendro, el algarrobo, los árboles frutales y las vides. Este incremento productivo derivado, sobre todo, de la extensión del terreno cultivable, comenzó a dar una clara orientación comercial a la agricultura de la comarca del Marquesado. Este hecho trajo consigo un auge de la producción de pasa, que se perfila como el principal cultivo comercial de la época para Denia. La producción de pasa está íntimamente ligada a la presencia morisca en la zona, pues esta sería la solución adoptada por la numerosa población musulmana del lugar para consumir uva sin violar la prescripción coránica que prohíbe el consumo de vino. Existían también otros cultivos de marcado carácter comercial aunque de menor importancia. Destacamos aquí la producción comercial del almendro, y en menor medida, el vino, el aceite, los algarrobos y la seda.

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En lo que resta de siglo XVI y a lo largo del XVII el paisaje agrario continuará integrado por los cultivos a los que ya hemos hecho mención, aunque también se introducirán con éxito otros como el azafrán, o sobre todo, las plantas barrileras que se utilizarán como materia prima para la obtención de sosa y su posterior uso para fabricar jabón y vidrio.

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Vemos pues que la agricultura en Denia para los siglos XVI y XVII sigue la tendencia generalizada de la época con una singularidad, su marcado carácter comercial. El auge de la agricultura comercial en esta época estará íntimamente ligado a la importancia del puerto de la ciudad como forma de dar salida a esa producción. Para finalizar con un ejemplo que ilustre sobre la importancia de los cultivos comerciales y su relación con el puerto, tenemos datos que nos hablan de un total de 30.000 quintales de pasa exportados a través del puerto en 1686.

Un dianense ilustre: Vicente Victoria

Retrato Vicente Victoria

Retrato de Vicente Victoria como canónigo de San Felipe, Játiva. Biblioteca Nacional.

Ya hemos hablado en otras entradas de algunos personajes ilustres de la Edad Moderna relacionados con la ciudad de Denia, bien porque nacieron en ella, como el Pare Pere, o bien porque sus acciones influyeron mucho en la ciudad dianense, como Fernando de Rojas y Sandoval.

En este caso, hemos decidido destacar la vida y obra de un oriundo de Denia, Vicente Victoria. Victoria (Denia, 1650-Roma, 1709) fue un pintor y religioso español. Su infancia la vivió en la ciudad de la provincia alicantina pero pronto marchó a Valencia, donde adquirió sus primeros conocimientos de pintura y completó los estudios de gramática, filosofía y teología. A la edad de 25 años, en 1675, se instaló en Italia, convirtiéndose en el pintor del gran duque de Toscana, Cosme III, y en discípulo de Carlo Maratta. A su regreso a España en 1688, obtuvo una canonjía en la colegiata de Játiva y realizó pinturas al fresco y de caballete en diversos conventos y en la catedral. Autor de tres libros y varios manuscritos, desde 1698 hasta su muerte, vivió en ­Roma, ciudad en la que atesoró una importante colección de dibujos y estampas, en su mayor parte de artistas italianos.

Su obra más representativa es la conocida como Armas y pertrechos de caza, un singular óleo sobre lienzo (73×96 cm) que representa de manera realista diversos objetos cinegéticos colgados sobre una pared agrietada, creando un admirable efecto de trampantojo[1], técnica en la que, según Antonio Palomino, resaltó. Dichos objetos son, de izquierda a derecha: un reloj de bolsillo, una pistola de llave a la francesa y un polvorín; un cuchillo de monte en su funda, otra pistola de pedernal y una llave española de patilla; finalmente, en la parte derecha, hallamos un cuerno de pólvora con una bandolera. Fue legada en 1917 al Museo Nacional del Prado como obra de Diego Velázquez pues aparece firmada apócrifamente con el mencionado nombre aunque, posteriormente, años más tarde, se atribuyó la obra a Vicente Victoria. Actualmente, no está expuesta.

Armas de caza, Vicente Victoria

[1] Técnica pictórica que intenta engañar la vista jugando con el entorno arquitectónico (real o simulado), la perspectiva, el sombreado y otros efectos ópticos, consiguiendo una substitución de la realidad.

La expulsión morisca en Denia desde una visión artístico-cultural

La expulsión de los moriscos en España en 1609 fue un suceso de primer orden que caló a todos los niveles en la sociedad hispana contemporánea. Denia, por su condición de ciudad portuaria, vivió especialmente de cerca dicho acontecimiento como podemos observar, en este caso, en el plano artístico-cultural.

En este sentido, entre 1612 y 1613 y a encargo de Felipe III, se elaboró una serie pictórica titulada La expulsión de los moriscos del Reino de Valencia, conjunto integrado por siete lienzos que recogían con extraordinario realismo una multitud de escenas sobre este dramático suceso de principios del siglo XVII. Y dentro de este conjunto de lienzos nos interesa en este punto el cuadro titulado Embarque de los moriscos en el puerto de Denia, de Vicent Mestre.

Expulsión morisca de Denia

Embarque de los moriscos en el Grao de Denia, Vicent Mestre (1612-163). Colección Bancaja.

Esta obra, que tiene como fondo la ciudad moderna de Denia, captura una escena que dista del argumento seguido por el resto del conjunto de cuadros. El aire castrense que muestra el castillo junto con la tensa situación derivada de la expulsión queda roto en gran medida por las animadas escenas que se representan. En la parte izquierda hay un grupo de bailarinas moriscas vestidas con largas faldas que danzan acompañadas por el sonido que hacen tocar los músicos. Su baile es seguido por unas damas cristianas y algunos caballeros. Mientras, a la derecha de la representación, se desarrolla otra escena no menos extraña, dadas las circunstancias dramáticas que acompañaban a la expulsión. Cuatro parejas de moriscos compiten en lucha libre o grecorromana. Tampoco faltan los espectadores, sentados a su alrededor. En esta misma parte de la obra se observa cómo llegan a la orilla los soldados del Tercio de Nápoles dirigidos por el Marqués de Santa Cruz, quien capitaneó la expulsión de los moriscos en Denia.

Detalle expulsión morisca de Denia

Los soldados del Tercio de Nápoles, llamados “de la Mar”, son considerados como las primeras unidades de la infantería de marina del mundo moderno, con estructura de mando independiente y formación propia. Al establecerse en Denia en 1609, convierten a esta ciudad en la primea base de la Infantería de Marina en España

La extravagancia de las escenas, dada la trágica situación que se documenta, hace dudar de la veracidad de lo narrado. Además, el mensaje puede verse desde dos puntos de vista bien distintos: o bien trata de subrayar, maliciosamente, la bondad de la expulsión hasta el límite de satisfacer a los propios afectados o bien, por el contrario, se puede interpretar como forma de afirmación cultural morisca (bailes tradicionales, luchas…). De lo que no cabe duda, sin embargo, es de la importancia que tuvo Denia en el embarco de los moriscos hacia la Berbería, siendo unos 32.000-35.000 moriscos –según se tomen los datos de Reglá o de Sanz de Bremond- los que se marcharon forzosamente de la Península a través de la ciudad de Denia, que tiene el más que dudoso honor de ser el puerto que embarcó más moriscos del Reino de Valencia.

Las Fiestas de Denia de Lope de Vega

Félix Lope de Vega y Carpio (Madrid, 25 de noviembre de 1562-Madrid, 27 de agosto de 1635) fue uno de los más relevantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español y uno de los más prolíficos autores de la literatura universal.

De su extensísima obra nos interesa en este punto aquella que tiene como nombre Fiestas de Denia. El texto se imprimió en Valencia en 1599 en dos diferentes tiradas y ha pasado bastante desapercibido hasta que fue “rescatado” por Maria Grazia Profeti, catedrática de Lengua y Literatura española de las universidades de Florencia y Verona. Actualmente, el poema original del genial dramaturgo español se puede consultar de forma íntegra y digitalizada en la web de la Biblioteca Valenciana, cuyo enlace adjuntaremos en la sección de bibliografía del presente artículo.

Portada Fiestas de Denia, de Lope de VegaEn Fiestas de Denia, Lope de Vega hace un encomio a la nobleza –entre otros al que sería Duque de Lerma y su familia- y muy especialmente al monarca Felipe III y a su hermana Isabel Clara Eugenia. Asimismo, describe apologéticamente la estancia del Rey de España y de la soberana de los Países Bajos en el pueblo de Denia camino a Valencia, donde les esperaban las bodas con Margarita de Austria y el Archiduque Alberto. Así, el autor nos relata cómo fueron acogidas entre grandes fiestas –justas, comedias, teatros, etc.- sus majestades.

Estas celebraciones, que como ya hemos comentado eran consecuencia de la llegada del monarca Felipe III y de su hermana a la mencionada ciudad de la provincia alicantina, estaban organizadas y dirigidas por Don Francisco Gómez de Sandoval, que en ese momento era V Marqués de Denia y que posteriormente se convertiría en el Duque de Lerma, en una clara estrategia que tenía como fin exaltar el papel de la nobleza y, por consecuente, de su linaje. Es más, algunos historiadores plantean la posibilidad de que fue precisamente Don Francisco Gómez de Sandoval quien contrató al poeta madrileño para que diese buena cuenta de las celebraciones que se organizaron en honor a la Familia Real y que ello le permitiese el otorgamiento de algún título nobiliario de más peso, como poco tiempo después sucedió con el nombramiento de Duque de Lerma.

[La versión digitalizada de Fiestas de Denia (1599) de Lope de Vega y Carpio la pueden encontrar en la web de la Biblioteca Valenciana digital. El enlace es el siguiente:  http://bv2.gva.es/es/consulta/registro.cmd?id=4006

Los orígenes de la fiesta de la Santíssima Sang

Una de las fiestas más representativas hoy en día de la ciudad de Denia es la celebración de la Santíssima Sang.

Sus inicios se remontan a 1587, año en el que, en la Calle Loreto –donde años más tarde el Marqués de Denia instituiría el Convento de las Agustinas-, se fundó la Cofradía de la Santíssima Sang. Pero la celebración tuvo su consolidación en el año 1633 de la mano del dianense Fray Pere Esteve (1583-1658), el “Pare Pere”. En dicho año, la gran mayoría de los vecinos de Denia padecían la enfermedad del cólera. El Pare Pere, al conocer esta situación, decidió volver a su ciudad natal y una vez allí hizo una misa en la que bendijo unos panes que repartió entre los enfermos y sacó en procesión la imagen de la Santíssima Sang. La tradición cuenta que, tras ello, la población sanó milagrosamente de la epidemia.

Hoy en día, la fiesta está representada por la Cofradía de la Santíssima Sang. Sus mayorales y mayoralesas se encargan de organizar las actividades religiosas en honor a la Santíssima Sang de Crist.

Cristo de la Santísima Sangre

Cristo de la Santísima Sangre

A continuación, os dejamos un fragmento de un cómico diálogo rimado de 1920 acerca del origen de la fiesta:

 [Comença el més menut]

PEPICO: Escolta, digues, Juanito, ¿Per qué está tan apañat este carrer de les Mónches? ¿Quina festa es la qu’es fá?

JUANITO: Parexes bobo, Pepico. ¿Es de veres que no ú saps? Pues mira, así’s fá la festa de la Santíssima Sang.

PEPICO: No tan devaes ma màre, este matí, ma mudat, y ma posat el sombrero qu’el meu padri ma comprat; i a les monches Agustines ma dit qu’habiem d’anar; pero q’avans túvolies un rato en mi rahonar.

JUANITO: Sí, Pepico, asi chuntets. Ara te vaig a relatar lo qu’al pàre els seus agüelos diu que le vaen contar.

PEPICO: ¿Qué’sta festa es molt antiga? Digues ¿cuánt s’escomensá?

JUANITO: No’m troves fentme preguntes que poch a poch o sabrás. Después qu’els moros pergueren y Don Jaume va guañar, D. Jaume el Conqueridor, aquell valent sense igual (qu’els moritos trembolaben sols al vore el seu caball), vingué molta chent cristiana a poblar esta siutat.

PEPICO: ¿Qu’els moros asi vivien?

JUANITO: Vaya! Y ben enamorats que estaben en estes terres y dels nostres fértils camps. Als pobrets els va costar plorar molt cuan sen anaren.

PEPICO: Pues mon pàre me va dir qu’asò era un Marquesat del siñor Duque de Lerma, del rey Felip gran Privat.

JUANITO: Pero axò va ser después…Despues de pasats molts añs. Exe Siñor que tú dihus va ser el que va comprar una ermita, que asi habia, de la Sma. Sang. Y, chunt en la de Loreto, a les monches va donar pera que fora la iglesia del convent que se fundá, obsequiant al rey Felipe qu’en la fundasió va estar.

→ Extraído de SESER PÉREZ, Rosa, El Convent de les Agustines de Dénia i la Santíssima Sang: 400 anys de presència a Dénia, Ed. Ajuntament de Dénia, 2005, Jávea, p. 267.

El sistema de vigilancia costera de Denia en la Edad Moderna (III): Torre de Carrals

Torre de CarralsYa hemos descrito anteriormente dos de las tres torres vigías –Torre del Gerro y Torre de la Almadraba- construidas en el siglo XVI con el fin de defender la ciudad dianense de un posible ataque de los berberiscos. Pues bien, la restante es la que se conoce con el nombre de Torre de Carrals.

Dicha edificación militar defensiva está algo más retirada de la costa que las otras dos, que se encuentran a escasos cien metros del mar. En este caso, la Torre de Carrals se aleja en unos tres-cuatro kilómetros de la costa, lo que no impide, sin embargo, obtener desde lo alto de la construcción una buena visualización del horizonte marítimo, pues se encuentra situada sobre un montículo de 47 metros de altura.

En un principio esta torre fue construida como elemento exento aunque años más tardes, pero aún en el mismo siglo XVI, se le adosó una vivienda. Nos referiremos en este punto, no obstante, al elemento arquitectónico que aquí más nos interesa que es la torre. Está formada por un cuerpo prismático de planta cuadrada ataludada –es decir, con el paramento del muro inclinado- en su base. El lado mide aproximadamente cinco metros, siendo su altura de diez o doce. Por lo que se refiere a su fábrica, es de mampostería con las esquinas reforzadas con sillares. Tienen además huecos de reducido tamaño en todas sus caras. La parte voladiza de la torre está rematada con matacanes volados en los cuatro costados, de los cuales sólo el orientado a levante se conserva íntegro, en los demás tan solo están las ménsulas.

El acceso queda enmascarado por la vivienda adosada, situado posiblemente en la fachada este. En la opuesta y a mitad de su altura tiene un escudo nobiliario.

Por último, decir que si bien sí se conoce el exterior, bien conservado, desconocemos el estado del interior de la torre ya que es una propiedad privada y su potentado no ha permitido el acceso al interior de la misma.

El sistema de vigilancia costera de Denia en la Edad Moderna (II): Torre de la Almadraba

Anteriormente ya nos referimos a la construcción de un conjunto de torres militares de carácter defensivo que bordeaban la playa y que tenían como función atisbar lo más rápidamente posible la llegada de piratas berberiscos. Pues bien, en dicha entrada hicimos hincapié en una de esas torres, la conocida como Torre del Gerro. En este caso mencionaremos otra de ellas, la Torre de la Almadraba, también conocida como Torre del Palmar.

Se trata de una construcción militar de mediados del siglo XVI, 1552-1553, situada junto a la playa y junto al río Girona. En la Edad Moderna también se encontraba cerca de dicha torre vigía una instalación para la industria del pescado, de la cual todavía se conservan algunas cercas y que se hacía llamar almadraba, de ahí la denominación de la torre.

En lo referente a los aspectos formales, indicar que la torre posee una estructura troncocónica, de seis metros de diámetro en la base, llegando a alcanzar en su momento inicial los doce metros de altura aproximadamente. Según planos de gran antigüedad, la torre tuvo tres plantas, coronada por una terraza plana. Con el paso del tiempo se fue derruyendo, quedando en pie tan solo el cuerpo de la base y muy deteriorado el hueco de acceso que hacía irreconocible su forma y dimensión. Por problemas estructurales, ya mencionados en la segunda mitad del siglo XVI, la base de la torre tuvo que ser reforzada mediante cuatro contrafuertes asemejando una zapata cuadrada.

En la actualidad, la fuerte urbanización de la zona ha dejado la torre situada en la zona verde de una urbanización, en consecuencia muy descontextualizada de su medio natural que era la conexión visual con el mar. Ha sido restaurada recreciendo dos plantas, diferenciadas mediante el enfoscado de la fábrica original, realizada en mampostería irregular, rejuntada con mortero de cal. La comunicación entre plantas se realiza por medio de un estrecho hueco, del que quedaban restos en la bóveda de la planta baja. Dicha restauración ha sido fuertemente criticada. Les dejamos los documentos gráficos de las mismas para que juzguen ustedes mismos.

Torre de la Almadraba

Torre de la Almadraba antes de su restauración

Torre de la Almadraba

Torre del Palmar tras su restauración

El sistema de vigilancia costera de Denia en la Edad Moderna (I): Torre del Gerro

El panorama urbano de Denia durante la Edad Moderna varió mucho: se fundó el Convento de las Agustinas, se construyó la Iglesia de San Antonio, se reedificó el Palacio del Gobernador del castillo dianense bajo la tutela del ya muchas veces mencionado Duque de Lerma, etc.

Panorama Torre del Gerro
En esta ocasión nos gustaría hacer una breve descripción de una de las construcciones más emblemáticas de la ciudad: la Torre del Gerro[1]. Como bien indica su nombre, esta edificación es una torre vigía de período renacentista, pues se considera que se construyó en el siglo XVI. La Torre del Gerro formaba parte del sistema de vigilancia costera desarrollado durante los siglos XVI y XVII para defenderse de los posibles ataques de los piratas berberiscos.

Este sistema de vigilancia, no obstante, no solamente estaba constituido por la torre de la que hoy hablamos sino también por otros dos torreones, documentados históricamente y de los que hablaremos en otras entradas: Torre de Carrals y Torre de la Almadraba.

Por lo que respecta a los aspectos constructivos propiamente dichos de la Torre de Gerro, tiene una planta circular, algo muy singular si se compara con otras de la costa mediterránea, con un cuerpo troncocónico dividido en dos partes. Destaca en sus muros el escudo de armas de Carlos V sobre el que descansan tres ménsulas.

A continuación adjuntamos un enlace de la página web Youtube que nos muestra diversos planos de la panorámica que se obtiene desde lo alto de la torre pudiendo verse, por un lado, el Cabo de San Antonio y por el otro el Castillo de Denia:

Torre del Gerro

 


[1] El nombre de Jerro se debe a su forma de Jarra, Gerro o Pitxer en catalán/valenciano.

Edificios más singulares de la Denia Moderna a través del grabado de B. Espinal

Gracias al grabado del libro El Atlante Español, de Bernardo Espinal, poseemos una idea gráfica bastante bien definida de cómo era la ciudad de Denia a finales del siglo XVII.730f1

Este grabado nos muestra los lugares más representativos de la ciudad dianense, los cuales vamos a desgranar –aunque brevemente- a continuación:

  • El castillo: Su construcción se remonta a época islámica (siglos XI-XII) y es uno de los elementos que define la topografía histórica del núcleo urbano. Hemos de destacar, no obstante, los edificios de época moderna: la Torre del Consell (siglo XV), de estilo renacentista; y el Palacio del Gobernador (siglos XVI-XVII), construido bajo los auspicios del Duque de Lerma, Marqués de Denia (que actualmente alberga el Museo Arqueológico).
  • La ciudad: El núcleo urbano de Denia de finales del siglo XVII no era muy extenso pero contaba dentro del mismo, como veremos, con la Iglesia de la Asunción, el Hospital General, el Convento de las Agustinas y las casas de la gran mayoría de los dianenses.
  • Iglesia parroquial: Hace referencia a la Iglesia de la Asunción. Hoy situada en el casco antiguo de la ciudad, es un edificio del siglo XVIII de estilo barroco mesurado con fachada neoclásica y planta de cruz latina inscrita en un rectángulo.
  • Convento de las Agustinas: El Convento fue inaugurado en el año 1604[1] y en la época en el que fue realizado el grabado, el Convento ya estaba formado por el claustro y una pequeña iglesia de mediados del siglo XVII, hoy denominada Iglesia de Nuestra Señora de Loreto.
  • Convento de los Franciscos: Llamado Convento de San Antonio de Padua, fue un convento de fundación franciscana del siglo XVI aunque el edificio se erigió a principios del XVII. Fue destruido prácticamente en su totalidad como consecuencia de la Guerra de Sucesión. En este lugar se alza en la actualidad la Iglesia de San Antonio.
  • La aduana: Se trataba de la oficina pública destinada a registrar los géneros y mercaderías que se importaban o exportaban así como el lugar para cobrar los derechos que se adeudaban como, por ejemplo, el de ancoraje, desde 1510.
  • El baluarte: Era una obra de fortificación de época islámica que reforzaba el castillo. Hoy en día no se conserva.
  • El muelle: En este lugar se encontraban Les Drassanes, edificio fechado en el siglo XVI y en donde se construían y reparaban barcos. Actualmente es un hotel.
  • El puerto: Lugar de especial significación para Denia en la Edad Moderna desde que, como ya vimos[2], Fernando el Católico permitiera la construcción de una torre y un faro en el mismo y desencadenara que Denia se convirtiese en el lugar de embarque de la ciudad de Valencia. En la Guerra de Sucesión fue, como la gran mayoría de los edificios de la ciudad, destruido.
  • La ermita: Hace referencia a la Ermita del Pare Pere, del que ya hemos hablado en otras entradas. Caseta de tamaño muy reducido del siglo XVII que utilizó Fray Pedro Esteve para guarecerse y meditar durante un tiempo.
Castillo_de_Denia

Denia hoy

[1] Para más información sobre la fundación del Convento de las Agustinas, ver: https://blogs.ua.es/historiadenia/2013/12/13/el-esplendor-de-denia-a-comienzos-del-siglo-xvii/

[2] https://blogs.ua.es/historiadenia/2013/12/13/la-concesion-de-privilegios-de-fernando-el-catolico-al-puerto-de-denia/

La visita señorial a Denia (1766)

En la segunda mitad del siglo XVIII, la casa de Medinaceli ocupaba el tercer lugar entre los principales linajes nobiliarios en el País Valenciano. De sus extensos dominios, destacaba el Marquesado de Denia, del que se tenía un conocimiento preciso gracias a las diversas visitas que se realizaban y que tenían como fin comprobar los derechos y regalías de la casa ducal. En este punto, en concreto, señalaremos algunos de los aspectos más relevantes de la visita señorial al Marquesado que tuvo lugar en el año 1766.

Escudo ducado Medinaceli

Escudo del Ducado de Medinaceli

En primer lugar, no obstante, es necesario decir que las rentas que percibía el duque de Medinaceli en el Marquesado de Denia no diferían en exceso de las otras grandes casas nobiliarias en tierras valencianas. A pesar de eso, lo que sí defería respecto de los otros grandes estados nobiliarios valencianos de la época, incluso propios de la misma Casa de Medinaceli, era la distribución entre los diferentes ingresos. Mientras que lo habitual era que los derechos dominicales constituyeran las entradas fundamentales (a veces, las únicas), en el Marquesado de Denia la partida generada por el derecho de las almadrabas llegó a representar en algún momento cerca de la mitad de los ingresos totales. Y es que los privilegios otorgados por el V Marqués de Denia y Duque de Lerma, D. Francisco Gómez de Sandoval y Rojas –cuando fue valido de Felipe III- y la importancia de la actividad pesquera, marítima y comercial del Marquesado (sobre todo de Denia y Jávea) se convirtieron en fundamentales. En este sentido, es oportuno indicar que al final del siglo XVI el V Marqués de Denia consiguió el monopolio para la explotación de las almadrabas, desposeyéndose del Real Patrimonio; y que en el año 1603 redondeó la concesión obteniendo el privilegio de exclusividad para calar las almadrabas en todo el Reino de Valencia.

De lo comentado deducimos, por tanto, por qué la visita señorial de 1766 se centró en todo lo relacionado con la actividad comercial marítima, y, en concreto, en la mala situación del puerto, centro fundamental de todo este comercio.

En este sentido, y a pesar de que se indica en el texto que narra la visita que el puerto de Denia era “uno de los mejores y más seguros del Mediterráneo”, este distaba mucho sin embargo de ofrecer una explotación óptima, detallándose las razones:

  1. El muelle era un puente de madera que se encontraba a menudo inutilizado y requería una conservación muy costosa, por lo que se sugiere que debería hacerse de “piedra cantería labrada”.
  2. Se advierte de la suciedad del mismo, lo que provocaba dificultades de calado e impedía su buen funcionamiento. En este sentido se dice que:

Al presente se halla muy sucio y perdido, por manera que si no enfrente su canal principal, que está al oriente, en todo él no ay fondo para ancorar embarcaciones. […] Y estando limpio, como en lo antiguo, es capaz de rezivir qualquier embarcación, por mayor que sea, estando tan seguros en el canal los nabíos y galeras por el resguardo que en él logran de todos vientos […]. Y por esta razón se comprende peciso e indispensable el que se limpie el referido canal, resultando de ello el mayor benefizio tanto a Su Magestad, a su excelencia muy ilustre, dueño y señor de dicho puerto, como a todo el comerzio y navegazión.

En resumen, de la visita señorial de 1766 a Denia se puede extraer que el puerto debía ser reformado urgentemente para que la casa de Medinaceli pudiese obtener de él el máximo partido.

El exilio de Juan Bautista Bordes

La Guerra de Sucesión Española (1701-1713) fue un conflicto de alcance internacional que se inició tras el fallecimiento, sin descendencia, de Carlos II de España, último representante de la Casa de Habsburgo, y que finalizó tras el Tratado de Utrecht de 1713, que tuvo como principal consecuencia la instauración de la Casa de Borbón en el reino español.

Si el conflicto se desenrolló fuera de nuestras fronteras fue consecuencia de las aspiraciones de algunos países, como Francia y el Sacro Imperio Germánico, de hacer posesión del territorio español aludiendo derechos de sucesión y del temor de otras, véase Inglaterra o los Países Bajos, a que emergiese una nueva potencia hegemónica resultado de la política pretendida por la Casa de Borbón y de Habsburgo.

A nivel nacional, sin embargo, la Guerra de Sucesión evolucionó hasta convertirse en una guerra civil entre borbónicos, cuyo principal apoyo lo encontraron en la Corona de Castilla, y austracistas, mayoritarios en la Corona de Aragón.

Pues bien, toda guerra civil implica trágicos episodios de represión y exilio. Fueron muchos los casos de magistrados, nobles titulados, caballeros, particulares y eclesiásticos que abandonaron, bien por apoyar al Borbón Felipe V o bien por apoyar al Archiduque Carlos de Austria, el Reino de Valencia.

En esta entrada queremos resaltar la marcha forzosa de un dianense que logró huir a Castilla gracias a sus años de trabajo en la administración de la Corona de Aragón. Hablamos de don Juan Bautista Bordes. Juan Bautista Bordes nació en Denia pasada la segunda mitad del siglo XVII. Desde muy pronto comenzó a trabajar en el funcionariado administrativo del Reino de Valencia accediendo al cargo de administrador de las Rentas Reales de Denia en 1696.

Valencia Borbónica GS

Como se observa, durante la Guerra de Sucesión Española, prácticamente todo el arco mediterráneo, estaba bajo dominio austracista.

Sin embargo, con el inicio de la Guerra de Sucesión Española, se posicionó a favor de Felipe V en un territorio de claro color austracista. Es por esta razón que los partidarios del Archiduque Carlos, aludiendo a su puesto como administrador de las Rentas Reales, “le saquearon su casa y talaron sus campos”. Juan Bautista Bordes se vio entonces en una situación desesperada, sin medios para su subsistencia y la de su familia y en condiciones de miseria y necesidad. Ante este dramático escenario, el dianense optó por huir de su ciudad natal dirección a Valencia donde tenía la esperanza de que el Consejo de Aragón considerase sus años de trabajo en la administración de Denia. Es por esta razón por la que pretendió una de las cuatro coadjutorías de mestre racional en octubre de 1706, que sin embargo, se le denegó. La última salida fue la de dejar el Reino de Valencia y marchar a Castilla donde sí consiguió un nuevo puesto administrativo, aunque eso sí, tras dejar en Valencia, y a escondidas, a su hija y sus dos hermanas en un convento.

La administración del Convento de las Agustinas de Denia

Una de las singularidades del Convento de las Monjas Agustinas Descalzas de Clausura de Denia es la perfecta organización del mismo gracias a unas premisas que se han mantenido prácticamente intactas desde su fundación en 1604.

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El Convento de las Agustinas no es visitable

Así, un día antes de la fundación del convento, esto es, el 24 de enero de 1604, se presentaron las Capitulaciones que regían la fundación y el patronazgo del convento entre Francisco Gómez de Sandoval y Rojas y las monjas venidas del convento del Santo Sepulcro de Alcoy. Algunos de los capítulos que han regido la vida de las religiosas durante siglos son: una dote de 400 libras anuales (variable según el paso del tiempo) por parte del Marqués de Denia por lo que quedaba como patrón, él y sus descendientes; el derecho de los patrones del convento a nombrar a seis monjas sin dote, naturales de las villas de Denia y Jávea; que en el convento haya un máximo de 21 religiosas; y la obligación de dar una misa cantada diaria en honor a sus patrones vivos y muertos.

Los capítulos se ratificaron por el conjunto de las monjas el 26 de enero del citado año en el locutorio del convento y delante de un notario.

Además de las Capitulaciones, en esos primeros años de vida del convento se aprobaron diversas constituciones que, entre otras cosas, organizaron la jerarquía de las religiosas dentro del convento. Aún hoy mantienen este organigrama:

  • Priora: Es el oficio más destacado pues tiene la obligación de controlar el buen funcionamiento del convento, tanto en los aspectos materiales como en los espirituales.
  • La subpriora: Se encarga de que los rezos y cantos sean correctos.
  • La clavaria: Es la responsable de controlar las cuentas del convento.
  • La sacristana: Vigila todas las cosas de la iglesia y se hace cargo de las confesiones.
  • La receptora y la tornera: Proveen a la comunidad de todo aquello que sea necesario comprar.
  • Las celadoras: Son las encargadas de atender a las faltas que hayan y comunicárselo a la priora.
  • La maestra de las novicias: Es un puesto de gran responsabilidad para las agustinas ya que forma a las futuras monjas.
  • Hermanas enfermeras: En ocasiones ha habido en el convento religiosas que se encargaban de las compañeras enfermas.

En definitiva, el aislamiento de las agustinas de Denia y su firme organización y administración han permitido al Convento sobrevivir casi sin variaciones durante cuatrocientos años.

El esplendor de Denia a comienzos del siglo XVII

Las primeras décadas del siglo XVII supusieron una etapa de gran esplendor para Denia, fundamentalmente por dos hechos de carácter administrativo que aquí vamos a nombrar: la fundación de un convento de monjas agustinas y el otorgamiento del Título de Ciudad al territorio dianense.

El V Marqués de Denia y también Duque de Lerma y valido de Felipe III expuso al rey su personal interés por fundar un convento de religiosas en la villa, a lo que el monarca respondió afirmativamente queriendo además cooperar en la realización de la misma. De este modo, y desde Alcoy, se desplazaron a Denia seis monjas agustinas que fundaron el 25 de enero de 1604 el Convento de las Monjas Agustinas Descalzas de Clausura. El retiro de las religiosas fue inaugurado en presencia del rey Felipe III, el Duque de Lerma, destacadas personalidades de la alta nobleza y el clero…lo que no hacía sino confirmar la relevancia del suceso.

Fragmento manuscrito Felipe III Título Ciudad Denia

Fragmento del manuscrito de 1612 firmado por Felipe III por el que se concedía el Título de Ciudad a Denia

El otro hecho significativo de principios del Seiscientos para la villa fue la concesión del Título de Ciudad, privilegio que fue dado en Madrid el 4 de abril de 1612. Si bien este otorgamiento no provocó ningún cambio urbano relevante, sí que elevaba a Denia a una categoría administrativa más elevada. Al respecto dijo el historiador dianense Palau que “lo más notable que tiene este privilegio es haberlo concedido el Rey de su propio motivo, sin haberlo procurado ni suplicado los de Denia”. El pasado 4 de abril de 2012 el Ajuntament de Dénia organizó un acto institucional para conmemorar el cuatrocientos aniversario de la efeméride.

La concesión de privilegios de Fernando el Católico al puerto de Denia

El 21 de julio de 1510, en Monzón (Huesca), Don Fernando II de Valencia, esto es, Fernando el Católico, expidió una carta[1] al entonces Marqués de Denia, Bernardo de Sandoval, en la que autorizaba al Marqués la construcción de un faro y una torre a la entrada del puerto de Denia.

Puerto Denia hoy

El puerto de Denia sigue gozando de una gran importancia en la actualidad

Este documento, escrito originalmente en latín, se trata del primer manuscrito que se conoce en lo referente a la explotación del puerto dianense. En él, como ya hemos comentado de forma breve anteriormente, el monarca accede a la construcción de una torre y un faro en el puerto de Denia así como también la permisión a cobrar los derechos de ancoraje[2] con arreglo al arqueo de las naves[3] que arribasen (adjuntamos más abajo las tarifas de ancoraje). El documento señala, pues, al puerto de Denia como lugar de embarque de la ciudad de Valencia ya que como afirma el propio Fernando el Católico en la carta, Valencia “no tiene puerto alguno para salvar dichas naves y las otras embarcaciones”. De este modo, Denia se convertía en el puerto comercial y militar de Valencia, que en aquella época –a comienzos del siglo XVI- era la ciudad más dinámica del Mediterráneo.

Asimismo, hemos de decir que este importante escrito, que pude considerarse como precedente de las actuales concesiones administrativas, establece ya en esta época una relación directa entre obras y arbitrios, sustituyendo los antiguos derechos dados a Carrós 266 años antes, que no tenían ninguna obligación para el titular del puerto.

Tarifas de ancoraje en el puerto de Denia (1510)

Tipo de embarcación

Cantidad a pagar (en sueldos)

Por centenar de arqueo de barco de cualquier tipo, galeras mercantes, barcos de caire y galeones

5

Embarcaciones de trastell de menos de 50 unidades de Arqueo (UA)

4

Embarcación menor de vela latina

2

Fuente: Elaboración propia a partir de FERRER MARSAL, Juan, El puerto de Denia. Una ilusión de progreso, Ed. Generalitat Valenciana, 1994, Valencia, p. 67.


[1] Hemos subido la totalidad de la carta expedida por Fernando II al servicio de alojamiento de archivos MediaFire. Para poder descargarla, en formato WinRAR, hagan click en el siguiente enlace: http://www.mediafire.com/download/x34tzq4xf21afj2/Carta+Fernando+II.rar

[2] Ancoraje, o anclaje, es el tributo que se paga por fondear en un puerto.

[3] Arquear las naves hace referencia a la medición de la cabida de una embarcación, en este caso, en el puerto del Marquesado.

El archivo de Denia durante la Edad Moderna

Folleto Busca els teus avantpassats Archivo Municipal de Denia

El Archivo Municipal de Denia ofrece un servicio gratuito de búsqueda de la historia familiar de los dianenses para construir los árboles genealógicos.

El Archivo Municipal de Denia es el lugar donde se custodia la documentación histórica y administrativa de Denia, así como la documentación incorporada (donaciones o adquisiciones) y otros materiales, garantizando de este modo su conservación, organización y servicio al público.

Su origen se remonta a inicios del siglo XIV, cuando el Ajuntament de Dénia decidió comenzar a conservar la documentación que producían. Desde entonces, el volumen documental del archivo ha ido aumentando y continúa en activo todavía en nuestros días. Pero hoy nosotros nos interesaremos por el funcionamiento del archivo durante la Edad Moderna.

El siglo XV y la primera mitad de la centuria del XVI supusieron una etapa de consolidación del archivo municipal, perfeccionando las técnicas de conservación y organización de la documentación. Pero sin duda, el período de mayor esplendor, y por consiguiente, de mayor cantidad de entrada de documentos al archivo dianense es el que abarca los últimos compases del siglo XVI y el primer tercio del Seiscientos, del XVII. Durante este tiempo, la villa de Denia se encontraba bajo la tutela de Don Francisco Gómez de Sandoval, el V Marqués de Denia y Duque de Lerma, privado del monarca Felipe III. De estas fechas datan la mayoría de los edificios representativos de la ciudad como el Convento de las Monjas Agustinas, las Atarazanas, el Convento de San Antonio…y también el otorgamiento del título de Ciudad en 1612. El privilegio concedido por Felipe III a la villa repercutió en un aumento del cuerpo administrativo de la ya desde entonces ciudad de la provincia alicantina. Creció el número de jurados así como otros sectores del personal de administración, que adquirieron su propio escudo, por lo que la custodia de los documentos mejoró significativamente. Prueba de ello es que, en el año 1624, encontramos la primera referencia en la documentación al “Archivo de Sala”. El rápido crecimiento a todos los niveles que estaba experimentando Denia en estos años trajo consigo la creación, dentro del Ayuntamiento, de una nueva sede para los documentos administrativos.

Sin embargo, el auge de estos siglos se vio roto en el siglo XVIII con el inicio de la Guerra de Sucesión Española, acontecimiento que supuso la decadencia de Denia puesto que fue uno de los lugares que más apoyo recibió el bando vencido. Las consecuencias, evidentemente, fueron fatales para la ciudad y, por consecuente, para su archivo. La nueva Gobernación Borbónica controló militarmente el territorio, la Casa Consistorial fue ocupada por las tropas y el gobierno municipal se trasladó junto con su archivo a diferentes casas alquiladas con la consecuente pérdida de valiosa documentación.

El Archivo Municipal de Denia entró así en una profunda crisis de la que no salió verdaderamente hasta el establecimiento de la II República Española ya en el siglo XX.