Una historia ilustrada de la lectura desde el siglo XIII hasta el siglo XXI
Para abrir boca (fragmento, página 24):
“Lectura peligrosa
En lugar de divertirse con el asunto, otros círculos sociales tomaron este tipo de moral muy en serio. Cuando la fiebre de la lectura comenzó a hacer estragos entre las damas en tiempos de Chardin y de Baudouin y se vió, primero en la metrópolis parisina y después en las provincias más apartadas a todo el mundo -pero sobre todo a las mujeres- pasearse con un libro en el bolsillo, el fenómeno irritó a ciertos contemporáneos e hizo entrar rapidamente en escena a partidarios y críticos. Los primeros preconizaban una lectura útil, que debía canalizar el furor por la lectura, como se llamó entonces a ese fenómeno social, para transmitir los valores de virtud y favorecer la educación. Sus adversarios conservadores, en cambio, sólo veían en la lectura desenfrenada una nueva prueba de la imparable decadencia de las costumbres y del orden social. Así, por ejemplo, el librero suizo Johann Georg Heinzmann llegó incluso a considerar la manía de leer novelas como la segunda calamidad de la época, casi tan funesta como la Revolución Francesa.”
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