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Liu Jiakun, Premio Pritzker 2025

El pasado 5 de mayo tuvo lugar la ceremonia de entrega del Pritzker en el Museo del Louvre de Abu Dabi al arquitecto chino Liu Jiakun.

Nacido en 1956, Jiakun vive y trabaja en su ciudad natal, Chengdu -capital de la provincia de Sichuan, al suroeste de China-, donde fundó su estudio en 1999.

Desde entonces, Jiakun ha desarrollado una arquitectura singular que reinterpreta la tradición china con una visión contemporánea, al tiempo que busca conectar tanto con el individuo como con el sentido de pertenencia a un lugar.

La trayectoria de Jiakun le ha llevado a construir edificios culturales, como las escuelas de Escultura o Diseño en la Facultad de Bellas Artes de Shichuan, así como museos, como el de escultura de Luyeyuan, el museo imperial de ladrillos de Suzhou o el de relojes en Jianchuan.

Escuela de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de Sichuan, 2004. Chongqing, China. Foto: Arch-Exist

Para minimizar la huella del edificio, las aulas de esta escuela se proyectan hacia el exterior. Eso decide su forma. Los muros dobles —para aislar del frío y el calor extremos— son de un tono oxidado conseguido mezclando tierra local, para asimilarse a los edificios existentes.

Museo de escultura pétrea de Luyeyuan, 2002, Chengdu. Foto de Bi Kejian

En este museo sin ventanas la luz se filtra por los huecos entre volúmenes. La vegetación, el agua y la piedra conviven en el patio de acceso con muros de ladrillo cincelados para ocultar las instalaciones.

ARQA – Museum of Clocks, Jianchuan Museum Cluster / Photo: Bi Kejian

Los círculos y las cruces dibujan las plantas del museo de relojes, con patio y un óculo, levantado con ladrillos rojos “para sentir el sonido, la luz y la sombra del tiempo”.

Museo imperial de ladrillos de Suzhou, 2016. Foto: Yao Li

El centro muestra el legado cerámico de las dinastías Ming y Qing. Los hornos Kiln conviven con los ladrillos dorados empleados para pavimentar la ciudad prohibida, el palacio de verano y la tumbas Ming.

Frente a la aglomeración urbana típica de la arquitectura china, Jiakun creó el West Village de Chengdu, el edificio-barrio en el que conviven pistas deportivas, viviendas y espacios verdes.

Vista aérea del edificio-barrio West Village. Photo: Chen Chen

El West Village es una manzana urbana que concentra las viviendas y los comercios en el perímetro de un gran patio central, que proporciona aire y luz a los vecinos y que cuenta con jardines, instalaciones deportivas y cine nocturno. Las cubiertas del edificio se utilizan como paseo, mirador o pista de atletismo. Las oficinas, comercios y viviendas se sitúan rodeando el patio central protegidas por la vegetación, que atenúa el impacto del sol y el viento y sirve como barrera acústica.

Perteneciente al considerado grupo de la vanguardia arquitectónica china con Dong Yugan, Liu Xiaodong o Wang Shu, Jiakun es el tercer arquitecto chino reconocido con el Pritzker tras el estadounidense de origen chino Ieoh Ming Pei en 1983, y Wang Shu en 2012.

El trabajo que Liu Jiakun prefiere de todos los suyos, el Memorial de Hu Huishan, se encuentra en Sichuan y es una casita levantada con ladrillos fabricados a partir de los escombros que dejó el terremoto que, en 2008, terminó con la vida de 90.000 personas y arrasó buena parte de la provincia. Esa casita lleva el nombre de Hu Huishan, una niña de 15 años que murió en el instituto donde estudiaba cuando el terremoto hizo temblar la ciudad.

Memorial de Hu Huishan. Foto: Jiakun Architects

El memorial, es un espacio pintado de rosa del suelo al techo porque ese era el color favorito de la adolescente. Su silla vacía, sus dibujos, su mochila y sus raquetas la recuerdan y advierten de la fragilidad de la vida.

En opinión del jurado, presidido por Alejandro Aravena, y del que forman parte entre otros Anne Lacaton, Kazuyo Sejima, Barry Bergdoll y Deborah Berke, «a través de una obra excepcional, coherente y de calidad, Liu Jiakun imagina y construye nuevos mundos, libre de cualquier restricción estética o estilística. En lugar de un estilo, ha desarrollado una estrategia que nunca se basa en un método recurrente, sino en evaluar de forma diferente las características y los requisitos específicos de cada proyecto».


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… la justicia, no es solo cuestión de fondo. Sobre todo, es cuestión de forma. Así que no respetar las formas de la justicia es lo mismo que no respetar la justicia. Lo comprende, ¿verdad? -Melchor no dice nada; el subinspector esboza una sonrisa tolerante-. Bueno, ya lo comprenderá. Pero acuérdese de lo que le digo, Marín: la justicia absoluta puede ser la más absoluta de las injusticias.

Terra alta / Javier Cercas

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