MEDIATECA, Apuntes de cine
El año que dejamos de jugar (2019)
El exilio visto desde la mirada de una niña
“Saben…, uno no se exilia por placer, uno ama el país en el que pasó la niñez,
ama a la gente y ama el idioma.”
Se han realizado en las últimas décadas muchas películas sobre el nazismo, quizás demasiadas, siendo un tema redundante, y repetitivo en el cine. A pesar de ello, no es una película más, sobre el ascenso de Hitler al poder, la que presentamos esta semana en Mediateca, apuntes de cine, y no lo es por varios motivos, uno de ellos, por el tratamiento que se le ha dado a la historia, otro porque además trata del exilio, pero sobre todo porque está visto este destierro a través de la mirada de una niña. Así que el film El año que dejamos de jugar es una historia que llama nuestra atención por la originalidad y el buen hacer de su directora Caroline Link, y del magnífico guion adaptado de la conocida novela de Judith Kerr, “Cuando Hitler robó el conejo rosa”. Una historia muy recomendable para ver también en familia, incluso con los pequeños, instructiva, interesante y carente de escenas de violencia.
Del papel al celuloide
La novela “Cuando Hitler robó el conejo rosa” fue escrita por Judith Kerr, habiendo sido una de las novelas para jóvenes más leídas en el mundo. Es una obra de carácter autobiográfico cuya primera edición fue publicada en 1973, una historia que destila sensibilidad y emoción. Relata sus primeros años de vida, que se inicia poco antes de que Hitler gane las elecciones. Anna, la protagonista, abandonará Alemania con sus padres, que son judíos. Este periodo representa para muchos niños la pérdida de la infancia, en una época aterradora como consecuencia del nazismo.
No siempre las traducciones de los títulos originales de las películas son acertadas, y a veces ni se corresponde con la traducción del original, ya sea literal o figurada; este es el caso de la obra original “Cuando Hitler robó el conejo rosa”, que se tradujo como El año que dejamos de jugar, todo un despropósito.
A destacar del film. No es uno más que trata el exilio, sino que añade un aliciente más, como es la visión desde la perspectiva de la infancia o de la pre adolescencia. Anteriormente hemos comentado en el blog un film similar: Una bolsa de canicas (2017). Los niños suelen ser uno de los grandes olvidados y damnificados de las guerras. Estas dos películas muestran a niños en un mundo hostil que les rodea, y es a esa pequeña altura, la de un niño, a la que el director del film coloca la cámara, para enfocar con el objetivo, a esos pequeños seres llenos de vida,
¡Cámara, acción…!
El año que dejamos de jugar no posee tanta fuerza como la novela, sin embargo, a pesar de ello, está magníficamente adaptada al original, además posee un tono optimista, y podríamos decir que hasta cálido. Destacar lo bien construidos que están los personajes, además de los diálogos, así como la ambientación, y todo ello consigue construir una historia veraz y absorbente. Decir también que la fotografía y las localizaciones son magníficas, muy bonitas, aunque quizás le quiten algo de dramatismo al relato. De las interpretaciones, hay que destacar, por encima de todas las demás, a Riva Krymalowski (Anna), la protagonista principal.
En resumen, una historia muy bien contada, con un guion consistente, que ha sido fiel a la historia original. En la instantánea de arriba, foto de familia con parte del equipo y la directora Caroline Link.
FOTOGRAMAS. Unas pinceladas
El exilio visto desde la mirada de una niña, Anna.
Berlín, 1933. En un ambiente preelectoral revuelto e inquietante, en el que hay mucha expectación y hasta temor ante los resultados de las próximas elecciones, como bien muestran las portadas de la prensa y los carteles electorales, y en el que a Hitler se le ve como posible ganador.
Anna, la protagonista principal, tiene un hermano que se llama Max, pertenece a una familia judía, su padre es una persona culta que escribe columnas de opinión en la prensa escrita. En el supuesto que ganara el partido de Hitler las elecciones, por su ideología, el padre podría convertirse en una persona non grata.
Organizan la huida de Berlín, para antes de que se celebren los comicios. Esto supondría dejar atrás el hogar y el entorno habitual, el trabajo, el colegio, los amigos, a Bertha y a Heimpi, empleadas de la familia, y a las que se les consideran como parte importante de ella. Para no levantar sospechas en el viaje, el equipaje tendría que ser reducido, así que la “familia de muñecos” de Anna tendrá que quedarse, y tan sólo podrá elegir dos, difícil decisión para una niña de 12 años…
Después de cruzar la frontera, llegarán a Suiza, donde posteriormente se encontrarán con su padre.
En el cantón suizo, la familia tendrá que integrarse en un ambiente rural, muy distinto al que estaban acostumbrados en Berlín.
“Esta es Ana, es una refugiada, ahora la tendréis en clase.
¡Sé bienvenida!”
Aunque las noticias que llegan de Berlín, no son nada optimistas,
“El martes pasado llegaron con un camión y recogieron todas vuestras pertenencias. ¿Recuerdas al profesor Baytelman? Lo encerraron en una perrera y lo ataron con una cadena.”
Os hemos dado unas pinceladas, la trama tiene aún mucho recorrido, y guarda algunas sorpresas.
La puedes encontrar en el catálogo de la Biblioteca de la Universidad de Alicante (BUA):