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El Quijote de Avellaneda: 400 años después

Este año 2014 se cumple el cuarto centenario de la publicación en Tarragona del Segundo tomo del Ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha compuesto por el discutido autor que se esconde bajo el seudónimo Alonso Fernández de Avellaneda.

 

Detalle de la portada original del Quijote de Avellaneda

Se trata de una obra que en cierto modo imita al Quijote de Cervantes y que realizada en su misma época tuvo gran repercusión y éxito editorial ya que se hicieron varias ediciones e incluso traducciones a otras lenguas. Este hecho no le pasó desapercibido a Cervantes que menciona el libro de Avellaneda en el capítulo 59 de la Segunda Parte del Quijote para plantear su falsedad y mediocridad:

Llegóse, pues, la hora del cenar, recogióse a su estancia don Quijote, trujo el huésped la olla, así como estaba, y sentóse a cenar muy de propósito. Parece ser que en otro aposento que junto al de don Quijote estaba, que no le dividía más que un sutil tabique, oyó decir don Quijote:

—Por vida de vuestra merced, señor don Jerónimo, que en tanto que traen la cena leamos otro capítulo de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha.

Apenas oyó su nombre don Quijote, cuando se puso en pie y con oído alerto escuchó lo que dél trataban y oyó que el tal don Jerónimo referido respondió:

—¿Para qué quiere vuestra merced, señor don Juan, que leamos estos disparates, si el que hubiere leído la primera parte de la historia de don Quijote de la Mancha no es posible que pueda tener gusto en leer esta segunda?

Ilustración de la primera edición del Quijote de Avellaneda

Asimismo, en el capítulo 72 del Quijote Cervantes aprovecha para afianzar la autoría del auténtico Quijote:

—Mi nombre es don Álvaro Tarfe —respondió el huésped.

A lo que replicó don Quijote:

—Sin duda alguna pienso que vuestra merced debe de ser aquel don Álvaro Tarfe que anda impreso en la segunda parte de la historia de don Quijote de la Mancha recién impresa y dada a la luz del mundo por un autor moderno.

—El mismo soy —respondió el caballero—, y el tal don Quijote, sujeto principal de la tal historia, fue grandísimo amigo mío, y yo fui el que le sacó de su tierra, o a lo menos le moví a que viniese a unas justas que se hacían en Zaragoza, adonde yo iba; y en verdad en verdad que le hice muchas amistades, y que le quité de que no le palmease las espaldas el verdugo por ser demasiadamente atrevido.

—Y dígame vuestra merced, señor don Álvaro, ¿parezco yo en algo a ese tal don Quijote que vuestra merced dice?

—No, por cierto —respondió el huésped—, en ninguna manera.

 

¿Te animas a leer todo un clásico?

Puedes encontrar las distintas ediciones del y sobre el Quijote de Avellaneda en nuestra Biblioteca.

Veleta Quijote y Sancho. Por Jacinta Lluch Valero en Flickr


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… la justicia, no es solo cuestión de fondo. Sobre todo, es cuestión de forma. Así que no respetar las formas de la justicia es lo mismo que no respetar la justicia. Lo comprende, ¿verdad? -Melchor no dice nada; el subinspector esboza una sonrisa tolerante-. Bueno, ya lo comprenderá. Pero acuérdese de lo que le digo, Marín: la justicia absoluta puede ser la más absoluta de las injusticias.

Terra alta / Javier Cercas

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