A continuación, una aportación de nuestro compañero Pablo Gallo (Técnico de la Biblioteca de Educación de la UA y docente en la Facultad de Comunicación y Documentación de la Universidad de Murcia) acerca de la función social de la biblioteca. ¡Os invitamos a leerlo! ¡Muchas gracias, Pablo!
“Aquí todos somos iguales…”
Con esta frase, sencilla y contundente, pronunciada por un usuario y recogida en el estudio El valor de las bibliotecas, se puede definir la función social de la biblioteca.
Fuente: Blog de la Biblioteca Regional de Murcia http://bit.ly/2fuUsvk
La biblioteca social no es un concepto nuevo. De hecho, está en el origen (anglosajón) de las bibliotecas públicas en el siglo XIX: espacios creados para que las personas con recursos limitados pudiesen acceder a la cultura y la formación que no se podían pagar. Con un ánimo paternalista, también se pensaba en proporcionar un ocio cultural que alejase a los trabajadores de las tabernas.
Consecuencia de eso es una biblioteca que apoya a su entorno y le ayuda a desarrollarse. La biblioteca pública es el espacio democrático por excelencia: abierto a todos, gratuito, ofreciendo sus servicios independientemente de la condición social o racial. Neutral y abierta a todas las ideas. Como dice la UNESCO en su Manifiesto a favor de las Bibliotecas Públicas, “la participación constructiva y la consolidación de la democracia dependen de una buena educación y de un acceso libre e ilimitado al conocimiento, el pensamiento, la cultura y la información”. Y, para ello, “La biblioteca pública constituye un requisito básico de la educación permanente, las decisiones autónomas y el progreso cultural de la persona y los grupos sociales”.
Sin embargo, el visitante medio de la biblioteca goza de una educación superior. Teniendo la mayoría de la sociedad una educación primaria y unos recursos económicos limitados, los usuarios de las bibliotecas públicas son fundamentalmente personas que tienen otras vías para acceder a la cultura. De esta forma, se convierte en un centro para gente con estudios.
Frente a esto, la biblioteca pública se rebela y se intenta reorientar hacia aquellos que verdaderamente la necesitan. ¿Qué les puede ofrecer? Evidentemente, acceso a la información. Pero ésta no es sólo de tipo cultural, también guía en el uso de la administración, información local, ayuda en la búsqueda de empleo… Además, ofrece un espacio para el encuentro, siguiendo la idea de la biblioteca como ágora o tercer lugar, que decía Ray Oldemburg. En ella el ciudadano se puede socializar, en uno de los pocos espacios comunitarios no-comerciales que quedan. Por fin, las bibliotecas son el sitio a donde se debe acudir si se quiere aprender algo. Un lugar para el aprendizaje que ofrece los medios para ello, en forma de colección, asesoramiento o herramientas para el aprendizaje activo y creativo: zonas para la creación o FabLabs, Medialabs, Maker Spaces…
Fuente: Fundación Biblioteca Social http://bit.ly/2fKwUFQ
En España hubo un antes y un después de la Declaración de Murcia sobre la acción social y educativa de las bibliotecas públicas en tiempo de crisis, de 2010. Se ponía por escrito la necesidad de que las bibliotecas públicas se volcasen con los desfavorecidos. Fruto de estas inquietudes surge en 2014 la Fundación Biblioteca Social, una institución sin ánimo de lucro cuyo objetivo es “contribuir a compensar los desequilibrios sociales apoyando proyectos que llevan a cabo las bibliotecas públicas, dirigidos a los sectores más vulnerables de la sociedad.”
En el mismo sentido, recientemente se han celebrado en Murcia las Jornadas Biblioteca y Sociedad: realidades y tendencias, que han tratado de analizar el estado de la cuestión. Entre los debates surgen ideas como:
- La necesidad de seguir difundiendo el concepto de biblioteca social, entre otras cosas haciendo visibles los proyectos en marcha.
- Recordar a ciudadanos y bibliotecarios la capacidad transformadora de las bibliotecas
- Abandonar la idea del ciudadano como usuario y abrazar la idea del participante. Se sirve a todos los miembros de la comunidad, y estos forman parte de la biblioteca, ayudándonos en su desarrollo y en la toma de decisiones.
- que los espacios de creación o maker ya no son sólo una realidad lejana, escandinava o estadounidense, sino que ya están aquí.
Préstamo de wifi hotspot para desfavorecidos en las bibliotecas públicas de Nueva York. Fuente: James Keivom/New York Daily News) http://nydn.us/2evb4QN
¿Y qué puede hacer una biblioteca universitaria como la de Alicante al respecto? Podría parecer que poco, pues sus usuarios son ya miembros de la élite, pero esto no es así. REBIUN, la Red Española de Bibliotecas Universitarias, ha demostrado su interés por la Responsabilidad Social Comunitaria. La RSC implica la realización de actividades a las que no se está obligado legalmente, y que no corresponden a los fines de la institución, por el bien de la sociedad. Esto implica desde prácticas medioambientales a campañas de sensibilización, o a utilizar sus medios para ayudar a las personas ajenas a su institución.
La vertiente social de las bibliotecas es, en definitiva, una de sus garantías de futuro. Como se indicaba en el seminario de Future Tense Will Libraries Outlive Books?, que tuvo lugar en noviembre de 2015, las bibliotecas han servido como lugar para las ideas, las posibilidades, la democracia y la esperanza. Con el avance de la tecnología, su función de proporcionar acceso libre a la información servirá como instrumento de igualdad. En el mismo seminario, que aventuraba el futuro de la biblioteca en 2100, se ratificaba la idea de la misma como espacio para las personas, siendo su esencia el servicio a las comunidades. Por ello, sus servicios, espacios y colecciones seguirán evolucionando para adaptarse y continuar sirviéndolas.