Hemos mantenido una larga e interesante conversación con nuestro compañero Pablo Gallo, técnico de la Biblioteca de Educación. Es un placer escucharle: ¡os invitamos a leer la entrevista!
Eres licenciado en Geografía e Historia (especialidad Historia del Arte) por la Universidad Complutense de Madrid. Defendiste tu tesis doctoral en la Universidad de Murcia (2012) bajo el título Forma y función de los edificios de bibliotecas universitarias: herramientas para su evaluación ¿Decidiste el tema de tu tesis a partir de la fusión entre la especialidad de tu carrera y tu dedicación a las bibliotecas?
Más o menos. La arquitectura siempre me ha gustado y en la carrera se veía francamente poquito. De hecho, desde adolescente me gustaba la arquitectura e incluso barajé estudiarla como carrera, por lo que fue una fusión de mis gustos con las bibliotecas…y es imprescindible que tu tesis sea sobre algo que te gusta.
¿Por qué te orientaste hacia el mundo de las bibliotecas?
(Aunque afirma haberlo dicho ya muchas veces, nos lo cuenta de nuevo)
Mi madre era bibliotecaria, mi tía era archivera, tengo un hermano archivero,… ¡era bastante lógico que me dedicase a este mundillo! Es verdad que en mi casa se sabía lo que era una biblioteca…había una conexión natural. Sin embargo, no me decidí del todo a hacerme bibliotecario hasta que acabé la carrera. Pensaba que iba a tener que cursar la Diplomatura en Biblioteconomía, pero entonces la Universidad Complutense ofertó el Máster en Archivística y Biblioteconomía, y lo hice pensando en prepararme después oposiciones.
Es tu cuarto curso como Profesor asociado en la Facultad de Comunicación y Documentación de la Universidad de Murcia. ¿Cómo ves el futuro de los estudios de biblioteconomía? Surgieron con mucha fuerza entre los años 80 y 90, pero ¿y ahora?
Están en un momento claramente de crisis. Cuando surgieron lo ofertaban muchas universidades (en la propia UA se llegó a aprobar el título aunque nunca se impartió) y había una gran demanda que provenía, en gran medida, de profesionales de las bibliotecas que se habían formado con la práctica diaria y con algún curso, y que vieron la oportunidad de lograr así un conocimiento teórico sólido. Además, era un momento en el que se convocaban oposiciones muchas oposiciones. Las universidades se expandían y creaban servicios bibliotecarios homologables a los del resto de Europa o EEUU. Lo mismo ocurría en los ayuntamientos: redes de bibliotecas locales…Había mucha oferta de plazas.
Ahora los profesionales que querían ya se han reciclado, lo que se une a la inexistencia de oferta de plazas para la función pública…
Además, cuando se implantaron los grados pasó a darse a los estudios de biblioteconomía un nombre más generalista “Información y documentación”…y la gente no sabe lo que es; no lo relaciona con bibliotecas o archivos.
Muchos grados ya se han cerrado y los que quedan tienen crisis de alumnos. Frente a ello, se están planteando soluciones como los dobles títulos (por ejemplo, en Salamanca informática y documentación), y con el 3+2 se replantearán los planes de estudio, que hay que reconocer que no son excesivamente atractivos.
¿Qué haría yo? Que la titulación sea un segundo ciclo (si se va a unos masters más equilibrados económicamente, claro) y replantear los planes para enganchar desde primero.
Tú tienes ahora mismo un perfil mixto como docente y como profesional de bibliotecas. ¿Por cuál te decantarías?
Yo soy bibliotecario. A ver, la docencia es entretenida…es divertida,…te tiene que gustar evidentemente, pero el contacto con los alumnos es enriquecedor. Te ves reflejado a ti mismo cuando tenías 19 años. Por regla general, son buena gente. Por lo que respecta a la parte de investigación, a mí me gusta investigar un poquito y publicar cosas. El trabajo de bibliotecario puede ser aburrido…y también divertido…a mí me gusta y me entretiene, aunque he tocado muchos palos dentro de las bibliotecas. El trabajo de docente, a la larga, tiende a ser rutinario. A mí me gusta ser bibliotecario y supongo que me jubilaré como bibliotecario (¡aunque nunca se sabe!).
Empezaste como técnico de bibliotecas en la Universidad de Alicante en 1997. Has ocupado distintos puestos de gestión y dirección en bibliotecas: Dirección de la Biblioteca regional de Murcia entre 2002 y 2008; entre enero de 2009 y septiembre de 2013 estuviste en la Dirección de la Biblioteca de la Universidad Miguel Hernández de Elche. ¿Cómo has vivido la gestión?
Lo más complicado con diferencia es la gestión de personal, porque además es muy, muy difícil no implicarse emocionalmente. Hay que tener empatía con las personas, pero a la vez un poco de frialdad no viene mal. Que te quiten de golpe recursos económicos te enfada, te cabrea…piensas en presentar la dimisión, pero se puede sobrellevar. El tema de las personas es complicado: es literalmente lo que te quita el sueño.
Aparte de eso, ¿que cómo es la gestión? Es divertida porque es variada, dinámica,…aprendes un montón. Conoces a muchas personas que te enseñan y mejoran. La gestión es muy entretenida, aunque también puede ser enormemente frustrante, según el entorno. De hecho, yo la dejé voluntariamente, y esto último hay gente que no lo entiende.
En cuanto al trabajo, necesitas saber de bibliotecas, porque si no vas a gestionar mal, ya que no vas a tomar las decisiones adecuadas. Pero básicamente lo que haces es control económico, control de personal…
¿No crees que los directores y directoras de bibliotecas deberían tener formación en recursos humanos? (¡aparte de tenerla en bibliotecas, claro!)
Deberían tenerla. Yo aprendí en gran medida con el ejercicio, sobre la marcha, pero eché de menos haber tenido algo más de formación previa.
De hecho tú tienes formación en ese campo (Especialista universitario en Dirección Pública, Ciencias políticas y Gobierno por la Universidad de Alicante).
Sí, pero me formé a posteriori, entre 2014 y 2015, cuando me reincorporé como técnico de bibliotecas a esta universidad; precisamente porque me quería reciclar y aumentar mis conocimientos sobre el tema. También es muy intuitivo: yo creo que el que tiene capacidad para la gestión, la tiene. La empatía se puede trabajar, pero es algo muy complejo: entender a la otra persona, saber cuáles son sus necesidades…muy complicado.
Entiendo igualmente que la gestión puede variar completamente en función del entorno al que te enfrentas.
Cuando tienes un puesto de gestión, al grueso de las personas les caes mal, porque el jefe es el jefe, y eso hay que saberlo y hay que asumirlo.
Pablo recuerda las clases de José Luis Gascó en el curso de promoción a grupo A.
Cuando gestionas debes intentar aproximar a tu postura al grueso de personas que se mantienen, digamos, indiferentes, porque además de ese grupo tendrás siempre a un pequeño núcleo en contra (que jamás puedes pretender acercar a ti) y otro grupo afín (con cuyo apoyo ya cuentas). Lo que no debes permitir es que aumente el grupo de personas “no afines”, ya que entonces te será inviable gestionar.
¿Quienes gestionan deben soportar muchas injerencias políticas?
Hay de todo. Hay quien te deja mucha libertad pero con cierto pasotismo y quien te da mucha libertad acompañada de una gran implicación. Este último fue el caso de Fernando Armario en la Biblioteca Regional de Murcia: él sabía mucho de bibliotecas, estaba muy implicado y me permitió hacer muchas cosas, además de lo que aprendí de él.
¿Biblioteca pública o biblioteca universitaria?
Sin duda alguna, me gusta mucho más la pública, porque es cuando te das cuenta de que estás llevando a cabo una labor para la sociedad; estás consiguiendo algo para mejorar la vida de las personas. Y es mucho más variado. A veces las bibliotecas universitarias miran con cierto desdén a las públicas, lo cual es un craso error, puesto que en las públicas hay profesionales tan válidos o mejores que en las universitarias.
Por avatares del destino, he estado en puestos que me han permitido conocer muy bien la estructura de unas y otras. En las públicas levantas un teléfono y alguien te cuenta cómo lo hace. Existe ese concepto de “biblioteca social”, que es hacia donde está yendo ahora la IFLA con Gloria Pérez Salmerón (primera española y primera persona del Caucus hispánico de la IFLA en dirigir la IFLA desde que se creó). Hay una clara vocación social, de hacer mejor las cosas para la sociedad, que no existe de forma tan clara en las bibliotecas universitarias, que ya tienen una clientela, unos usuarios: la comunidad universitaria. A esto se añade la enorme competitividad que existe entre las bibliotecas universitarias: a veces se rivaliza por ver quién es capaz de ofertar el servicio más novedoso antes, y eso no es bueno.
Sabes que desde nuestro servicio (Unidad de Gestión de la Calidad y la Comunicación) organizamos muchas actividades de difusión: crucigramas literarios, actividades de bienvenida para estudiantes, etc. y con frecuencia nos resulta complicado saber dónde está la frontera entre lo que es “apropiado” para una biblioteca universitaria y lo que se espera más de un pública. ¿Qué opinas tú?
Yo soy totalmente favorable a hacer esas cosas. Parece que en la universidad seamos sólo fabricantes de “empleables”. No, la universidad es mucho más (como su propio nombre indica); es formación integral de la persona con el fin de mejorar la sociedad. Y parece que lo hemos olvidado. Hay que pensar en la responsabilidad social corporativa. Además, es un error que las personas que acaben un grado sepan sólo de su materia: se ha perdido la visión general, el sentido de formación general.
¿Abogas entonces por la formación humanística, integral?
Sin duda alguna. Hay un libro absolutamente genial de Antonio Orejudo Un momento de descanso, ácido, corrosivo, tremendamente sarcástico sobre la universidad española. Se ríe de la universidad española y americana, y de la separación entre humanidades y ciencias: ¡os lo recomiendo encarecidamente!
¿Consideras que REBIUN es realmente un referente para las bibliotecas universitarias? Yo personalmente, como bibliotecaria de esta universidad, desconozco muchas de las cosas que se hacen desde REBIUN. ¿Tiene realmente capacidad de liderazgo?
Yo formé parte de la ejecutiva de REBIUN, y creo que funciona y que lo hace bien. Se hacen muchas cosas, aunque es posible que su difusión no sea la mejor. Tal vez no se sabe transmitir de forma adecuada todo lo que se hace ni implicar a las plantillas en grupos de trabajo o en diferentes desarrollos de REBIUN, pero realmente hacen una cantidad tremenda de cosas. Las estadísticas son un buen ejemplo: no hay en el mundo (al menos yo no la conozco) una serie estadística tan prolongada en el tiempo y tan completa como la de REBIUN. Es impresionante. ¿Qué tal vez tenía que haber evolucionado más? Es cierto, pero si se cambian continuamente los criterios no se podrían establecer comparaciones. Igualmente hay que tener en cuenta que las organizaciones que la integran son muy dispares.
En REBIUN hay grandes profesionales, inteligentes y con visión.
Mientras ocupabas puestos de gestión, ¿tuviste oportunidad de establecer contactos con instituciones similares en otros países?
He tenido algún contacto, pero no creas que es sencillo. Creo que como universidad deberíamos volcarnos bastante hacia Iberoamérica.
¿Y hacia Europa?
De nuevo, las públicas lo tienen bastante más avanzado. Tienen NAPLE (National Authorities on Public Libraries in Europe); las redes regionales y nacionales funcionan bastante bien; la BNE tiene potentes contactos con sus homólogas en otros países; la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria tiene varios programas de colaboración con Iberoamérica. El equivalente en bibliotecas universitarias y de investigación es LIBER. Aunque en teoría hay muchos socios adheridos, en la práctica apenas hay socios activos.
Vamos a por tu faceta de investigador. ¿En qué temas trabajas o has trabajado? Hace poco leí un trabajo tuyo sobre marketing de espacios. ¿Qué puedes decirnos acerca de este controvertido edificio (Biblioteca General) en el que nos hallamos ahora?
Mis grandes líneas de trabajo han sido espacios y prospectiva: el futuro de las bibliotecas. De hecho, en mi tesis hablo del edificio de la Biblioteca General…
Veamos,…en los inicios de la arquitectura moderna, en el estudio de Le Corbusier se reprodujo una discusión entre utilidad y belleza. Durante muchos años las grandes bibliotecas universitarias eran horribles, como grandes almacenes, sin casi iluminación exterior y con grandes tubos de neón. La gente iba porque no le quedaba otra (era público cautivo), pero la utilidad a secas no basta.
Cuando un edificio es hermoso, la gente va y le gusta permanecer en él. Si el edificio es impactante y muy bonito, va más. Esto le pasa a este edificio. Es probablemente el más impactante dentro del campus y la gente viene. No está del todo bien resuelto, es cierto, pero también tiene muchos años ya…
¿Piensas que este edificio debería reorientarse hacia lo que piden nuestr@s usuari@s?
Total y completamente. Para lograr un equilibrio entre lo que ofreces y lo que te piden, la biblioteca debe ser “moldeable” lo que significa que debes ser capaz de reajustar los espacios de que dispones con poco dinero y poco esfuerzo ¿Cómo se logra eso? Con mobiliario móvil, con cambios de iluminación, incluso con barreras de aire que sirvan para aislar espacios y evitar ruidos (aunque esto es técnicamente más complicado) o bien con muros móviles.
Redistribución y transparencia son las claves: la gente debe ver de un vistazo dónde están las cosas y saber orientarse (una puerta cerrada es eso, un espacio al que no accedes, una barrera). Multiplicidad y adaptabilidad: éste es el futuro de los espacios, sin olvidar utilidad y belleza, ambas cosas. También hay que aceptar que puede que la gente utilice esos espacios con fines muy distintos a los que tú habías pensado (es posible que diseñes un espacio con sofás para que la gente charle y acaben usándolos para estudiar). Pero hay que aceptarlo si así lo deciden las personas que visitan tu biblioteca: lo importante es que le están dando un uso.
¿Cómo ves tu futuro profesional? ¿Hacia dónde te gustaría ir?
He aprendido algo: ten cuidado con lo que deseas porque a veces se cumple y no es como te imaginas. No me importaría volver a la gestión tal vez en un orden: “públicas, universitarias, cultural”…. no lo tengo claro… aunque lo más probable es que siga aquí durante muchos años.
Por último, ¿consideras que desde las bibliotecas universitarias se podría hacer algo más?
Se podría hacer mucho más. Frecuentemente ofrecemos lo que intuimos que nuestro público necesita. Deberíamos partir de un profundo conocimiento de nuestra comunidad, en este caso la comunidad universitaria: deberíamos conocer mejor el proceso de aprendizaje, así como el funcionamiento de determinadas estructuras, como los departamentos.
En función de cómo sea tu comunidad y de lo que te exprese ofreces o remozas los servicios. No quiere decir que debas ofrecer todos los servicios que te demandan, ya que a veces pueden pedirte cosas que en absoluto se corresponden con lo que es una biblioteca. El límite está en la misión: la bibliotecidad, el espíritu y la esencia de la biblioteca.
También existe la opción contraria: puedes apostar por lo que tú crees que puede ser un buen servicio, lo difundes, lo das a conocer y seguro que la gente lo utiliza.
¡Gracias Pablo!