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Arte

Características del pintor y de sus representaciones artísticas

Uno de los aspectos abordados por los tratadistas contrarreformistas españoles del s. XVII fue el arte y su relación con la religión. Centrándonos en la pintura, muchos consideraban que el pintor dedicado a las representaciones religiosas debía llevar una vida acorde a la moral en la que sus obras estaban contextualizadas, así como hallarse en un estado religioso idóneo. De hecho, se daba más importancia a la devoción que fuera capaz de suscitar una obra que al tratamiento de ciertos aspectos formales que pudieran conferir más prestigio a nivel artístico.

Asimismo, las representaciones debían caracterizarse, según el estudio de Cristina Cañedo-Argüelles citado en los Recursos utilizados, por la verdad y el decoro. Sobre el análisis de la verdad -cuya concepción varía según autores- destaca esta autora al tratadista Carducho, el cual distinguía dos aspectos en las historias bíblicas: el sustancial, que recogería el mensaje, y el accidental, referido a los detalles en la representación del mismo. Teniendo esto en cuenta, venía a considerar que la pintura debía representar atendiendo a la mayor comprensión y devoción de quienes la contemplaban, mientras que a los teólogos quedaría encomendado el estudio de la parte sustancial.

Respecto a la idea del decoro destaca la concepción de Pacheco, y, en relación a la misma, Cañedo-Argüelles distingue en el decoro la conveniencia, el orden y la honestidad. Lo primero va referido a la representación de las figuras sagradas de forma majestuosa, con clara distinción espacial, en actitudes decentes, con la vestimenta adecuada a la época y a la situación representada o la adecuación de la obra en su conjunto al entorno en que será colocada. El decoro como orden significa la claridad del pasaje representado, bien en cuanto a su estructura narrativa, bien en cuanto a la coherencia entre la historia y el contexto (personajes, lugar…) en que se representa. Y, finalmente, entendiendo el decoro como honestidad se rechaza la pintura no decente, como las que incluyan lascivia.

De manera que vemos cómo el espíritu de la Contrarreforma, que impregnó distintos ámbitos de la modernidad española, también lo hizo en el arte, al cual nos hemos referido en su disciplina pictórica, influyendo la nueva mentalidad tanto en su ejecución, como en la consideración del artista y la teorización sobre todo lo que se relacionara con la obra artística.