Crescencia Hernández Gálvez nació en Toledo en 1905, donde realizó los estudios de Magisterio. Tras ocupar plazas de maestra en Pontevedra y Toledo, en el Concurso General de Traslado de 1934, acabaría destinada a la Escuela de Canastell de San Vicente del Raspeig. Llegó a dicha localidad tras enviudar y con dos hijos a su cargo.
Tres años después de la adjudicación de la plaza en esta localidad, en enero de 1937, Crescencia Hernández Gálvez comenzará su militancia en el Partido Comunista de San Vicente, en el que ocupará el puesto de secretaria hacia mediados de 1938, cuando se popularizará su denominación como “La miliciana”. Durante el conflicto, y puesto que perteneció al Frente Popular, intervino en mítines para la recaudación de dinero, y participó en la recogida de ropa y chatarra, que se destinaría al “sostenimiento de la guerra” (Base de datos, Archivo de la Democracia). Es por ello que, tras el final de la Guerra Civil, será condenada, tras ser acusada, además, de irreligiosa, mala conducta política, social y pedagógica.
A causa de su detención, ingresará el 28 de mayo de 1939 en el Reformatorio de Adultos de Alicante, condenada a 12 años y un día de prisión por ‘auxilio a la rebelión’. No obstante, Crescencia Hernández Gálvez terminará el cumplimiento de esta condena en la Prisión Provincial de Mujeres de Valencia. Por orden del 5 de agosto de 1940, el Ministerio de Educación Nacional decidirá suspender definitivamente su actividad como maestra; quedando en libertad provisional en 1944. Durante su estancia en prisión, además, esta mujer será autora de un buen número de solicitudes, en ocasiones relacionadas con la petición de una pensión de orfandad para sus hijos: “… una forma de negociar los modos en que el aparato legal del régimen iba a intervenir en sus propias condiciones de vida” (Irene Murillo en: Domenech, 2016: 157).
En los años posteriores a 1944, viajará de nuevo a Toledo, para trabajar en una gestoría durante 3 años. Finalmente, en 1965 -tras solicitar la revisión de su expediente de depuración-, su pena se conmutó por un traslado fuera de la provincia durante cinco años, una petición presente en varios recursos hasta el que fue el definitivo.
Solicitó una pensión de orfandad para sus hijos estando en prisión, documento que, junto al anterior, evidencia la realidad de muchas mujeres que trataron de defender desde prisión sus derechos, “y negociar los modos en que el aparato legal del régimen iba a intervenir en sus propias condiciones de vida” (Domenech, 2016: 157).
También fue condenada a inhabilitación durante dos años por el Tribunal de Responsabilidades Políticas.
Autoras: María José Gómez Megías, Ángela Pérez García e Isabel Doménech Jiménez
Bibliografía y fuentes:
- AGA Legajo 14, Caja (5) 1. 30 32/12 289, Expediente 18-39.
- ACME Expediente de Revisiones Caja 083741, nº 0025 y Caja 083718, nº 6267
- AHPA Caja EC-G 1225, Peticiones de pensiones de Orfandad. 7-1-1941.
- Doménech Jiménez, I. (2016) Las maestras de la Guerra Civil y el primer Franquismo en la provincia de Alicante [Tesis doctoral, Universidad de Alicante] Repositorio de la Universidad de Alicante (RUA) [en línea] Consulta: 10 marzo 2022. Disponible en: http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/54766
- Hernández Gálvez, Crescencia. Archivo Represaliados Alicante [en línea] Consulta: 10 marzo 2022. Disponible en: https://apps.veu.ua.es/archivo_represaliados/s/5572
- Peña Ligero, Á.: La represión de posguerra en San Vicente del Raspeig (1939-1948). Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig. Cultura y Memoria Histórica. Cercle d’estudis sequet pero sanet. San Vicente del Raspeig. 2023.
Mi nombre es Pedro A. Millán Encinas, soy uno de los nietos de Crescencia Hernández Gálvez.
Nací en 1962 y debido a la situación política de los años 60 y 70, al “olvido histórico” institucional posterior y al inmenso corazón bondadoso de mi abuela, quien no quería perturbar nuestra infancia con el horror, solo pude saber de forma indirecta y muy escasa las penalidades que tuvieron que soportar mi abuela y sus dos hijos, mi padre Pedro y mi tía María Millán Hernández, ambos fallecidos en los últimos años.
Mi abuela es una figura muy importante para mí. Pese a las especiales penurias que tuvo que arrostrar (viuda de guerra, derrotada y encarcelada, separada de sus hijos y sin posibilidad de ganarse la vida), siempre la recuerdo digna, respetuosa, afable y cortés, a la par que tenaz y de firmes convicciones. Como buena maestra inculcándonos la importancia de la formación, del saber y de la cultura. Todo un ejemplo a seguir.
Por ello, quiero agradecerles expresamente esta publicación y me gustaría que se pusieran en contacto conmigo en el correo electrónico que les adjunto para que me pudieran dar la mayor información posible sobre cualquier noticia que tuvieran sobre ella ya que, también y de forma indirecta, arrojaría algo de luz sobre la desgraciada infancia de mi padre.
Quedo muy agradecido por su reseña y a la espera de mas noticias