Tras la reflexión de ayer en la que comenté que enseñaba matemáticas en niveles no universitarios, hoy he recordado que escribí mi primer artículo en una revista hablando de ello. Y gracias a Internet hoy lo he encontrado. El artículo se titula “Las matemáticas en la educación de adultos” y se publicó en la revista SUMA (Revista para la Enseñanza y el Aprendizaje de las Matemáticas), ISSN 1130-488X, Nº 20, 1995, págs. 37-40. Se puede acceder al texto completo en la dirección http://revistasuma.es/revistas/20-noviembre-1995/las-matematicas-en-la-educacion-de.html.
Lo bueno de este artículo es que lo escribí por puro placer, ya que publicar artículos no formaba parte de la labor del profesor en el nivel educativo en el que trabajaba. Y creo que eso se nota: es un artículo escrito para que se entienda, que pretende transmitir una experiencia y que tiene frescura y no está sometido a las restricciones de las “publicaciones académicas serias y de prestigio”, por no hablar del “índice de impacto”.
Hoy lo he vuelto a leer, y me ha gustado. Pero lo que más me ha sorprendido es que han pasado 18 años pero sigo pensando igual. Suscribo este artículo al cien por cien, y aunque en él hablaba de matemáticas y de educación de adultos, lo mismo lo podría decir ahora hablando de informática y de la universidad.
Es curioso que la estructura del artículo sea: el escenario del crimen, la víctima inocente, el arma utilizada, el asesino reincidente y resolución del caso. Y que el último curso que he impartido en el ICE de la UA se titulase “Contar historias digitales“. Sigo pensando que la mejor manera de trasmitir un mensaje es a través de una historia.
Otra cosa que me llama la atención son las conclusiones, lo que llamé Resolución del caso, que voy a transcribir y que sigen vigentes (lo que está encerrado entre corchetes es de ahora y lo incorporo para que se entiendan mejor):
“El escenario del crimen [los distintos niveles educativos] debe ser mejorado por la Administración (¡eso espero!). La víctima inocente [los estudiantes], no es tan inocente; aprovechemos su experiencia y convirtámosla en el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje. El arma utilizada [las matemáticas] tienen doble filo: no nos empeñemos en cortar por la parte fría, abstracta e inaccesible de las matemáticas; utilicemos la otra más agradable, interesante e igualmente útil. Por último, ¿deberemos encarcelar al asesino reincidente [el profesor]? De momento no, démosle otra oportunidad. No debemos cruzarnos de brazos pensando que las matemáticas son “el coco” y no se puede hacer nada. Queda todo por hacer, el verdadero crimen sería desperdiciar todo el potencial de las personas que se acercan a nuestros centros tímida y temerosamente, pero de manera voluntaria y con muchas ganas de aprender”.
Pero lo que más me alegra de todo es que los vicios de la Universidad no han conseguido cambiarme en dieciocho años. Y ahora a la vejez será muy difícil.
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