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Grey como excusa (sexo y erotismo en la literatura española: brevísimo y nada exhaustivo prontuario)

Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor (y/o por qué no llamarlo sexo (con permiso de Manuel Gómez Pereira)).

En este post nos quedaremos con el último elemento de la lista con el que Woody Allen hace una divertida reducción: “existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo y la segunda no me acuerdo.”

La originalidad de la frase quedaba en entredicho siete siglos antes con otras palabras muy similares:

*Como dize Aristótiles, cosa es verdadera,
el mundo por dos cosas trabaja: la primera,
por aver mantenencia; la otra cosa era
por aver juntamiento con fenbra plazentera.”

¿Casualidad…?. En absoluto; simple constatación perogrullesca de que el acto sexual por ser un hecho ineludible (y, por defecto, placentero) en la perpetuación de la vida, es algo insoslayable desde que el mundo es ídem.

De modo que bien aparezca envuelto en sutiles velos eufemísticos o bien se muestre como crudo “erotismo peludo”, en palabras de Julio Cortázar, el sexo y sus circunstancias han reclamado su inevitable lugar en las creaciones artísticas de la humanidad (literarias son las que nos ocupan aquí), retratando de paso el contexto social e histórico de cada época.

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En el *Libro del Buen Amor el clérigo del medievo Juan Ruíz, Arcipreste de Hita, narra en 1ª persona una serie de aventuras amorosas con otras tantas damas representativas de todas las capas sociales de su época. Engarza su relato autobiográfico introduciendo como referencias ejemplarizantes numerosos cuentos, fábulas, composiciones líricas, etc., buscando en cada peripecia las maneras de alcanzar el “buen amor” y alejarse del “loco amor”.

Y aunque es el propio arcipreste el que deja clara la intención de su obra:

“Empero, porque es umanal cosa el pecar, si algunos, lo que non los consejo, quisieren usar del loco amor, aquí fallarán algunas maneras para ello”

Estas palabras bien pudieran ser interpretadas como propias de un cínico antes que las de un moralista (haz lo que yo digo… pero no lo que hago).

“La vaqueriza, traviesa,

dijo: «Luchemos -un rato,

levántate ya, de priesa;

quítate de encima el hato» .

Por la muñeca me priso,

tuve que hacer cuanto quiso,

¡creo que me fue barato!”

Algo más de un siglo después Fernando de Rojas retoma a la Trotaconventos de Hita para darle total recorrido en La Celestina, obra tan controvertida en su adscripción a un género literario concreto (drama, novela), como en su propósito (moralista, paródica, existencialista…) aunque finalmente nadie discuta que es el amor (puro goce físico en el caso de los criados y envuelto de inicial lirismo en los personajes principales) la coartada de toda la obra.

CELESTINA.- ¡Ah, don ruin!, palabra te tengo, a buen tiempo te así. Llégate acá, negligente, vergonzoso, que quiero ver para cuánto eres, antes que me vaya. Retózala en esta cama.

Unas tres décadas después otro hombre de iglesia, el clérigo Fernando Delicado, abundaría, con un naturalismo francamente descarnado, en el mundo lupanario que esbozó Rojas, con La lozana andaluza. Aldonza-Lozana es una prostituta andaluza que encuentra en Roma el sitio donde envejecer y seguir ejerciendo la alcahuetería reivindicada como oficio de interés social.

LOZANA.- […] Daca la mano y tente a mí, que el almadraque es corto. Aprieta y cava, y ahoya, y todo a un tiempo. ¡A las clines, corredor! ¡Ahora, por mi vida, que se va el recuero! ¡Ay, amores, que soy vuestra muerta y viva! Quitáos la camisa, que sudáis. ¡Cuánto había que no comía cocho! […]Dormido se ha. En mi vida vi mano de mortero tan bien hecha. ¡Qué gordo que es! Y todo parejo.

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Cervantes consigue en el siglo XVII jalonar de erotismo la obra señera de las letras hispánicas de tal forma que muchos se atreven a hablar del Quijote tal que si de un “ars amandi” se tratara, y esquivar una censura más relajada que la imperante un par de siglos después.

“¡Justicia, señor gobernador, justicia, y si no la hallo en la tierra, la iré a buscar al cielo! Señor gobernador de mi ánima, este mal hombre me ha cogido en la mitad dese campo, y se ha aprovechado de mi cuerpo como si fuese trapo mal lavado, y ¡desdichada de mí! me ha llevado lo que yo tenía guardado más de veinte y tres años ha, defendiéndolo de moros y cristianos, de naturales y extranjeros, y yo, siempre dura como un alcornoque, conservándome entera como la salamanquesa en el fuego, o como la lana entre las zarzas, para que este buen hombre llegase ahora con sus manos limpias a manosearme.”

María de Zayas triunfa en el siglo XVII con sus Novelas amorosas y ejemplares o Decamerón español donde con una amena narrativa reivindica la necesaria formación intelectual de la mujer para alcanzar la paridad con el hombre en todos los campos, incluido por supuesto, el sexual en el que los personajes femeninos no son simples objetos pasivos: son deseadas y desean a su vez.

“Y añudándome al cuello los brazos, me acarició de modo que ni yo tuve más que darle, ni él más que alcanzar ni poseer. En fin, toda la tarde estuvimos juntos en amorosos deleites”.

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La ilustración transita por dos territorios: por un lado la producción literaria, racional, pedagógica o filosófica y por otro una corriente satírica y desmitificadora del mundo impulsada por la permisividad librepensadora del siglo; en este segundo apartado es abundante la poesía erótico-sexual absolutamente desprejuiciada o abiertamente obscena.

Sirva como ejemplo de lo anteriormente expuesto la siguiente composición de Tomás de Iriarte:

“Eres negra como un grajo

Y más fea que el hambre,

Pero tienes junto al culo

Un gusto de azúcar cande.

       Me tendistes en el suelo

Como si fuera una perra,

Y con esos cojonazos

Me lo llenaste de tierra. “

En 1870 aparece publicada en Londres la que, según los estudiosos del tema, es la primera novela española inequívocamente clasificable en el género erótico: Travesuras del amor. Galería del deleite. Colección de todo lo más sabroso y lechoso que se ha escrito sobre el coño e islas indecentes.

Tras el páramo censor de la eterna postguerra civil, José Luis García Berlanga consigue sacar adelante la colección “Sonrisa Vertical” con la indispensable colaboración de la editorial Tusquets y la no menos necesaria de Camilo J. Cela con la obra La insólita y gloriosa hazaña del Cipote de Archidona. La intención antes y ahora fue dotar la colección de la necesaria calidad literaria, tanto en los textos originales, como en la reediciones de obras anteriores.

La actual eclosión de la llamada “pornografía para mamás” vuelve a poner en primera plana la lectura “a una sola mano”, porque al fin y al cabo “Si el sexo no fuese la cosa más importante de la vida, el Génesis no empezaría por ahí” (Cesare Pavese, escritor italiano).


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… la justicia, no es solo cuestión de fondo. Sobre todo, es cuestión de forma. Así que no respetar las formas de la justicia es lo mismo que no respetar la justicia. Lo comprende, ¿verdad? -Melchor no dice nada; el subinspector esboza una sonrisa tolerante-. Bueno, ya lo comprenderá. Pero acuérdese de lo que le digo, Marín: la justicia absoluta puede ser la más absoluta de las injusticias.

Terra alta / Javier Cercas

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