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agosto 2013
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Los MOOC ¿son una moda o un cisne negro?

Ayer ya hablé de los MOOC, pero creo que vale la pena seguir dándole un par de vueltas más al tema. Hoy voy a reflexionar si, en mi opinión, los MOOC son una moda (y por tanto pasajera) o son un Cisne Negro (en mayúsculas, según el término acuñado por Taleb).

Empezaré por hablar de modas. Tengo que reconocer que voy a ser muy crítico con este término, puede ser debido principalmente a que tengo tres hijos adolescentes (pre- y post-) y por tanto tengo continuas discusiones con ellos sobre el tema y sus continuos argumentos: es que todos los llevan (por ejemplo los pantalones por debajo de los calzoncillos o los short del tamaño de un tanga, por no hablar de piercing, tattoos, pelos…), es que todos los ven (los programas de telebasura), es que soy el único que no sale (o que vuelve tan pronto) y no voy a ser el “bicho raro”, y cosas por el estilo que cualquiera que tenga hijos en esa edad comprende perfectamente. Y ya me puedo empeñar en decir que sean ellos mismos, que son especiales, que la diversidad es buena, que no todos deben estar cortados por el mismo patrón… Por tanto las mayorías (al menos en estos ámbitos) y las grandes audiencias no me valen. Pero aquí no voy a hablar de este tipo de modas. Veamos dos definiciones del término.

Moda. (Del fr. mode).
1. f. Uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país, con especialidad en los trajes, telas y adornos, principalmente los recién introducidos.
(Real Academia Española)

Moda.
Es el valor más frecuente obtenido en una muestra, o para datos agrupados, el grupo con la frecuencia más alta. Para una variable aleatoria continua, cualquier punto en el que su función de densidad de probabilidad alcanza un máximo local es una moda.
(Diccionario de Matemáticas – Diccionarios Oxford-Complutense)

He buscado dos definiciones: la palabra común en el diccionario de la RAE y el término matemático en un diccionario específico. De la primera me gustaría resaltar la temporalidad (“en boga durante algún tiempo”) que convierten a cualquier moda en pasajera por propia definición. De la segunda quiero destacar su caracterización (“valor más frecuente”) por el mero hecho de ser el más repetido, independientemente de su verdadero valor (utilidad, valía, provecho, interés…). El tema de la vigencia de una moda es muy peligroso cuando hablamos de educación. La educación nunca debe estar en manos de modas (alguna referencia a ello hice al final de la entrada “Iatrogenia docente” al hablar de la iatrogenia de los reguladores). Y el tema se agrava más cuando hablamos de las tecnologías de la información, que en muy poco tiempo han revolucionado el mundo cambiando la forma en que se hacían las cosas, y más aún ofreciéndonos nuevas cosas para hacer, pero que al poco tiempo de aparecer una nueva herramienta/dispositivo ya está casi obsoleto (un bonito tema para el debate, el de la obsolescencia tecnológica, pero ya hablaremos en otra ocasión). Por tanto hay que ser muy cuidadoso con ello, y yo personalmente he vivido en mi rol de directivo universitario distintas modas, que en su momento parecían que iban a cambiar el mundo de la educación universitaria y que finalmente no ha sido para tanto. Por citar dos: una de ellas fue Second Life, que prácticamente no ha impactado en el mundo de la universidad, aunque en su momento todos debatían si debían abrir sus sedes universitarias ahí; otro es el de las Redes Sociales, que si bien han impactado fuertemente en los usos de nuestros jóvenes (y no tan jóvenes), pero en la universidad tiene su papel en la comunicación, pero no tanto en la docencia. Por no hablar de la moda de finales de los ochenta de dar cusos de Basic a todos los profesores de los colegios y los institutos.

¿Pero serán los MOOC un Cisne Negro? Según Taleb “un Cisne Negro (así, en mayúsculas) es un suceso con los tres atributos que siguen: rareza, impacto extremo y predictibilidad retrospectiva (aunque no prospectiva)”. En mi opinión, no creo que cumpla los requisitos para ser un Cisne Negro. En principio no creo que sea ninguna rareza. De las cuatro letras que forman su nombre (Massive Open Online Course) la única verdaderamente revolucionaria en la M de masivo. Hace ya muchos años que en el mundo de la Universidad se está hablando de poner el acento en el aprendizaje (Course), en el valor que proporcionan las TI (Online) y de la educación y los recursos en abierto (Open). Y si el valor, para el mundo educativo tienen que venir del término masivo, ya he dado mi opinión al respecto antes. Por supuesto que la existencia de estos cursos al acceso de cualquier persona en cualquier parte del mundo es de suma importancia; pero eso se lo da el término Open, que llevo defendiendo desde que lo descubrí. Por supuesto que el poder aprender de los mejores profesores desde casa con una conexión internet y a mi propio ritmo es de incalculable valor; pero eso lo aporta el término Online. En mi modesta opinión, si todo esto hace que la docencia presencial sea más atractiva y las clases se limiten a lo verdaderamente útil, es decir, a que el profesor y los estudiantes debatan sobre los aspectos críticos vistos en los vídeos, y se respondan, y lo que es más importante se generen muchas preguntas, todo el esfuerzo habrá valido la pena. Pero ¿todas las universidades tienen que tener su plataforma de MOOCs? ¿todos los profesores deben poner sus cursos en MOOC? ¿todos los cursos que hay en MOOC son de (una mínima) calidad? ¿se pueden hacer cursos MOOC de calidad sin inversión por parte de las universidades? Y tengo muchas más preguntas que hacer, pero con estas ya está bien por hoy.

Por finalizar, en mi opinión las Universidades deben estar pendientes de todos los cambios que se están produciendo, pero debe saber diferenciar cuales van a ser claves en su “negocio” y cuales no, ya que no se puede “disparar a todo” (y menos ahora en época de crisis). Voy a copiar un fragmento del blog “Universidad Expandida” de Sonia Martínez, en su entrada “Retomando las ideas previas” en el que hace referencia a la entrevista vía Skype que tuvimos hace un mes con motivo de su trabajo de tesis:
• “La educación es un servicio básico y de gran importancia en el desarrollo social, por ello debe estar en sintonía con los cambios sociales que se producen“.
Mi conversación con Faraón Llorens (ex-Vicerrector de Tecnología e Innovación Educativa en University of Alicante) me hizo reflexionar acerca de esto. Él me explicó con una comparación cómo se innova en la universidad y como debe responder a los cambios sociales. Me comentaba que la innovación en la universidad es como una batalla en la que algunos exploradores se adelantan para reconocer el terreno y el resto del ejército queda a la retaguardia esperando avanzar sobre seguro porque una vez se avance no hay marcha atrás, o el coste sería excesivo.
Por otro lado, Martín Barbero, (Profesor de sociología en la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla) me comentó algo que me hizo ver la universidad desde otra perspectiva, porque realmente la universidad es parte de la sociedad, y en mayor o menor medida reflejo de la misma
Si tuviera que redefinir mi idea inicial, diría que aunque es necesario que debe haber sintonía entre la sociedad y la universidad, lo cierto es que es importante diferenciar entre tendencias sociales estables y modas pasajeras, que son relativamente frecuentes en lo que a tecnología se refiere.


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