Este título tiene doble sentido. Por un lado la acepción frontera como de ciencia en el límite del conocimiento. Por otro lado la acepción de frontera como lugar de transición a tierras inexploradas, tipo salvaje oeste americano. Voy a explicar cómo se me ha ocurrido esto.
Hoy me he comprometido con mi hijo Diego en llevarle a ver la película “El Llanero Solitario”. Y ello me ha hecho pensar en la entrada que ahora voy a escribir. Mi generación crecimos con las películas del oeste y jugando a indios y vaqueros. Una de las series de esa época y temática fue la del llanero solitario, personaje que, junto a su inseparable compañero el indio Toro, cabalgaba a lomos Silver, su caballo blanco, para enmendar injusticias. El Llanero Solitario me trae a la mente el Salvaje Oeste y el tipo de vida en la frontera. Son los tiempos de los pioneros y las personas con iniciativa, de las grandes aventuras y de los riesgos asociados, del inicio de las grandes fortunas pero también de las grandes frustraciones. En la literatura especializada en innovación educativa basada en tecnología se llama llanero solitario al profesor que a nivel individual aplica iniciativas docentes innovadoras en sus clases, independientemente y más allá del apoyo institucional. La primera vez que vi (leí) este término utilizado en este sentido fue en el libro de Tony Bates “Cómo gestionar el cambio tecnológico. Estrategias para los responsables de centros universitarios” (2001). En el tema de la innovación educativa utilizando tecnología nos encontramos en una situación similar a la descrita para el salvaje oeste, en la frontera como tránsito entre dos culturas, en una transición entre un mundo analógico y el nuevo mundo digital que se nos abre, y en el que la reglas y las normas de comportamiento aún no están claras, ya que se están definiendo “sobre la marcha”. Pero no hay que caer en la tentación de pensar que en la frontera todo vale, y que por tanto cada uno puede hacer lo que le venga en gana (lo que se dice “hacer la guerra por su cuenta”). Otro error en el que no debemos caer es en pensar que el hombre blanco que va a colonizar los nuevos territorios (léase el profesor) puede despreciar al indio nativo de estos territorios (léase los estudiantes, nativos digitales).Tuvo que pasar mucho tiempo (y ya era mayor por entonces) para ver una película (Bailando con lobos) que trataba a los indios de manera diferente, como personas con su cultura y sus ideas y que de pronto se vieron ”atropellados” en su propia casa por extraños con extrañas costumbres, y algunos de ellos con malas intenciones. En mi opinión, la innovación educativa, cuyo motor actual son las tecnologías de la información, está viviendo tiempos de frontera, en los que debemos apoyar a los pioneros que van explorando los nuevos territorios, pero que no siempre tienen porque ser tierras mejores. Como ya comenté en la entrada “Los MOOC ¿son una moda o un cisne negro?”, me sorprendió (y me alegró) mucho que de más de una hora de conversación con Sonia, haya destacado el tema del no dejarse impresionar por la novedad y enviar exploradores. La apuesta por la innovación educativa en las universidades es una apuesta a largo plazo. Y para ganar la guerra algunas veces hay que perder alguna batalla y sobretodo no hay que intentar conquistar todos los territorios. Seleccionar dónde invertir los esfuerzos es básico para una política universitaria correcta. Uno de los primeros libros que me compré, y por supuesto leí, al acceder a mi primer cargo directivo universitario fue el “Arte de la guerra” de Sun Tzu.
El otro sentido de la expresión innovación educativa de frontera tendría en cuenta el término frontera tan de moda actualmente: en la frontera del conocimiento. ¡Qué bien suena! Y así surgen premios y webs con este título. Pero ¿qué significa? En mi opinión creo que con ello se quiere significar el avance del conocimiento, representado visualmente como un territorio que linda con la ignorancia y el desconocimiento, con fronteras que se van moviendo entre lo que es conocido y lo que no, en cada momento. De esta manera las fronteras del conocimiento no desaparecen nunca, y los investigadores deben moverse en estos territorios inhóspitos de la frontera. Y los verdaderos avances se dan cuando se juntan investigadores de distintos campos y comparten sus ideas. La transferencia de soluciones e ideas de un ámbito a otro suele aportar la mayoría de las innovaciones. En este sentido, que trabajen conjuntamente pedagogos y tecnólogos, junto con los profesores, especialistas de cada campo, traerá consigo las mejores innovaciones educativas aplicadas al aula.