Las bibliotecas siempre han estado a caballo de las tecnologías de la información, que determinaban su forma y sus servicios. Esto es así desde que sus fondos eran tabletas de arcilla o rollos de papiro. Por eso mismo, su gran explosión, su época dorada, vino cuando esa tecnología permitió la difusión masiva del libro, gracias a sistemas industriales de impresión e, igual de importante, de producción de papel, a partir de finales del S. XIX. Igualmente, otras tecnologías como la luz eléctrica permitieron que las bibliotecas permaneciesen más horas abiertas sin peligro de incendio, además de poderse climatizar.
Supongo que por eso mismo, los bibliotecarios hemos adoptado con entusiasmo las Tecnologías de la Información y la Comunicación o TIC. Y esto a pesar de que desde los años 60 del pasado siglo se vaticina repetidamente su (nuestra) desaparición, debido precisamente a estas tecnologías.
Este ocaso, es obvio, aún no se ha producido, pero eso no quita que las bibliotecas estén evolucionando a ritmo acelerado, junto con una sociedad que está cambiando paralelamente a las TIC. Incluso se habla de un cambio de época, más que de una época de cambios. Con la posibilidad de acceder desde cualquier ordenador al documento final, las bibliotecas ya no tiene sentido como simples depósitos, sino que reconfiguran su papel y refuerzan otras funciones tradicionales: formación, punto de encuentro, espacio de creación, mediadores de la información…
Ante esto, los bibliotecarios no dejamos de preguntarnos hacia dónde vamos y, lo que es más importante, hacia dónde debemos ir. Para responder a estas preguntas se realizan trabajos como el Informe de Prospectiva 2020, presentado en Toledo el pasado 4 de marzo ante el pleno del Consejo de Cooperación Bibliotecaria (CCB)*. El estudio ha sido elaborado por un grupo estratégico ad-hoc del citado CCB, y en él han participado expertos y bibliotecarios de toda España, incluyendo la participación de personal de esta Biblioteca.
En él se han identificado las 10 áreas principales de cambio en el ámbito de las bibliotecas, con el horizonte del 2020. Esto es, lo que creemos que va a pasar de aquí a 2020.
1. La gestión de las bibliotecas deberá flexibilizarse y sus actuaciones deberán integrarse más en las finalidades de las instituciones a las que sirven
2. Se incrementará la cooperación: una mayor cooperación y colaboración ampliará el papel de la Biblioteca dentro y fuera de la Institución
3. Los recursos públicos serán escasos y las bibliotecas deberán encontrar nuevas estrategias de ahorro y de financiación
4. Los profesionales deberán tener perfiles flexibles y cambiantes y las bibliotecas necesitarán personal con conocimientos diversos; la formación dejará de tener un carácter unitario
5. Las bibliotecas deben reforzar su función de crear comunidades, dotarlas de cohesión social y garantizar la igualdad de oportunidades de los ciudadanos en el acceso a la información
6. Bibliotecas ágora o bibliotecas como tercer lugar
7. Los espacios de las bibliotecas aún permanecerán como tales, pero serán flexibles acogedores y sociales
8. La educación, el aprendizaje y las habilidades serán la clave de la misión de las Bibliotecas
9. Servicios que se adaptan a una realidad digital
10. Estrategias innovadoras para gestionar fuentes y colecciones híbridas
(*) A propósito, ¿qué es el Consejo de Cooperación Bibliotecaria? En este video se explica en 2 minutos, de una manera que te gustará verlo aunque no te interesen las bibliotecas (si has leído hasta aquí, no es el caso…)