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Enlazando datos

Esta entrada quiere ser una excusa para hablar de nuestra biblioteca y sus fondos, y de cómo el pensamiento y las tecnologías nos hacen saltar de una obra a otra. ¿Por qué la llamamos así? Primero, un poco de teoría de forma gruesa.

Los datos enlazados pretenden que consigamos saltar en la web de un conjunto de datos a otro que tenga algún tipo de vínculo de significado. Conectar cosas que puedan tener alguna relación. Pero internet no entiende el significado de las cosas porque sí. Para nosotros, dálmata y manchas tienen un evidente vínculo, pero en el entorno informático hay que relacionarlo. Se quiere aprovechar la web semántica dotando a conjuntos de datos (por ejemplo, una ficha de un perro dálmata) de la estructura y etiquetado precisos para su reutilización y enriquecimiento, permitiendo explotar las posibilidades de Internet al establecer vínculos entre ellos (con un documento sobre la capa -pelaje- de los perros). No es una tarea fácil, ni rápida.

¿Y qué tiene que ver las bibliotecas con esto? Pues mucho. Las bibliotecas llevan siglos extrayendo y estructurando datos con el fin de que documentos más grandes (por ejemplo, libros) puedan ser recuperados (encontrados) de forma sencilla, mediante catálogos, índices o boletines de resúmenes. Ahora, todos ellos sometidos a una estructuración informática.*

La idea es que todos estos conjuntos de datos (por ejemplo, los de un autor) puedan relacionarse entre sí. Por eso es necesario que la estructuración y etiquetado estén estandarizados, pues así pueden ser compartidos, entendidos, por diferentes sistemas. Pero esto también llevamos muchos años haciéndolo los bibliotecarios. Las normas de catalogación, así como su estructuración en archivos de ordenador intercambiables, se estandarizaron a nivel mundial desde fines de los años 60, cumpliendo el viejo sueño de Paul Otlet (otro día podríamos hablar de él).

No vamos a hacer una historia de la documentación y la catalogación, que ya nos estamos pasando de teoría, pero sí debemos indicar que la evolución de la tecnología llevó a que esta estandarización se revisase. El nuevo modelo de catalogación o RDA, que estamos aplicando ya en la BUA, pretende precisamente que todo lo vinculable se pueda enlazar. Si tienes más curiosidad, puedes enlazar a esta entrada del blog Infotecarios.

En realidad, se trata de aprovechar al máximo las posibilidades de hiperenlaces de la www, pero también trabajar como nuestra mente lo hace. Un olor nos retrotrae a un lugar, quizá de la infancia, surgiendo el recuerdo de una canción de un grupo del que hace poco has leído que se va a volver a reunir, y terminas comprando una entrada a un concierto de unos sexagenarios porque has olido a cruasán.

Pues bien, eso vamos a hacer, oler a cruasán (que también da mucho juego) y dejándonos llevar por los referentes, saltando de idea en idea, sobre todo en el entorno de nuestra biblioteca y universidad. Vamos a ponernos culturetas, pero sin pasarnos (porque tampoco nos llega, seamos sinceros). El juego, si no te has hartado ya y sigues leyendo, es que casi todos los términos tendrán enlace a obras que tengamos en la biblioteca o a referentes externos.

La temperatura a la que el papel arde 

Fuente wikimedia commons https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Ray_Bradbury.jpg
Fuente wikimedia commons https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Ray_Bradbury.jpg

Empecemos por algo tan socorrido como una efeméride. Este 2020 se cumplen 100 años del nacimiento de Ray Bradbury. Probablemente este agosto lo hayas visto en las noticias, Twitter, etc. Ray Bradbury era un escritor estadounidense, principalmente de género fantástico, conocido a nivel popular sobre todo por dos obras: Crónicas marcianas y Fahrenheit 451. Si eres universitario en estos momentos, es difícil que sepas que hubo un programa de televisión nocturno con ese nombre, lo que se conoce normalmente como un late night show, de enorme éxito en España justo en el salto entre los siglos. Para que nos entendamos, un programa de la franja de Broncano o Buenafuente, pero que llegó a cerca del 40% de cuota de pantalla: una brutalidad. La mayoría de sus espectadores ni conocían ni les importaba el referente literario. Y es una pena, porque es una obra muy bella, que pueden leer incluso los abominadores de la ciencia ficción.

Portada del libro, de la edición de Minotauro, 2020 9788445006771
Portada del libro, de la edición de Minotauro, 2020 9788445006771

Pero vamos a hablar de su obra más conocida: Fahrenheit 451. El primer referente es que esta es, supuestamente, la temperatura a la que arde el papel, olvidando sus múltiples composiciones, que depende de su humedad, etc. Hay grandes libros sobre la historia del papel y del libro, pero este no va de eso. Como probablemente sabrás, se trata de una distopía sobre un mundo en el que los libros están prohibidos y se queman los que se encuentran. El protagonista pertenece al cuerpo de bomberos que, ahora, en lugar de apagar fuegos, se dedica a abrasar libros. A lo largo de la novela sufre una transformación atraído por la lectura, los libros… y su vecina. Es, obviamente, una obra idolatrada por miles, quizá millones, de lectores empedernidos y amantes de los libros. Por eso mismo, y esto es una teoría sin ninguna base académica, a menudo pienso que es una obra tramposa. Que Bradbury la escribió a conciencia, pensado en hacer un libro que le hiciese pasar a la posteridad: “cuando lean esto, todos los amantes de los libros van a adorarme”. También ha sido referente simbólico para títulos posteriores, como el, en su momento, conocido documental Fahrenheit 9/11, de Michael Moore.

Fuente: http://universodecienciaficcion.blogspot.com/2015/12/1966-fahrenheit-451-francois-truffaut.html
Fuente: http://universodecienciaficcion.blogspot.com/2015/12/1966-fahrenheit-451-francois-truffaut.html

La obra fue llevada al cine con notable éxito por uno de los principales directores de la llamada Nouvelle Vague, François Truffaut, aunque tiene otras adaptaciones de menor impacto, como la de 2018. Recordemos que la Nouvelle Vague reúne a un grupo algo heterogéneo de cineastas franceses de la posguerra, como Jean-Luc Godard, Claude Chabrol, Rohmer o el propio Truffaut. El estilo de estas películas no es, desde luego, el propio de las adaptaciones de la Marvel o de las películas de mamporros, aunque puede haber buen cine en ambas corrientes. Es muy recordada la cita, incluso atribuida a cineastas del Hollywood clásico, de que en una película de Rohmer “se ve crecer la hierba”. En realidad es de la (gran) película La noche se mueve, puesto en la voz de Gene Hackman, quien en el original decía que era “como contemplar la pintura secándose”. No obstante, recomiendo vivamente ver algunos títulos como Al final de la escapada, de Godard; o los 400 golpes, ópera prima del mismo Truffaut.

Pero sigamos enlazando. La noche se mueve es obra de uno de los mitos del nuevo cine norteamericano de los 60 y 70, Arthur Penn. Una generación (Scorsese, Bogdanovich, Coppola… incluso Lucas y Spielberg) que cambiaron la forma de hacer cine. Aunque es cierto que es algo mayor y anterior a estos, su famosa Bonnie and Clyde es a menudo considerada como una de las obras fundacionales de ese cine. Entre sus fuentes estuvo la propia Nouvelle Vague y el Neorrealismo italiano, al tiempo que el gran cine clásico. Recomendación ferviente para cualquier interesado en el cine: Moteros tranquilos, toros salvajes: la generación que cambió Hollywood, de Peter Biskind, quien cuenta esta época.

François Truffaut https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Fran%C3%A7ois_Truffaut_(1965).jpg
Franse regisseur Francois Truffaut voor bioscoop Cinétol, waar zijn film draait [Le Peau Douce?] tijdens Nouvelle Vague festival
*15 maart 1965

Pero cerremos el círculo volviendo a la Nouvelle Vague. Decimos que esta generación del Hollywood de los 70 le debe mucho. Y esto es en gran medida por la reivindicación que realizaron de los directores de cine como creadores, no como meros artesanos. En esto, tuvo gran impacto la revista Cahiers du cinéma, una especie de publicación oficial del movimiento. Una revista de cine que tuvo como primer editor a Rohmer (todo se enlaza). Hay que decir que el movimiento no fue minoritario o, como se decía en mi infancia, de cine de arte y ensayo, sino que tuvo un notable éxito comercial. Tanto en obras como las citadas como, por ejemplo, con Hiroshima mon amour, de Alain Resneis, con guion de nada menos que Marguerite Duras. ¿Por qué cierra el círculo? La película es dramática, pero comenzó con un encargo de documental sobre la ciudad destruida, tras su brillante Noche y niebla. Y si hay un hilo conductor entre Crónicas marcianas y Fahrenheit 451 es la destrucción nuclear al final de las obras. El gran terror de una época.

Hiroshima mon amour https://www.festival-cannes.com/es/festival/peliculas/hiroshima-mon-amour
Hiroshima mon amour https://www.festival-cannes.com/es/festival/peliculas/hiroshima-mon-amour

Y esto nos abre nuevos hilos enlazados: el maravilloso manga en primera persona Pies descalzos, sobre la destrucción de Hiroshima; o la serie Manhattan, sobre la creación de la bomba atómica… y así al infinito, pero eso lo dejamos para otro momento.

* Si quieres saber más (o entender algo, pues se explican mejor), la Biblioteca Nacional de España tiene una página donde nos acerca al tema y a su proyecto particular.


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… la justicia, no es solo cuestión de fondo. Sobre todo, es cuestión de forma. Así que no respetar las formas de la justicia es lo mismo que no respetar la justicia. Lo comprende, ¿verdad? -Melchor no dice nada; el subinspector esboza una sonrisa tolerante-. Bueno, ya lo comprenderá. Pero acuérdese de lo que le digo, Marín: la justicia absoluta puede ser la más absoluta de las injusticias.

Terra alta / Javier Cercas

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