“Empezó como de costumbre, en el baño del bar del Hotel Lassimo. Sasha estaba frente al espejo retocándose la sombra de ojos amarilla cuando vio que en el suelo, junto al lavamanos, había un bolso que debía de pertenecer a la mujer a la que se oía orinar tras la puerta abovedada de uno de los retretes. Por el bolso entreabrierto asomaba una cartera de cuero verde claro. Al pensarlo luego, Sasha se dio cuenta de que la confianza ciega de la mujer del baño había sido una provocación: «Vivimos en una ciudad donde a poco que te despistes te roban hasta el aliento, ¿y tú vas y dejas tus cosas a la vista de todo el mundo y encima esperas que sigan ahí cuando salgas?» Le entraron ganas de darle una lección.”