Enmarcada en la experiencia del sindicalismo autónomo femenino de corte socialista, La Unión. Sociedad Feminista de Resistencia y de Socorros Mutuos fue creada en Elche en 1900, siendo la primera sociedad autodenominada feminista de la localidad. La Unión estuvo formada principalmente por obreras de la industria alpargatera ilicitana. Así, desde 1901, las primeras reivindicaciones giraron en torno a los bajos salarios, a las diferencias de estos entre unos talleres y otros, y a los malos tratos que cometían los patronos y a sus amenazas de despido ante la negativa de las asociadas de no aceptar una baja remuneración.
Compartía espacio físico con el Círculo Obrero Ilicitano, situándose su sede en el antiguo palacio del Duque de Béjar. Bajo los principios del socorro mutuo, La Unión disponía de un cuadro médico propio, así como de una escuela nocturna. Hacia 1921, La Unión contaba con personal en los barrios Centro, Arrabal y Llano, ofreciendo una cobertura médica casi total en la geografía urbana de la localidad (Semanario Trabajo, 19 de junio de 1921). A los cinco meses de su creación, la sociedad contaría con 1.200 socias.

A lo largo de la existencia de La Unión, la Junta Directiva se renovó de forma recurrente de un año a otro. Distintas mujeres ocuparon los puestos de dirección de La Unión, destacando a Amalia Mendiola Blasco como primera presidenta, así como a Antonia Mendiola Blasco, María Amorós Urbán, Francisca Flores García, Amparo Ferrando Lledó, Concepción Agulló Marco, Josefa Fuentes Martínez, María García Ferrero, Asunción Campos Martínez, Teresa Porcel Sánchez o Clara Aznar Rodríguez, asociadas que desempeñaron cargos en la dirección de forma repetida a lo largo de los años.
Las mujeres de La Unión defendieron discursos que relacionaban la doble opresión por clase y por género, haciendo hincapié en que la mejora de la condición política y económica sería beneficiosa para “el mejoramiento” de la condición de género. El asociacionismo se planteó como la base estratégica de la conquista de sus aspiraciones. Fue a partir de 1903 cuando La Unión adquirió un perfil concreto de carácter de sociedad mutualista dedicada a la cobertura sanitaria y al socorro mutuo entre sus asociadas, siempre enmarcada en los planteamientos de la ideología socialista. Durante el primer tercio del siglo XX las trabajadoras socialistas de La Unión llevaron a cabo sus reivindicaciones a partir de cuatro ejes de identidad: como mujeres, como madres, como trabajadoras y como socialistas. Siguiendo esta línea, fueron reiterativas las referencias a la mujer como persona autónoma, como sujeto de derechos que piensa por sí misma, aunque refiriéndose a sí mismas en ocasiones como “el sexo débil”, una expresión muy frecuente en la época. Así lo evidencian escritos de 1910 como el de Asunción Porcel, socia de La Unión, en un contexto en el que otros escritos como el de Manuela Barceló seguían líneas reivindicativas similares.

El 21 de octubre de 1900 se aprobaba su reglamento y se constituía oficialmente como organización, contando con estatutos propios y una primera Junta Directiva compuesta por Amalia Mendiola Blasco como presidenta, Ángela Asencio Botella como vicepresidenta y Encarnación Gómiz Ripoll como secretaria. La vicesecretaría la ocuparía Antonia Calvo Mendiola, siendo vocales Adela Martínez Quevedo, María García Ferrero, Clara Aznar Rodríguez, Remedios Torres Irles y Josefa Maciá Torres. Tras la aprobación de sus bases, el primer comunicado de La Unión apareció el 27 de octubre de 1900, tratándose de una exposición de principios dirigida a las obreras ilicitanas, que reivindicaba la importancia del asociacionismo femenino, la relevancia de las sociedades de socorros mutuos y sus derechos como mujeres y ciudadanas, recalcando la falta de atención que hasta entonces se les había prestado en espacios obreros eminentemente masculinizados.

En la prensa, es notable el cambio de nombre con el que la sociedad aparece, pues desde 1900 se constituyó como La Unión. Sociedad Feminista de Resistencia y Socorros Mutuos, aunque ocasionalmente se denominó “Femenina”.
En junio de 1902, La Unión organizaba su primera huelga. Tuvo lugar en el sector del textil, dirigiéndose contra Francisco Ferrández, uno de los fabricantes más importantes de la localidad. El motivo de la huelga fue la demanda del aumento salarial. En agosto del mismo año actuaron de forma semejante ante el maltrato verbal que seis obreras sufrieron por parte de Cayetano Antón Cascales, el cual fue notificado a la Junta de La Unión, y al enterarse el patrono alpargatero de que su asunto iba a ser tratado, decidió despedir a las obreras.
En el comunicado emitido con motivo de su segundo aniversario, se celebra el aumento de socias en la sociedad, y se reclama, apelando a los hombres “amantes del progreso”, el acceso de las mujeres a la vida pública, a la ilustración y a la educación. El comunicado concluye con una reafirmación de la importancia de los principios del asociacionismo femenino, la resistencia femenina y la solidaridad obrera. En su tercer aniversario, La Unión publicó otro comunicado en que pone el foco en el llamamiento a las mujeres ilicitanas para lograr su filiación a la sociedad. Además, por acuerdo de la Junta directiva, el 20 de septiembre de 1903, día de publicación del comunicado, las enfermas con derecho a socorro percibirían doble cuantía.
Para septiembre de 1904, se plantea un incremento de 5 céntimos de peseta en la cuota semanal, elevándose paralelamente la cuantía a percibir por socorro. Además, se celebró una velada conmemorativa en honor al cuarto aniversario, en el salón de sesiones del Círculo Obrero Ilicitano. En 1905, La Unión comenzaba a ofrecer pensiones vitalicias por invalidez y por vejez, modificándose los estatutos para ello. Asimismo, volvieron a incidir en la importancia del asociacionismo y exhortando a las obreras ilicitanas a unirse a la sociedad.
Al término de 1909, desde La Unión se reivindicó la importancia del asociacionismo femenino bajo principios biológicos, argumentando que la mujer “por su constitución orgánica está más predispuesta a adquirir un sin número de enfermedades que no son comunes en el hombre”, siendo el asociacionismo necesario para prevenir tales inseguridades.
A inicios de 1910 se dio una renovación integral en la composición de la Junta Directiva respecto a los años anteriores, destacando que Francisca Martínez Ibernón ocupó la presidencia, y las hermanas Teresa y Carmen Porcel Sánchez la secretaría y vicesecretaría, respectivamente. En 1910, las sociedades de obreras como La Unión o El Despertar Femenino tuvieron una importante presencia en el 1º de mayo, apareciendo sus asociadas en primera fila junto a los miembros del Círculo Obrero Ilicitano. Así, el manifiesto emitido por las distintas agrupaciones socialistas y sindicatos fue firmado por Asunción Porcel en representación de La Unión, y por Francisca Amorós en representación de El Despertar Femenino.

*No se explicita en las fuentes la cifra para el capital a 12/1905; se ha mantenido la cifra anterior (12/1903) para este año
La Unión mantuvo su actividad hasta la Segunda República, funcionando junto a El Despertar Femenino como alternativa o contrapeso al asociacionismo católico que había empezado a desarrollar estrategias de socorros mutuos.
Autoría: Pablo Navarro Sax
Fuentes:
- Bibliografía:
- Aguado, Ana M. (1996). Trabajo, género y clase: Mujeres socialistas, mujeres feministas. Entre la marginación y el desarrollo: Mujeres y hombres en la historia: Homenaje a María Carmen Garcia-Nieto, 199-210.
- Aguado, Ana M. (2010). Cultura socialista, ciudadanía y feminismo en la España de los años veinte y treinta. Historia Social, 67, 131-153.
- Gómez Martínez, María Rosa & Monge Juárez, Mariano (2022). El sexo social, orígenes del movimiento obrero y feminista en una ciudad del Mediterráneo occidental: Elche, 1884-1903. Arenal: Revista de historia de las mujeres, 29(1), 75-96.
- De archivo:
- AHME (Archivo Histórico Municipal de Elche), b257: 873
- AHME, b258: 24, 33, 81, 87, 193, 237, 334, 446.
- AHME, b259: 451.