Home »

El libro de la semana: Matar al padre

 

Matar al padre
Clica sobre la cubierta del libro para saber en qué biblioteca se encuentra

 

Lectura breve

“Reno, Nevada, 1994. Joe Whip tiene catorce años. Su madre, Cassandra, vende bicicletas. Cuando Joe le pregunta dónde está su padre, ella responde:

–Me abandonó cuando tú naciste. Los hombres son así.

Ella se niega a decirle cómo se llama. Joe sabe que está mintiendo. La verdad es que nunca supo quién la dejó embarazada. Fueron tantos los hombres que vio desfilar por su casa. La principal razón por la que se acaban marchando es porque Cassandra olvida o confunde sus nombres.

Ella, sin embargo, sigue sintiéndose defraudada al respecto.

–Mírame bien, Joe. ¿Acaso no soy una mujer guapa?

–Sí, mamá.

–¡Entonces dime por qué no soy capaz de conservar ni siquiera a uno!

Joe permanece callado. Aunque se le ocurren algunas respuestas. De entrada, el asunto de los nombres. Luego, su aliento a tabaco y a alcohol. Finalmente, una serie de cosas que se formula a sí mismo en los siguientes términos: «Yo también te abandonaré, mamá. Porque eres egoísta. Porque hablas demasiado fuerte. Porque siempre te estás quejando.»

Una noche, Cassandra trae a un nuevo tipo a casa. «Uno más», piensa Joe. Como siempre, ella hace las presentaciones.

–Joe, te presento a Joe, mi hijo. Joe, éste es Joe.

–La cosa se complica –observa el mayor.

Joe Junior piensa que éste le va a durar. De entrada, no se olvidará de cómo se llama, ya que, por muy poco maternal que sea, ha encontrado el mejor método mnemotécnico para acordarse del nombre de su amante. Y, además, Joe Senior es distinto. Hace unas preguntas muy curiosas:

–¿Y el negocio de las bicis, funciona en Reno?”

Amélie Nothomb


Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Categorías

Archivos

¿Qué estás leyendo?

… la justicia, no es solo cuestión de fondo. Sobre todo, es cuestión de forma. Así que no respetar las formas de la justicia es lo mismo que no respetar la justicia. Lo comprende, ¿verdad? -Melchor no dice nada; el subinspector esboza una sonrisa tolerante-. Bueno, ya lo comprenderá. Pero acuérdese de lo que le digo, Marín: la justicia absoluta puede ser la más absoluta de las injusticias.

Terra alta / Javier Cercas

Todo en nuestra web