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Los felices años 20

Los denominados felices años 20 transcurrieron entre la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1929. Fue una época de importantes cambios. Resulta difícil evitar la tentación de ver ciertas semejanzas entre aquellos años y los actuales. Hoy, como entonces, comenzamos la segunda década de un nuevo siglo, el veintiuno. Y lo hacemos también recuperándonos de una grave crisis, en este caso epidemiológica, cuyas consecuencias aún no alcanzamos a ver.

En los años veinte del siglo pasado se vivió un gran desarrollo tecnológico que ha continuado imparable hasta nuestros días. Es también cuando comienza a reconocerse el derecho a votar de las mujeres a la vez que aumenta su incorporación al mercado laboral. Esto ha marcado una tendencia en cuanto al reconocimiento de los derechos de las mujeres, que a pesar de todos los altibajos que se puedan señalar, parece algo irreversible.

Son años de esplendor en las artes, donde se gestaron expresiones culturales decisivas para el siglo veinte y que todavía influyen en el siglo veintiuno.

Por otro lado, Europa intentaba recuperarse de los estragos causados por la guerra. Son años de descontento social y de inestabilidad económica y política. Esto favoreció la aparición y ascensión del fascismo con consecuencias sobradamente conocidas. En la Europa del siglo veintiuno los partidos de ultraderecha están teniendo tanta fuerza como aceptación sus discursos racistas, sin que sepamos hacia qué futuro nos puede conducir todo esto.

Se cumplen cien años del comienzo de los denominados felices años 20. Con este motivo, la Biblioteca de Filosofía y Letras te invita, a través de esta exposición bibliográfica virtual, a volver la vista hacia esta época de transición y de cambio cultural, que se vivió con un intenso optimismo.

 


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… la justicia, no es solo cuestión de fondo. Sobre todo, es cuestión de forma. Así que no respetar las formas de la justicia es lo mismo que no respetar la justicia. Lo comprende, ¿verdad? -Melchor no dice nada; el subinspector esboza una sonrisa tolerante-. Bueno, ya lo comprenderá. Pero acuérdese de lo que le digo, Marín: la justicia absoluta puede ser la más absoluta de las injusticias.

Terra alta / Javier Cercas

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