Gracias a la publicación en The Guardian nos llega la información sobre la filtración del historial de préstamo de Haruki Murakami en una biblioteca pública local durante su adolescencia.
Superando su tradicional sentido del decoro y la prudencia, las bibliotecas japonesas, a través de su asociación, han acusado a un periódico de violar la privacidad del autor contemporáneo más popular en Japón. Según reza su informe, “La revelación de los registros de los libros que fueron leídos por un usuario, sin el consentimiento de la persona, viola su privacidad”. El periódico, por su parte, se defiende alegando que, dado el interés y el carácter público de la figura de Murakami, es legítimo publicar detalles que ayuden a conocer el desarrollo de su carrera literaria, como objeto de estudio académico.
El autor, lejos de comentar la anécdota y sus implicaciones, reflexiona sobre el solitario acto de escribir, comparándolo con la preparación de uno de sus platos favoritos, las ostras fritas, que su mujer detesta. Mientras las cocina, dice “estoy solo, pero son deliciosas (…) como la relación entre la soledad y la libertad, en un ciclo sinfín. Escoger palabras individuales contenidas en mí es también un acto solitario, similar a cocinar ostras fritas sólo para mí (…) Cuando mi mente acumula tensión al pensar que estoy escribiendo una novela, me siento más relajado pensando que sólo estoy friendo ostras”.
El caso es que el joven Haruki contaba entre sus préstamos de la biblioteca pública de Kobe, ciudad portuaria al oeste del archipiélago nipón, las obras completas en tres volúmenes de Joseph Kessel, autor de Belle de Jour, novela que fue llevada al cine por Luis Buñuel en 1967, y protagonizada por Catherine Deneuve, y que relata la historia de una mujer que trabaja como prostituta de día y hace vida de ama de casa de noche. Y es posible que para nosotros la información no sea necesariamente vergonzante pero en tierras niponas quizá estas lecturas, durante la adolescencia, no sean una cuestión baladí.
Por descontado, existen lecturas confesables (y confesadas) de los escritores. Otra cuestión es publicar lecturas (supuestamente) inconfesables de los años mozos de escritores de renombre.
Leyendo esta noticia inmediatamente se nos plantearon cuestiones sobre la privacidad de los historiales de préstamos y las sanciones por retraso en la devolución. Evidentemente, ambos elementos nos pueden ofrecer una rica información sobre el titular en cuestión. Las lecturas pueden dibujar un retrato de la usuaria o usuario, más o menos llamativo dependiendo del contexto sociopolítico y sus características personales.
¿Qué sentirías tú si se hiciera pública tu lista de lecturas? ¿Vergüenza, temor, orgullo…? ¿Eres de las personas que cumplen escrupulosamente los períodos de préstamo y renovación o por el contrario acumulas suspensiones del servicio por retrasos de forma habitual?
En la Biblioteca Universitaria tus datos están a salvo. Si quieres conocer más al autor protagonista de esta entrada, te enlazamos su bibliografía. También puedes llevarte prestada Belle de Jour, en su versión cinematográfica.
¡Me ha parecido muy interesante el post!
Creo que es curioso saber estos aspectos de un escritor como Murakami.
Ahora que lo pienso, si saliera mi historial de la biblioteca de la Universidad, creo que sólo saldrían títulos de la carrera, los de literatura los sacaba en la Biblioteca de San Juan. Eso si, no me daría vergüenza porque suelo hablar de todo lo que leo en mi blog http://www.sweetparanoia.com y en cuanto a los plazos creo que no se me han pasado mucho 🙂
¡Un saludo!