Lectura de apertura del curso 2011-2012 (José María Torres Nadal)
Hay muchas maneras de explicar lo que puede ser un curso. Una que me parece importante es la que lo entiende como un esfuerzo para verificar CÓMO se construye y CÓMO se transmite un conocimiento.
Un conocimiento que menos que nunca ahora es lineal y que es vuestro/nuestro y que construye una situación docente que, como mínimo, tiene dos imágenes de referencia: una de carácter más global y otra de carácter particular.
La condición particular de un curso es la que se establece entre un programa, unos profesores y unos alumnos, un sistema de prácticas y representaciones que se extiende a lo largo del curso. Es una situación que me gusta verla como algo privada, que es casi secreta, es esencialmente autobiográfica, la llamamos hace tiempo el Proyecto Teórico Personal y tiene un momento de especial emoción cuando se manifiesta formando parte de una inteligencia colectiva, cuando asume la responsabilidad de hacerse pública y cuando deja de ser el patrimonio de uno y pasa a ser parte del conocimiento de muchos. Es el derecho a participar del saber. Lo que pido es que lo sigáis construyendo.
El otro referente de lo que es un curso es lo que éste construye mas allá de cada uno de nosotros, lo que está pasando aquí ahora en este aula, lo que digo yo y vosotros interpretáis, lo que os explicarán luego vuestros profesores. Esa idea de globalidad es esencial que exista y es esencial que se instale entre nosotros, en lo colectivo. No es un valor automático como el primero, es un valor añadido que debe ser construido. El curso que propongo es ese sistema de presencias de individuos, ideas, acciones etc., que tratan de construir un sistema democrático que nos permita hablar de la condición emancipatoria de un trabajo, de la condición de ejemplaridad de unas posiciones.
Sé que no es fácil en este momento hablar de lo emancipatorio ni de lo ejemplar, cuando no está claro para qué emanciparse y qué tipo de ejemplaridad tiene que construir la educación.
Es asombroso, sólo por decir algo suave, ver en la película INSIDE JOB hasta qué punto han sido los máximo cerebros de la economía mundial procedentes de Harvard y Columbia, esas célebres universidades, los que han suministrado los argumentos para construir el entramado financiero que ha acabado en esta gran crisis, y cómo una vez detectada ésta, cuestionados los métodos y sus prácticas, son ahora esos sistemas educativos los que evaden cualquier responsabilidad en ese proceso y más que buscar una solución buscan cómo perfeccionar el desfalco.
Un curso serio no puede empezar sin situarnos en el interior de ese momento en el que el dato más relevante es éste: un momento en el que la sociedad ha pasado y se ha instalado por delante de todo; ha pasado por delante de la política, del arte, y desde luego de la arquitectura.
Esta presencia tan real, irreversible, es el hilo conductor principal de alguno de los cursos que explicaré ahora. Y ese hilo es un compromiso para actuar ahora, y también una forma de futuro, de construcción de una genealogía de ideas acerca de cómo esa ejemplaridad y esa condición emancipatoria se convierten en una forma de indagación acerca de lo deseable.
Yo creo que nuestra/vuestra presencia aquí no se puede entender sin aceptar que vivimos en el interior de estaparadoja: estamos deseando aprender y estamos deseando enseñar, aquello que ha dejado de tener el fuerte potencial civilizatorio que la propia cultura le otorgó en su momento.
La pregunta sería: ¿Es posible deslindar la arquitectura de su ideología? Esta es una discusión muy intensa, muy viva, pero creo que es la discusión que hay que tener y sobre la que vosotros podéis reivindicar; es decir: tenéis derecho a pensar. Es un derecho porque dependiendo de cuál sea la contestación, entonces la acreditación, la validez colectiva de lo que hacemos, será una u otra. Yo lo entiendo así: una escuela solo tiene sentido pleno en este momento cuando es capaz de reivindicar para ella misma la máxima forma de acreditación artística como forma de construcción de una cultura de y para la nueva democracia, de y para una nueva actividad profesional.
La acreditación de lo político como nueva forma de acreditación de lo cultural y de lo profesional
Pero no soy pesimista, y no es tan difícil contestar cómo se hace, porque de una forma u otra, en Alicante hace tiempo que intentamos trabajar en este sentido, hace tiempo que venimos trabajando para desarrollar un espacio educativo que trata de establecerse como un lugar singular, único, que ha tratado continuamente, y más en este momento, de establecerse en formas de ejercicio de responsabilidad de un liderazgo aprendido y asumido.
Un liderazgo que para muchos debería ser anónimo y cuanto más anónimo, más potente. Un liderazgo que es esencial basarlo en lo finito (frente a lo eterno y lo hegemónico inamovible) y lo igualitario (como lo humano que establece a los individuos como nodos de un idéntico potencial de conocimiento)
Yo creo que lo más interesante de Alicante es haber establecido un marco en el que estos criterios han organizado desde hace ya años un conjunto de actividades intensamente fundacionales. Ese es el carácter global al que me refería al principio.
Así las cosas un curso más, este mismo, podría ahora volver a definirse como esa especie de verificación activa de cómo ejercer unos derechos acerca del conocimiento: los que nosotros como profesores podemos instalar en las practicas universitarias (culturales políticas etc.) que vais a desarrollar, y el derecho vuestro a exigir que el contenido de esas prácticas sea un contenido no neutro, contenidos que como mínimo sean propiciadores de equilibrios inteligentes, como los que propuso Beuys, entre la experiencia y la esperanza.
Alicante 16 de Septiembre 2011